El mal tiene muchas caras.

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Jericó sonreía y se reía de la mirada de desconcierto en el rostro de sus congéneres. La sedes habían vuelto a su estado y rutina normal ya hacía dos horas. El macho de ojos de sol sabía que el primate de cabello rayado quería estar con su compañera, así que lo guío por los túneles hasta el búnker donde se resguardaba.

Ghost había seguido sus indicaciones. Con molestias y gruñidos, ahora cargaba el uniforme de todos en seguridad. Lo más gracioso fue hacer que se colocará las botas; no fue su cosa favorita, definitivamente. Ahora el macho parecía más intimidante. Al llegar, alguno de los suyos le miraron con renuencia. Algunos se alejaron de forma simulada y Jericó pensó en cómo se sentía el mismo ante esa reacción de los suyos. Pero el macho no prestó atención. Su mente estaba enfocada solo en un objetivo.

Entonces Eider le vió. Corrió y se trepó en él como si fuese un cachorro de coala. Lo había besado. Alagado tras ver su ropa y hablado hasta que a mucho de los presentes les había dado vueltas la cabeza. Ahora, la mujer se encontraba saltando frente al macho mientras aplaudía. El primate dio un pequeño asentimiento que hizo que la sonrisa en el rostro de la humana se iluminará aún más.

-Mi Eider-. La voz rasposa y profunda de Ghost llamó la atención de la mujer. Ella dejó de hablar y le prestó atención. Pobre macho, pensó Jericó frotándose el cuello y mirando la escena frente suyo. Nadie podría haber seguido todas las palabras de la mujer. Ella seguro se molestará por no prestarle atención, volvió a pensar. El macho se olvidó que aquellos dos no eran seres comunes y que aún cuando las palabras no eran su medio para comunicarse, hablaban.

-¿Si?-. Preguntó ella con la sonrisa aún en los labios y doblaba su cabeza de forma tierna, con sus ojos brillantes y grandes. Ghost contesto.

-Me alegro que hayas conocido a todos. Y si, me gustaría conocerlos. Siempre podremos volver si así lo quieres. Las hembras pueden visitarte cuando quieras y te llevaré con ellas si lo deseas. La doctora tiene razón, debes cuidarte. Iremos con ella mañana. Pero no podemos quedarnos con los cachorros humanos mi Eider. Sus padres se pueden enfadar.-. Dijo en orden. Muchos de los rostros antes contraídos por la verborrea de la mujer ahora tenían la boca abierta por la forma simple en que el macho respondió a más de cinco minutos de preguntas en historias.

-Oh-, se quejó la mujer. -Pero yo quiero nuestro propio cachorro. ¡Lo llamaremos Casper! Trisha me ha dicho que será igual que tú. ¿Te imaginas? ¡El será hermoso! Porque será macho... Las otras compañeras humanas solo tienen machos. Y le enseñará a leer y...-. el macho la detuvo nuevamente. Esta vez su rostro estaba triste.

-Mi Eider. No podemos tener cachorros. No puedo darte eso-. Aseguró.

-¡Pero si podemos! Ven-. Le dijo y arrastró al primate con ella. Jericó suspiro y los siguió, tenía el presentimiento que el primate necesitaría apoyo para esto.

Ghost sintió si pecho contraerse. La inquietud se esfumó de su alma justo en el momento en que le vio sonriendo en medio de un grupo de hembras. Ellos le miraron con renuencia. A Ghost no le importó. Estaba allí por ella, por su Eider, por su compañera; no había vuelto a subir con los demás después de levantada la alarma; estaba preocupado y nervioso. Jericó lo llevo con ella. Estaba descubriendo en el macho alguien en quien confiar. Le gustaba.

Ahora esto, pensó. Ella corría con sus pies descalzos, no tuvo ningún problema para seguirle. Pero, No podía darle...

-Cachorros-. Dijo el macho en voz alta cuando un grupo de pequeños especies corrieron hacia ella. Ghost no estaba seguro el significado de la palabra "Tía" pero si ponía aquella sonrisa en el rostro de su compañera aceptaría que los pequeños especies le llamarán de aquella forma.

Ghost. Nuevas Especies. Libro 6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora