XIX

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Mmm, ¿peleas?


(Aquí ya había pasado una semana de la llamada con Rogger)

Había estado haciendo este tiempo mi planeación para el inicio de clases... me levante de la mesa para dirigirme por mi chaqueta para salir a comer, cuando mi celular comenzó a vibrar, miré de reojo y me percate de un número que no conocía.

—si?—respondí.
—Estoy en California, puedes recogerme?—comentó una voz adulta al otro lado de la línea. Era Rogger.
—En donde estas? —pregunté.
—Acabo de bajar del avión.—respondió.
—De acuerdo, en un rato estaré ahí. —comente y colgué.

Un problema más a mi bolsa, estaba bastante ocupado por el tema del regreso a clases, era este lunes, tenía mi cabello un poco más largo y el crecimiento de mi barba más grande. Tomé mi chaqueta y las llaves de mi auto. Me tardaría aproximadamente 30 minutos llegar al aeropuerto, en ese tiempo llamé a mi madre avisando que el tío Rogger estaba en Los ángeles.

(...)

En el aeropuerto me pude percatarme que había muchísimos estudiantes me sentí ansioso por un momento paso por mi cabeza él. El chico del que estaba enamorado pero que había perdido para siempre por mi orgullo.

A lo lejos se miraba un señor un tanto viejo con un traje negro y un saco. Era el bastardo de mi tío; un sujeto manipulador y con muchísimo poder.
Me acerqué llamando su atención, este feliz se acerca a saludarme.

—Damien! Mi sobrino favorito!—Expreso feliz. Odiaba ese nombre con toda mi alma.
—Rogger. Ha pasado un tiempo—Comenté.
—Donde han quedado tus modales? Cuantos años han pasado ya? 15?—Preguntó.
—No  llevo la cuenta, vámonos mi madre te espera en casa. —comente sin ánimos.
—Pensé que me ofrecerías tu casa. —comentó.
—Pensaste mal tal parece. —tome su maleta y avanzamos hasta el estacionamiento. Todo el camino estuvimos muy serios e incómodos.
Los peores 15 minutos de mi vida en ese auto, lo aparque y abrí la puerta hasta que algo me hizo quedar atónito:

—Tu sigues molesto por eso, no? —preguntó mirando su reloj.
—Eso? A que te refieres?—pregunte confundido.
—Lo que paso con "el"... todo debía quedar en el pasado Frank. —comentó.
—En el pasado? Me estás jodiendo acaso? Arruinaste mi adolescencia haciendo que el bastardo de tu amigo follara conmigo durante 3 años, eso no es un abuso? —grité.
—Abuso? Tú lo disfrutaste. No te hagas la víctima. —expresó.
—Disfrutar? La mayoría de veces estaba drogado con el medicamento que me hacías tomar, debí matarte cuando pude... sigues y seguirás siendo la misma mierda que nadie quiere porque eres un bastardo gay reprimido. —Exprese molesto. Baje del auto para darme cuenta de que no éramos los únicos ahí.

Mierda, mierda, mierda.

Mire a Ximen que parecía como si un valde de agua helada hubiera caído sobre el. Este me miro fijamente;
—Frank? Tú... —me acerque rápidamente y lo sujete de la camisa haciéndolo estrellar contra una pared.
—Tú. Ni una puta palabra de esto a madre, entendiste? —Exprese furioso.
—Déjalo Frank.. El sabe lo que le conviene. —comentó Rogger bajando del carro.
No quite la mirada de Ximen, sentía frustración...
—FRANK! que demonios haces ahora?! —Gritó mi madre a lo lejos. Solté a Ximen y lo mire fijamente.
—Nada.. solo hablábamos. —Respondí y me di la vuelta.
—Ha pasado un tiempo cuñada.—comentó Rogger.
—Si... por favor entra, estas en tu casa.—comenzamos a caminar hacia la casa, estaba molesto, tenía muchísimo trabajo y tenía que tolerar esto.

