Mensajes

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Kohaku estaba inmensamente preocupada por su hija mayor. No entendía del todo sus acciones, pero al intercambiar miradas con Senku ambos supieron exactamente lo que querían y debían hacer.

—Vamos por ella.

Senku usó sus influencias para conseguir un vuelo a Tokio en solo un par de horas, y mientras esperaban probaron a llamar a su hija y a todos los que iban con ella, pero ninguno contestaba.

—¿Exactamente qué sucedió para que se fuera de ese modo?

—Tía, ya te lo dije tres veces...

—¡Pues dime otra vez!

—Parece que nuestra dulce Kohaku-chan está un poco nerviosa~.

—¡Tú cállate, como sea que te llames!

—¿No recuerdas mi nombre?~ Eso duele~.

—Ya, mentalista, déjate de tus juegos. —Senku guardó su celular en su bolsillo después de su enésimo intento de llamar a su hija mayor—. Kohaku, ¿qué fue lo que no entendiste de la explicación de tu sobrino?

—¡No entendí nada! —Cruzó los brazos y se sentó molesta junto a la cama—. ¿Quién es Maiko? ¿A qué se refiere con hackear? ¡¿Por qué no nos dijo nada y se fue de ese modo?!

—Primero, tranquilízate. Tsukiku sabe cuidarse sola. —Senku hurgó en su oído con fastidio, luciendo increíblemente agotado—. Segundo, Maiko es una compañera de laboratorio, o más bien mi empleada. Está obsesionada conmigo desde hace años y siempre te ha odiado —dijo sin tapujos—. Y tercero, a lo que Tsukiku debe referirse es que posiblemente tú sí me notificaste que viajarías pero Maiko intervino en nuestra conversación o bien no me dejó recibir tus llamadas, lo cual es muy posible y ya lo ha hecho antes con Hanaki.

—Con tu amante, ya veo. —El gesto de Kohaku se amargó al escuchar el nombre de esa mujer.

Senku rodó los ojos y pareció a punto de contestar de mala manera, pero entonces Shizuku regresó de la cocina con un gran vaso de chocolatada.

—¿Qué ed amante? —preguntó confundida.

—Eh... No es nada importante, pero no digas esa palabra otra vez, ¿sí, mi vida? —Kohaku empezó a sudar frío.

—¡Ok! —Sorbió de su chocolatada—. ¿Cuándo vuelve mi nee-chan?

—Iremos a buscarla, princesa. —Senku le revolvió el cabello.

—Tú te quedas con tía Amaryllis mientras tanto, ¿sí?

—¡Pero yo quiero ir también! —Hizo pucheros.

—No, hija, volveremos muy pronto.

—Pero... —Sus ojos se aguaron.

—Hija, el viaje será dentro de dos horas y llegaremos muy tarde a Tokio, no es bueno para ti —Senku se arrodilló a su lado para hablarle de forma más comprensible para ella.

—Pero yo quiero ir contigo, papi. —Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas regordetas.

Senku se derritió como bola de nieve en la superficie del sol en menos de un segundo y miró resignado a Kohaku, que negó con la cabeza.

—Lo siento, hijita, ya te dije que no.

—Bu-bueno... —Sollozó, intentando secar sus lágrimas con sus puñitos—. Perdón por hacherte enojar, mami...

—No, mi vida, mami no está enojada...

—¡¿O chea que chi puedo ir?! —La miró con ojos brillantes.

You Lost MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora