"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo."
-Dickens.En el principió le gente le tenía miedo a lo que era desconocido. Pasar por su cabeza encontrarse con algo que no conociesen era lo más terrorífico que existía, y eso está bien, tenerle miedo a lo que no conoces lo está, pero otra cosa es tenerle miedo a lo que lo sabe todo. ¿Cómo funciona eso?
La noche llegaba en un ensordecedor grito agudo, uno al que ya todos se habían acostumbrado. Aunque en un principio siempre existió la duda, "¿de dónde proviene?", "¿Qué es?", "¿por qué suena cada noche?", la mayor parte se encontraba en un punto que no les importaba, se habrían acostumbrado al extraño silbido del viento, pero no todos eran capaces de dormir con la duda. Tanto que ver, tanto de lo que preguntarse, pero tan pocas respuestas. Todo tenía un porque, pero no todos merecen saberlo.
De entre las sombras, una de ellas avanzaba. Escabullida en la oscuridad, como si fuera una más en un mar de demacrados reflejos, en la que la noche era tan solo un nuevo pasaje en un montón de vías sin rumbo. Su caminó no era muy claro, parecía seguir adentrándose más y más en la profundidad de sus propios pensamientos, alejándose indirectamente de cualquier rastro crepuscular en lo que quedaba de reino en esa gran ciudad.
El ser, con astucia salto por los barandales que sobresalían en los pequeños edificios, habilidad que sorprendió a uno que otro tritón que por ahí pasaba, aunque sin darle mucha importancia seguían sus caminos. Siguió subiendo, hasta que llego al techo por buena vez. Se paró firme y recta, tratando de admirar lo mejor que podía el resto de lugares a la vista. Aspirando profundamente el lúgubre aroma del momento. Se sentó en el extremo del techo, dejando sus pies al aire. Sacó una libreta, que destacaba por las casi sobresalientes hojas, pegadas con cinta adhesiva y un pequeño lápiz aguardando en una de las muchas páginas.
—Esto tengo que anotarlo —dijo la sombra, con una emocionada voz femenina.
Escribía con muchas ganas lo que a su cabeza llegaba, diferentes ideas y pequeños dibujos que tomaba como ejemplo para guiarse en su desordenada escritura. No había nada que sé escapase de su ratio, todo era importante para ella.
Un grito fue lo único capaz de sacarla de esa pequeña concentración. La sombra automáticamente soltó sus cosas, guardándolas entre las desordenadas prendas que llevaba. Sé lanzo a uno de los balcones del edificio, intentando captar su proveniencia. El grito se repitió, uno más apagado, pero lo suficiente fuerte para que ella lo escuchará.
Apunto la ballesta integrada a su brazo al hogar adelanta suya. Disparo una flecha con una cuerda amarrada —que era la única unía ambos objetos—, que firmemente se enganchó en la techumbre.
—Bien, si mis cálculos son correctos. Tomar de base mi peso para asignar una cohesión con la fuerza del gancho para así causar que mínimamente mi cuerpo alcance un aproximado de la zona que llega, multiplicando al cuadrado el resultado obtenido en esa suma, lo que daría-
No hubo tiempo para seguir con su monólogo, pues parecía una bala de lo rápido que la arrastro la ballesta, chocando de cara en el muro. Después de quejarse escaló hasta arrodillarse encima del techo.
—Auch —volvió a quejarse, sobando levemente su codo—. Bien, definitivamente pudo salir peor. Creo que debería después del cálculo agregar una resta, ¿tal vez podría sacar la velocidad en ondas?, o simplemente podría modificar la multiplicación. ¿Qué piensas An...? —dejo de divagar por un momento, cambiando la sonrisa que se formaba en su cara a una mueca cuándo vio a la nada misma a su lado— Oh... de nuevo estoy hablando sola...
—¡AYUDA! —un grito, mezclado con la fuerte música rompió con la propia incomodidad de Marcy.
—¡Oh!, casi me olvido —no demoró en pararse y volver a su objetivo.
A pasos largos, iba vivienda por vivienda. No estaría realmente segura de si el camino por el que iba era correcto si no fuera por la música, un retumbante saxofón que rompía el ambiente con su fragosa melancolía, que terminó siendo una inesperada orientación, pero correcta.
De a poco la respiración de Marcy se volvía más pesada, atrapando grandes bocanadas de aire. Para su suerte, parecía ya haber llegado.
—¡ATRÁS, O ELLA CAERA! —la voz ronca, amenazo con exasperación.
Apenas oyó eso dejo de correr, se agacho y con sigilo se acerco a ver hacía abajo, en ese callejón oscuro que sería un buen lugar para un asesinato. Un largo y anaranjado tritón tenía retenida a una de su misma especie, apuntando a su cara con un cuchillo. Dos guardias estaban en frente de ellos, apuntando con lanzas.
—Señor, dejé a la mujer y entréguese —hablo uno de los guardias.
—¡JAMAS! —exclamó el delincuente, agarrando a la rehén con mayor fuerza.
