Estaré allí para siempre.

10.4K 777 71
                                    

Jericó volvió sus pasos sobre el piso color arena de los pasillos del hotel con una pequeña sonrisa colgada en sus labios.

Parecía ser, que poco a poco las cosas tomaban el lugar que le correspondía. Eran ya las nueve de la noche. El macho se había acercada a la puerta de Eider para sacarla de allí e invitarle al bar, a bailar tal vez, y tratar de arrancar parte de aquella tristeza que la invadía aquel día. El macho primate sabía que la humana nunca lo vería como nada más que un amigo. Jericó simplemente disfrutaba de estar con una hembra que no escondiera sus ojos a los de él y le viera con nada más que simpatía y admiración. Eider Russo era su amiga y se alegraba que el pobre tonto macho que ahora estaba en su cuarto haya recapacitado.

Había otras parecidas a ella por allí. Iguales, nunca. Eider era única y siempre lo sería. Quizás, el macho podría afirmar que la mujer era la primera en hacer que su corazón se descongelara y de paso, tomo un pedazo para ella misma.

.

La lengua de Ghost estaba en las nubes. Minutos atrás, aún se encontraba concentrado en las facciones de su mujer cuando ella ordenó: -Cama ¡Ahora!-. Su cuerpo reaccionó más rápido que su mente. En pocos segundos, logro tenerles a ambos desnudos y a la mujer sobre su espalda, abierta a él como un pecado expuesto, jugosa y deseosa. Así que allí estaba, exprimiendo los jugos del coño de su Eider Russo mientras ella rastrillaba su cuerpo cabelludo con sus cortas uñas y se arqueaba con los ataques de su lengua sobre el su clitoris gimiendo en consecuencia. Pronto el macho aprendió los lugares para estar y en cuáles torturar haciendo que la mujer suspira, jadeara y gimiera.

El macho había descubierto al fin una forma de detener la verborrea de la pequeña humana. Una deliciosa forma. Pensó. Si Ghost hubiese sabido que meter su cabeza en el coño de su mujer era la solución, no habría perdido tanto tiempo.

Eider convulsionó y estaba segura que sus neuronas hicieron cortocircuito. -Oh Dios mío, por favor-. Suplico. Un estremecimiento se extendió por su cuerpo cuando el macho levantó su rostro y un dedo perverso penetró su centro. -Por favor-. Le suplicó.

El macho sonrió con malicia, su pecho retumbó mientras su cuerpo se extendía sobre el suyo y su mano libre se apoderaba de su pierna.

-Necesito que me digas que quieres mi polla en ti, dime mi Eider, dime que me quieres dentro de ti-. Suplico el macho mientras la cabeza de su pene se deslizaba de forma perversa por la entrada de la mujer jadeante y suplicante debajo de ella. Eider asintió mientras trataba de que ese pedazo caliente de carne se incrustada en ella. El macho retrocedió. -Dime-. Exigió.

-Entra en mi porfavor, lléname. Quiero tu polla muy dentro de mi ¡Ghost! Te lo ruego. Ya no me tortures más-. Suplico. El macho gruñó en aprobación mientras su caliente erección se deslizaba de forma lenta por la vagina de su Eider.

El macho apretó los dientes y sus ojos se cerraron con fuerza. Ella era cálida, apretaba y tan malditamente resbaladiza que el podía jurar que su verga protestaría si intentaba sacarle de allí. Eider gimió. El primate sostuvo su culo en sus manos cuando todo señal de control se escapaba de su cuerpo y el macho empujaba hacia delante haciendo que los pechos de Eider rebotan y jadeara cuando la vara erecta salía de ella.

Ghost estaba imnotizado con el rebote de los botones rosados que decoraban los pechos ante él. Eran pequeños pero redondos, cremoso y perfectos puntas estaban erectas y suplicantes por atención. El macho acepto la invitación, su lengua y labios succionarón y amasarón la sencible carne mientras su polla hacia una fiesta en el coño de su mujer.

Los ojos de Ghost casi se volvieron cuando Eider logró hacer círculos sobre su verga en cada embestida, pronto era él quien ayudaba al movimientos. Una leve capa de sudor cubría la piel sonrojada de su hembra mientras un cosquilleo viajaba por su columna vertebral.

Ghost. Nuevas Especies. Libro 6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora