Isaac.

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El sol entró a través de la puerta entreabierta, despertando a Zaya. El minotauro ya no estaba en la cama, aunque ella recordaba haber dormido con él.

La pelirroja se levantó y sintió un ligero dolor en su sexo. Sonrió y sintió sus mejillas calentarse al recordar aquello.
Al levantarse, notó que había un bonito vestido corto en una silla cerca de la cama. Era de color verde y tenía bastante escote. A un lado estaba un par de zapatillas y unas bragas.

Zaya alzó una ceja, ¿de dónde había conseguido aquello Atheun?

Se estiró un poco antes de comenzar a vestirse. El olor a comida comenzaba a llegar desde la cocina.
Cuando estuvo ya lista, salió y se apresuró a ir al comedor.

Se sorprendió al entrar y ver que Atheun estaba a la mesa tomando café y algo de comida en frente.

—¿Tú cocinaste?—Dijo tímidamente la princesa mientras se acercaba.

—No.

De la cocina salió un joven. Era alto, de casi dos metros, delgado, de piel completamente blanca y cabello rubio. Posó sus ojos rojizos sobre la princesa y sonrió.

—Ah, tú debes de ser Zaya.—Dijo él mientras dejaba unos platos sobre la mesa.

—¿Y tú eres?

—Se llama Isaac.—Respondió Atheun.— Él se encarga de cuidar el templo del bosque y es un elfo.

Isaac se inclinó ligeramente frente a Zaya.

—Princesa, por favor coma algo. Preparé suficiente para los tres...si es que Atheun no tiene hambre.

El rubio se rió y miró al minotauro. A éste no le daba gracia que su compañero quisiera hacerle burla frente a la pelirroja, pero no dijo nada.

—Seguro está muy satisfecho.—Aseguró Zaya mientras se sentaba a lado del minotauro.

Ella le dedicó una ligera sonrisa. Sus mejillas seguían rosadas y parecía tener un buen humor.

—Creí que siempre estabas solo.—Dijo ella y empezó a comer frutos rojos.

—A veces tengo visitas inesperadas.

—Y eso pasa porque no haces las cosas a tiempo.—Isaac se sentó frente a la princesa.— Hoy debía estar temprano con Xava, nuestra querida bruja, y resulta que se quedó dormido.

—Fue culpa mía.—Dijo Zaya.—Lo siento.

Por debajo de la mesa, Isaac rozó con su pie la rodilla de Zaya, ella simplemente lo miró y sonrió ligeramente.

—Iré con Xava.—Dijo finalmente Atheun y se levantó.

—¿Y yo qué hago?—La pelirroja se levantó y sujetó el brazo de su compañero.

—Mmmh... supongo que Isaac puede llevarte a conocer el templo.

Ella miró al elfo, quien a su vez le sonreía mientras jugaba con una fresa entre sus dedos.

Isaac llevaba una especie de bata ajustada de color negra y con símbolos extraños color dorados. Parecía la de los sacerdotes en el reino, solo que esas eran blancas.

Zaya y el Minotauro. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora