Aquella misma noche, nadie podía retener su humor positivo al ver al mohicano de vuelta; por mucho que se quejasen a veces, todo era muy raro cuando él no estaba.
Al terminar, todos se fueron a sus habitaciones...todos menos Caleb. El centrocampista estaba en el campo de entrenamiento, dando toques con el balón totalmente sumido en sus pensamientos, pero su calma no duró mucho ya que pronto alguien llegó al campo.
- Pensé que estarías descansando - Al oír aquella voz, el moreno se giró conectando su mirada con la de Nathan, él se mantenía algo al margen.
- Ya he descansado mucho esta mañana - Cuando le pasó el balón, el contrario lo recibió sin problema y tras dejarlo a un lado se sentaron mirando al cielo.
- ¿Los niños de antes son familia tuya? Tienen los ojos idénticos a los tuyos - El mohicano solo sonrió y le explicó todo al defensa, éste se veía feliz - Debes estar feliz, tienes una familia.
- Todavía no soy feliz - Aquella declaración hizo que el peliazul le mirase algo confuso, viendo cómo llevaba una mano a su pecho arrugando la camiseta - Hasta que me deshaga de esta presión, no podré serlo.
- ¿Acaso te preocupa algo? - El contrario solo negó antes de mirarle de reojo.
- Es por tu culpa - Nathan solo le miró atónito, ¿qué había hecho él? - Desde que tu llegaste, todo ha cambiado demasiado...
- ¿A qué te refieres...? - Sin responder de forma verbal, Caleb solo tomó la mano del defensa y la colocó como una pistola antes de pegarla a su corazón, el contrario estaba atónito.
- Desde que nos conocimos, he tenido este sentimiento dentro... - Su mirada se clavó en la mano del peliazul - Me enamoré, me enamoré de ti como un imbécil... - Desvió sus ojos hasta que conectaron con los del contrario - Puse en tu poder una pistola apuntando hacia mi corazón, y confié en que nunca apretarías el gatillo...pero ya no sé cuál será tu decisión.
- ...No voy a apretar nunca el gatillo, Caleb - Aquella respuesta sorprendió al nombrado, pero no tuvo tiempo de responder algo.
En cuanto quiso darse cuenta, Nathan había tirado de su camiseta y le había pegado por completo a él. En un comienzo, aquellos labios hasta el momento desconocidos para él parecieron dejarle atontado, pero pronto pudo reaccionar y devolverle aquella sensación al peliazul... Había cumplido su promesa, no había disparado aquel arma que le rompería el corazón.
Cuando se separaron, ambos se miraron durante unos segundos, intentando recobrar el aliento. Aunque eran conscientes de que estaban en la realidad, aquello parecía un sueño para ellos y casi como si se hubiesen conectado, ambos buscaron la mano del contrario para entrelazarla con la suya propia...era oficial, no estaban en un sueño.
- ¿Y bien? - La mirada del defensa se clavó en la del contrario al oírle - ¿Seguirás sin apretar el gatillo o acabarás con esto ahora mismo?
- Pienso continuar con la promesa de no apretarlo el tiempo que me sea posible... - No añadió nada más antes de volver a besarle, separándose de vez en cuando solo para observar los brillantes ojos del contrario.
Después de aquella noche, los días habían pasado de forma muy rápida. El partido contra Orfeo ya había tenido lugar y, aunque la muerte de Ray Dark había afectado un poco a Caleb, Nathan se mantuvo a su lado en todo momento para ser su apoyo, algo que el contrario agradecía.
Por su parte, los momentos que Caleb pasaba con su familia iban a más conforme pasaban los días. Había vivido momentos muy divertidos con sus hermanos, pero también había tenido conversaciones muy serias con Sophia en las que había descubierto cosas como el maltrato por parte de su padre hacia ellos y las ganas de la mayor de pedir el divorcio... Toda la situación de su madrastra le hacía recordar a la que había vivido en Japón con su madre, al parecer su padre no planeaba cambiar nunca y eso le enfurecía.
Cuando quisieron darse cuenta, el día del partido contra Brasil había llegado. Todo el equipo estaba muy concienciado sobre la importancia de aquel partido: en él no solo se jugaban el pase a la final, sino que la seguridad de los jugadores de Os Reis estaba en juego y no pensaban dejar que Zoolan Rice se saliese con la suya.
En cuanto pisaron el campo, los gritos entusiastas del público parecieron alegrarles, aunque todo se esfumó rápidamente en cuanto apareció el dirigible de Zoolan, aquello pareció llenar el campo de un ambiente negativo...pero sin duda solo una persona se llevó la peor parte.
El mohicano no había podido evitar abrir los ojos de par en par al ver a Aarón Stonewall junto a aquel hombre, ¿de verdad su padre se había aliado con alguien así? Por instinto, su mirada se paseó por las distintas gradas buscando los rostros de Jacob, Emma y Sophia, los cuales no tardó en encontrar...se les veía muy asustados.
Cuando su padre se dirigió al banquillo, su mirada conectó con la suya y pudo sentir cómo se paralizaba, estaba aterrado de aquel hombre y no poco. Por un momento sintió que le costaba respirar, pero pronto pudo sentir una mano que tiraba de él hasta arrastrarle a los vestuarios.
- Nathan... - El peliazul le miró a los ojos, sosteniendo sus manos con fuerza.
- Estoy aquí, estoy a tu lado... No te va a hacer nada, ¿vale? Está en frente de miles de personas, si tiene algo de cabeza no se acercará siquiera a ti... y si lo hace, todos estamos aquí. ¿vale? No estás solo, Caleb... - Escuchar a su novio decir aquello había sido un gran alivio para él.
Tras un rápido pero cariñoso abrazo seguido de un beso robado, ambos volvieron al campo, por suerte el partido todavía no había comenzado gracias a la aparición de Zoolan.
En cuanto el árbitro dio el pitido de inicio, Caleb hizo todo lo que estaba en su poder para dejar la mente totalmente en blanco y concentrarse única y exclusivamente en el partido... Nathan estaba tras él cubriendo sus espaldas, nada malo podía pasar...
Si era él quien tenía el dedo en el gatillo, sabía que todo iría bien... ¿verdad?
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PULL THE TRIGGER ;; Inazuma Eleven ✓
Fanfiction''Me enamoré, me enamoré de ti como un imbécil. Puse en tu poder una pistola apuntando hacia mi corazón, y confié en que nunca apretarías el gatillo.''