La mujer solamente fue capaz de seguir pidiendo ayuda, sintiéndose ahogada por presión. Si seguían así alguien saldría lastimado, la sombra tenía que intervenir.
Del bolso oculto entre su espalda y la capa, sacó dos frascos, llenos de líquidos coloreados de gris y naranja cada uno.
—Si no intervengo alguien saldrá lastimado —se susurró—, es hora de probar estos bebes jeje.
Mientras los guardias se centraban en el tritón que repetía amenazas como si eso dependiera su vida, Marcy instalaba en la ballesta la poción gris. Apenas logró ponerla, la disparó a espaldas del criminal.
—¡ATRÁS, ATR...! —el sonido de un vidrió rompiéndose atrás suyo interrumpió sus acciones, el nauseabundo olor que repentinamente captó lo hizo soltar a la rehén para tapar su boca con sus dos manos, está escapando desesperadamente del callejón— ¿¡q-qué eso!? —pregunto entre dientes, sintiendo como cada uno de sus sentidos se nublaba, cayendo lentamente al suelo.
El olor se volvió casi imperceptible apenas el hombre terminó de caer desmayado. Los guardias se acercaron con cuidado, uno usando el mango de la lanza para tocarlo.
—¿Está muerto? —pregunto, mirando a su compañero.
—¡No lo está! —respondió una voz aparte.
Ambos levantaron la vista, viendo la silueta situada arriba de ellos. La sombra lanzo el otro recipiente al piso, dejando una mancha naranja en el piso, de la que saldrían unas grandes lianas en el espacio. Brinco hasta las grandes raíces, siendo sujetada por ellas, dejándola a una distancia segura del piso.
Una sonrisa arrogante constituyo a Marcy, puso su dedo en alto y bajo de la planta. Aunque antes de seguir hablando tropezó con sus propios pies, cayendo de cara.
—Emm... ¿estás bien? —pregunto uno de los guardias.
—¡SI! —se apresuró a reincorporarse, sacudiendo ligeramente su capa—, ¡solo un pequeño error! —se excusó, nerviosamente rápido.
Los guardias se vieron, confundidos a la actitud de la humana. "¿Está qué?", una pregunta mutua que se hicieron.
—Este chico malo está totalmente bien —se agacho, abriendo uno de los ojos del tritón caído—, solo fue afectado por mi poción, que abruma cada uno de los sentidos empezando desde el olfato, hasta que se desmaye el afectado, y este chico malo lo aspiro todo —se levantó, sacando su libreta. Lo abrió y paso páginas rápidamente—. Pero yo que ustedes me lo llevaría antes de que despierte en... —entrecerró los ojos, parando por un segundo sus acciones— diez minutos... no, no, no. Creo que en realidad eran quince minutos... ¿o veinte?
Mientras revisaba dudosa las páginas de la libreta, los guardias decidieron ignorarla y cargar al criminal, llevándolo entre los dos. Marcy solo seguía divagando sin consciencia de su alrededor. Hablo sola hasta que en un intento de avanzar se topó con una pared. Se quejó y puso su mano en la nariz. Al volver a la realidad, dio en cuenta que no había nadie, se habían ido.
—Y... de nuevo hablo sola —en un triste tono, exhalo desesperanzada—. Igual creo que debería volver, ya es tarde —prosiguió, guardando la libreta.
El recorrido nocturno había acabo, y tenía que volver al castillo en que vivía. Sin apuro, camino por las oscuras calles, que no eran habitados más que por la guardabosques y su melancolía. Antes hubiese pensado que su amiga soledad sin darse cuenta la había acompañado, pero su compañía era diferente, más allá de otra sombra, más allá de otra canción, más allá de la estremecedora sensación que le causaba su propia presencia, más allá de ese extravagante mundo, que no era más de lo que dibujaban esos mentirosos, buscando siempre algo que no fuese de la verdadera realidad para pintarlo y venderlo como una nueva fantasía. Pero había otros que lo pintaban con colores grises, que expresan sus más mórbidos pensamientos... pero ¿qué significa fantasía?, ¿acaso es un nuevo producto que es tan viejo como el tiempo?, ¿o es un sinónimo de pensamiento? Nadie lo sabe, los artistas fingen saberlo, y mientras escribo este párrafo también lo hago, pero buen escritor siempre exagera las cosas, a menos que quieras apegarte tanto a la realidad e indirectamente hacer que confundan tu libro con un informe escolar. Aunque nunca nadie supo cómo describir esa sensación siempre pudieron expresarlo. Los sentimientos son lo único capaz de hacernos entender ese tipo de cosas, por más que se nieguen a aceptarlo. ¿No han escuchado la frase de "uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde" ?, ¿creen que haya alguien que lo haya llevado al extremo? Sería curioso.
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Momentos -Marcanne-
Romance"El sentimiento siempre estuvo ahí". Marcy buscó en sus pensamientos los momentos clave que lo provocarán, mientras las estrellas iluminaban sus pensamientos en busca de respuestas. Spoilers Amphibia, no soy bueno con el punto coma.