Entramos a casa, la casa de mis padres se había echo más grande el sentimiento abatido de hace 15 años aun seguía aquí, me sentía inquieto e incómodo, sentados sobre los sillones decidí levantarme hacia la cocina... la casa se sentía vacía y sola, la ausencia de mi padre había desaparecido.

Melancólico y moribundo.

—Frank... —comentó una voz a distancia. Gire para ver quien era.
—Rita? —quedé en shock al verla. —Han pasado más de 17 años, y aún sigues trabajando aquí? —pregunté.
—Un largo tiempo Joven. Ha estado bien? —preguntó con una sonrisa en su rostro.
—Si.. y tu? Porque sigues aquí, pensé que te irías a Nebraska con tu familia...—Comenté.
—Al final hubo un cambio de planes, te extrañe pequeño pelirrojo.. —se acerco con una sonrisa acariciando mi brazo, sin pensarlo la abracé.

Rita es la trabajadora doméstica desde que era un niño siempre hubo mucha confianza con ella ya que me consolaba cuando mis padres me minimizaban y estuvo para mi en todo momento, era mi nana.
Una llamada separó nuestro acogedor abrazo, respondí: "Hola? Es este Frank Johnson?"

—Lo es. ¿Quién eres tú?—respondí.
—Oh soy Caroline, bebimos unas copas antes... —comentó.
—Te recuerdo, ocurre algo..?—Fui distante y grosero.
—Oh, solo quería saber como te encontrabas... ya sabes.. tú nunca me contactaste. —respondió.
—Debía contactarte...? Jaja no creo que hayas pensado que nosotros ahora éramos algo más, cierto? —no hubo respuesta— sabes Caroline, me da gusto que estés bien pero ahora mismo estoy ocupado, luego hablamos. —colgué.
No me interesaba ella en lo absoluto así que, porque debía atenderla? Era solo una perdida de tiempo.

—Frank... esas no son formas, verdad? —Mierda, había olvidado que Rita seguía a un lado de mí.
—Lo siento...—simplemente la mire por última vez y salí de la cocina. Estar en casa me traía buenos y malos recuerdos, caminando a los alrededores me detuve al frente de una pintura de la familia, mirándola fijamente.

—Los destellos del atardecer caen sobre tu pelo, no es cierto? —una voz masculina sonó en el pasillo.
Rápidamente volteé para ver de quien se trataba...
—Te conozco...?—pregunté.
—No, en realidad no. Pero vi algo hermoso frente a mis ojos y no dude en sacarlo a la luz... eso te incomodo? —respondió.
—Es raro recibir estos comentarios de un hombre. Solo eso.
—Debes ser el joven Frank... un placer soy Luciano, el jardinero.—respondió embozando una sonrisa.
—Un placer—Comenté. Me percate de su visible lunar bajo el ojo, se veía más joven que yo aproximadamente de unos 23 años, sus cabellos eran rizados y castaños, un mentón afilado y una nariz puntiaguda... era muy hermoso.
Unos pasos al fondo me hicieron volver en sí.
—Frank... Oh Luciano! Ha pasado un tiempo.—comentó Ximen estrechando su mano.
—Supongo que si, joven. —este respondió con una sonrisa tímida.

—Frank, podemos hablar...?—preguntó.
—No.
—Frank, por favor... aunque sea 5 minutos.—insistió.
Me detuve un momento y volteé: —Luciano, puedes retirarte. Este rápidamente comprendió el panorama y se marchó.

—Habla... solo tienes 5 minutos.—Comenté.
—Lo que paso hace un rato... eso es cierto?—pregunta.
Volteé a verlo de frente y acercándome poco a poco, le respondí: "No es tu maldito problema."
Este solo se quedó decepcionado viéndome y lentamente bajando la cabeza, me di la media vuelta y dispuse a retirarme.
—Realmente eres bastante difícil, cierto...? Es más grande tu odio sobre todas las cosas? — Ximen preguntó a lo lejos.
—Sí, me repudias. —Respondí y termine de salir de ahí.
Odiaba cada minuto del estar aquí, vi a mi madre que seguía hablando con Rogger y pasándola de largo me dirigí a la puerta principal para tomar las llaves de mi coche y largarme de ahí.



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