Capítulo 3: ¿Comparar con quién?

55 1 0
                                    

El Emperador había presenciado cómo Laura insultaba a la mujer de la que estaba enamorado. Hubo demasiado silencio. Laura y las otras damas de compañía enseguida hicieron una reverencia, pero él solo les dio una mirada amenazante. Yo ya había visto a Sovieshu más temprano un par de veces en el palacio, y lo miré fijamente en lugar de saludarlo de nuevo. Sovieshu miró a Laura y se volteó hacia Rashta.

—Dios.

Sovieshu suspiró. Los ojos de Rashta estaban húmedos, probablemente por sorpresa, y le dio una mirada que la hacia parecer un pobre animal asustado.

—No llores.

A pesar de su intento de calmarla, lágrimas empezaron a caer por sus mejillas.

—Dije que no llores.

Aun con el tono poco empático de su voz, Rashta no se detuvo. No parecía asustada por su infame actitud fría. Seguí mirándola. Cuando Rashta continuó llorando, para mi sorpresa, Sovieshu sacó un pañuelo bordado y se lo ofreció. Sus lágrimas no cesaron incluso cuando le ofrecía el pañuelo, él suspiró y limpió sus lágrimas.

—No puedo dejarte sola ni un momento.

Había un tono de advertencia en su voz, y mi corazón palpitó otra vez. No, era natural... era natural. Recordé las palabras de la Condesa Eliza y me di la vuelta, indicándole a mis damas que me siguieran.

—Vámonos, me duelen las piernas.

No iba a impedir que Sovieshu tuviera una concubina, pero yo era libre de evitar verlo. Las damas rápidamente me siguieron.

—Espera —dijo Sovieshu antes de que siguiera con mi camino. Primero Rashta, ¿ahora él? Sovieshu miró y señaló a Laura.

—Deja aquí a esa dama de compañía, Emperatriz.

—¿Con qué motivo?

—Déjala.

—Ella es mi dama de compañía. Necesitas decirme el motivo.

Laura se puso pálida. Sentí un viento siniestro rodear mis pensamientos. Seguramente no castigaría a Laura por lo que le había dicho a Rashta, ¿o sí? El comportamiento de Laura no era precisamente ejemplar, pero seguía siendo mi dama de compañía. Rashta, del otro lado, aun no era su concubina, ni provenía de la baja nobleza. Era probable que fuese una esclava fugitiva. Que Sovieshu castigara a Laura la deshonraría públicamente ante la sociedad.

Así como a mi, la Emperatriz.

Lo miré, y el volvió su mirada hacia Laura.

—Ella es la dama de compañía de la Emperatriz, pero también es mi súbdita. Como se atreve a hablar así.

—Entonces yo la regañaré.

—¿Tú crees que regañarla arreglará que llame a otra persona 'asquerosa'? Seguramente no —dijo Sovieshu, y le dio una orden a un guardia, apuntando a Laura.

—Enciérrenla por tres días y solo denle agua y pan duro.

Laura se puso más pálida, las otras damas dejaron salir un leve grito de angustia.

—Eso es demasiado, Su Majestad.

Me paré frente a él, pero Sovieshu me ignoró mirando a mis espaldas.

—Ella llamó 'asquerosa' a una mujer en silla de ruedas que aún no puede caminar del todo bien. ¿No crees que es demasiado?

—¡!

—Bueno, solo miraste. Probablemente pienses que no fue demasiado.

—Mis damas de compañía solo la detuvieron porque ella jaló mi vestido.

La emperatriz divorciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora