CAPÍTULO 3

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CANDY

Pude notar que el también estaba sorprendido, pero no nervioso, mantenía la calma, sus ojos azules me miraban detenidamente como queriendo expresar algo en ellos.

—¿Se encuentra bien Doctora? —preguntó el rector.

—Ehh si, disculpe, el alumno Grandchester puede escoger un asiento para que pueda continuar con mi trabajo.

Terrence, se sentó cerca a Karen, no apartaba su mirada de mi, podría decir que me sentí intimidada por él, me distraía continuamente.

—Bueno señores, la clase terminó, nos vemos la siguiente sesión.

Quería salir lo más pronto posible de ahí, no podía creer que aquella aventura se convertiría en algo peligroso para mí, mientas guardaba mis libros en mi maletín, Karen se me acercó junto a Terrence.

—Doctora, él es Graham, mi primo—dijo con una gran sonrisa.

—Mucho gusto —respondí fríamente—Karen discúlpame, pero debo irme de inmediato, tengo una reunión muy importante.

Cogí mis cosas rápidamente y me dirigí a la puerta a paso veloz, llegué a mi camioneta para trasladarme a casa, por la prisa que tenía no me di cuenta que Terrence estaba esperándome ahí.

—Candice, tenemos que hablar.

—Señor Grandchester, no tengo nada que hablar con usted, déjeme pasar, tengo prisa y por favor llámeme Doctora Ardlay—expresé con seriedad.

—Te juro que no sabía que enseñabas aquí, tampoco me imagine que eras la maestra de la que tanto hablaba Karen.

—Te creo— hable—simplemente es una casualidad del destino, olvidemos lo  que paso entre nosotros, soy tu maestra y tu eres mi alumno.

Quise hacerme espacio para ingresar a mi auto, pero él no se movía. Me jalo hacia su pecho, pude sentir su respiración muy cerca a la mía.

—Todos estos días, te estuve buscando, quería volver a verte Candice ¡No puedo olvidarte!

Mire a mi alrededor, no quería que me vieran en esa situación tan comprometedora con un alumno, perdería mi trabajo y se generarían rumores sobre mi profesionalismo.

—¡Aléjate Terrence! Comprende que no debió pasar nada entre nosotros...

—Pero sí pasó, no hay porque sentir vergüenza Candice, es natural la atracción mutua que hubo entre nosotros—trataba de resistirme a su agarre, pero sus brazos eran muy fuertes.

—¡Basta Terrence! Soy una mujer mayor que tú, no quiero problemas ¡Suéltame ya!

Aquel  joven apasionado se negó a dejarme ir, me condicionó para soltarme, únicamente si aceptaba conversar con él, solo asi me dejaría ir. Acepte por la preocupación de que alguien nos viera.

—Hablaremos en mi casa, esta algo alejada de la ciudad, no quiero que nadie nos vea, así que serás breve con lo que tengas que decir y luego te irás—le dije.

—No Candice, no acostumbro a recibir órdenes, aceptó a hablar en tu casa, pero no seré breve.

—Esta bien, está bien ¡Sueltame ya! —dije con desesperación.

Ambos manejamos nuestros respectivos autos, lo guíe hasta mi casa teniendo la idea de que ahí podría controlarlo y cerrar este capítulo peligrosamente tentador en mi vida. Me sentía como una estudiante, nerviosa por no saber que rumbo tomaría mi conversación con él.

Al llegar, estacione la camioneta y baje de prisa, olvidando mi celular en el asiento copiloto.

—Habla de una vez Terrence ¿Qué es tan importante?

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