Capítulo 7

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7.De compras 

Maddy

Mi barriga ruge, probocada por el aroma de comida recién hecha, en el momento que entro al espacioso comedor.

-¿Te apetece pizza?-me enseña el trozo triangular que sostiene en su mano.

-Sí, me muero de hambre-retiro la silla lo suficiente para poder sentarme.-Que buena pinta.

-Es tu favorita.

-Hacía tiempo que no la comíamos juntas.

-Si, tienes razón.

-Mamá, esta tarde me gustaría ir a comprar algunos bikinis.

-¿Cuánto dinero necesitas?

-No se, podríamos ir las dos y también comprar las cosas que necesitemos para ir a la playa.

-¿De verdad? Me parece perfecto.

Si quiere volver a tener la confianza que teníamos y que sea la hija que en un día fui, no lo va a conseguir tan solo acordándose de mi pizza favorita y dándome dinero para lo que yo quiera sin saber para que lo gastaré, cosa que tampoco quiero que haga, con que pase tiempo con migo y no solo con su trabajo, me valdría.

Mi madre y yo somos más parecidas de lo que pueda parecer. Siempre le gusta estar en su mundo, su trabajo para ella es lo que más le gusta hacer e invierte todo su tiempo en ello, aunque a mi me gusta más la magia que tiene la lectura y los libros que la trasmiten.

Poco a poco la caja cuadrada se queda vacía, tan solo con algunos bordes que dejó mi madre y alguna que otra mancha de salsa de tomate que por más que intentaba retenerla en el trozo, ya cortado, se volvía a caer haciendo que todo el esfuerzo fuese en vano.

-Hija, vamos a terminar de recoger esto y nos vamos.

-Si, si. Me parece bien, a está hora no suele haber muchas personas.

Mientras mi madre va hacia la cocina con los vasos y la caja de pizza, me encargo de pasar un trapo humedo con olor a lavanda por toda la mesa de cristal, luego repito la misma acción con uno seco.

-Cuando volvamos de las compras-Vuelve al comedor con su bolso colgado, sus gafas de sol puestas en la cabeza y dientes limpios-¡podrías bajar del desván las maletas de viaje!

-¿Estas segura?- digo sin mirarle, mientras paso por su lado para dejar los trapos en la cocina.

Nunca antes he tenido permitido de subir al desván y menos aún sola, no esta bien cuidado y tal vez podrían a ver individuos no deseables habitando, incluso caerse el suelo al pisar.
No es que pese mucho pero mi peso más el de las maletas que seguramente no están vacías puede ser un gran esfuerzo para ese viejo suelo. Debería de arreglarlo y resolvería el problema pero en vez de hacerlo guarda cosas y no me permite subir.

-Si, no te preocupes.-Al abrir la puerta de la entrada y recibir el impacto de la luz en sus ojos, coloca las gafas de sol, quedando apoyadas en su nariz no muy cerca de los ojos.- Solo ve con cuidado.

Después de recoger el pelo sobre un moño y de lavar mis dientes me dirijo, con móvil y bolso en mano, al coche conde mi madre espera con este en marcha.

Ya tengo en mente lo que me quiero comprar aunque no estoy segura si encuentre todo y de mi talla, sobre la fecha a la que estamos. Tampoco lo necesito todo pero me gustaría tener alguno a mi gusto.
Lo que más me gusta del centro comercial es que hay más de una tienda de ropa, comida, electrodomésticos y cualquier cosa que puedas necesitar.

En la primera tienda nos detuvimos más ya que mi madre estuvo provando barias sandalias y pamelas de diferentes formas y colores para luego optar por la segunda sandalia marrón con pequeñas piedras de colores decorando la cinta que sujetaba todo el pie, y escogió la primera pamela blanca.
En la segunda tienda tanto mi madre como yo nos probamos bañadores pero de esta no nos llevamos ninguno.
En la tercera solo nos llevamos dos bolsos uno para cada una lo suficientes grandes para la toalla, las gafas de sol, la crema solar,el  monedero  y algunas cosas mas.
En la cuarta tienda no nos gustó ninguna prenda pero nos reímos mucho probándo casi todas esas extrañas vestimentas.
Así seguimos algunas tiendas más hasta hacer una breve parada para merendar, o mejor dicho casi cenar, las horas se nos pasarón volando y no nos percatamos de que eran casi las nueve de la tarde. Por supuesto esto no nos iba a detener hasta a ver terminado de revisar hasta el último rincón de cada tienda.
Ya solo quedan dos y espero poder  encontrar los últimos vikinis que me faltaban.
Cuando ví salir a mi madre del probador con uno de los que queria descarte la idea de comprarlo. Así que solo me faltaba uno.
Uno que estaba a cinco pasos de distancia y por suerte o desgracia el penúltimo que quedaba, mientras yo me acerco al estante otra chica hace lo mimo y alcanza al más cercano al igual que yo.

¿De Mundos distintos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora