Capítulo 3

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La crisálida del Estudiante Definitivo, y antes también.

Detente.

No.

Me dejarás solo.

¿Eh? Eso es imposible, yo siempre estoy contigo.

Pero no lo merezco. Por favor, detente.

Tienes que vivir.

No quiero vivir así.

No es como que tengas opción. Esto no tiene nada que ver contigo.

...por favor...

...

...

Yo me encargo. Cierra los ojos.

No... tú no entiendes.

Cierra los ojos, Hajime.

No me llames, me haces sentir que me he vuelto loco.

...

...

¿Realmente puedo confiar en ti?

Eso es lo único que puedes hacer.

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Supongamos que un día despiertas, y simplemente sabes que algo está mal.

No sabes qué es lo que está mal, pero algo no está bien, y te incomoda.

Intentas resolverlo.

Lo dejas estar.

Un salón ruidosamente vacío, la falta de personas haciendo bulla con su presencia no cubre las palabras que rondan por su mente una y otra vez.

Un pupitre rayado con claras palabras de abuso no parece ser el problema, no lo son los golpes, no las miradas, las burlas al pasar, o las conversaciones mal disimuladas. Es el cansancio que no sabe que lleva en la mochila, es su cordura caminando por la cuerda floja, es su vida gritándole a una pared que la aproveche mejor de lo que él está haciendo.

Es la incomodidad.

Ese era su primer recuerdo, o el más antiguo. Un recuerdo borroso en la superficie de su mente al que ni siquiera quiere darle importancia.

Un recuerdo aburrido, no significa nada.

Aun así, recordarlo duele; saber que existe duele; ignorarlo duele.

Simplemente no puede olvidarlo, se a grabado en su mente como si hubiese echado raíces en su cerebro.

Es molesto.

Es aburrido.

Quiere que se vaya.

--------2--------

La presión sobre su pecho es desagradable.

Le molesta incluso más cuando es consciente de que sobre su pecho no hay nada, y en vez de eso es la sensación de que el aire no corre correctamente por sus pulmones. El pitido constante dentro de su cabeza no le permite pensar bien, es casi doloroso, es como si un camión lo hubiese arrollado.

Un sabor agrio se asentó en su boca al reconocer finalmente la sensación de su cuerpo, exactamente igual al despertar luego de una operación, desagradable. Por mucho que quiera maldecir a su ser pasado, lo único que hace es abrir los ojos lentamente. Su cuerpo se encuentra entumecido después de haber dormido por tanto tiempo, y se descubre prácticamente incapaz de hacer un movimiento sin sentir que en su piel mil agujas se clavan por ello. En cierta forma, le parece placentero.

No feels, no hope [komahina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora