Capítulo 2

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-Preludio de un asunto desconocido-

El primero en estar sentado en su sitio en el salón de clases ese día, con el uniforme prolijamente planchado e impecable, con una brillante sonrisa en su rostro lleno de vida, a la espera de conocer a sus magníficos compañeros nuevos, profesores e institución, probablemente, no fue él. No, Komaeda Nagito no era esa clase de persona, e incluso si lo intentaba, su suerte no le permitía llegar a tiempo a ninguno de sus compromisos, por lo mismo, ese "glorioso" primer día de clases Komaeda llegó caminando tranquilamente al pasillo principal del edifico del curso principal luego de que el tal Juzou le mirara con incredulidad cuando, sin preocuparse de su tardanza de ya 5 minutos, inició con él de todas las personas, una larga conversación basada en preguntas con respuestas obvias. Con su cabello hecho un nido blanquecino, la corbata mal anudada, la camisa afuera y la carta de ingreso en la mano, que después de haber corrido un tiempo esta se encontraba arrugada ligeramente. 30 minutos tarde; Sonrió, eso sí, probablemente nadie estaba más feliz de estar en la academia que él.

—Joven— Le llamó un hombre de traje negro, que se situaba delante de todos los alumnos que se encontraban ahí, junto a un hombre viejo y otras dos personas que, en realidad, no valía la pena destacar. Komaeda le miró con atención, incitándolo a continuar —, llega tarde.

—Eso veo— Fue lo que respondió en un tono bajo. Ese sería el inicio de los problemas, estaba seguro de ello, pero tenía confianza de que estaría bien, lo máximo que le pasaría sería ser catalogado como un "chico problema".

Pero eso no era nada nuevo.

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Komaeda percibía un murmullo a su alrededor, sin embargo, a su mente no le pareció tan importante como para traerlo de vuelta a la realidad, aún así, Monaka le llamaba con insistencia, a pesar de ver que el mayor no reaccionaba con ello, totalmente inmerso en sus recuerdos. Era algo que solía pasarle bastante seguido, lo quisiera o no, su cabeza repetía sus momentos de alegría y desgracia como un bucle constante dentro de su mente, comúnmente cuando se distraía en alguna pequeña tarea. Lo odiaba. Deseaba todos los días que se detuviera, que no siguiera esa película de su infancia y adolescencia, donde cada buen momento que pasaba era cortado por la desgracia de su suerte. Era asfixiante.

Tanto su nueva realidad como la anterior, las lagunas, las parálisis diarias, la incertidumbre, la desesperación y la esperanza, la soledad que solía asaltarlo antes de que se diera cuenta. Había días en los que despertaba y realmente esperaba que su enfermedad lo terminara de consumir por completo, que lo terminara de matar pero ahí estaba, 4 años después de que el médico le informara sobre su condición, y aun no moría. Era horrible. Era increíble. Era desesperante.

Quería que parara.

—Nee, Servant, ¿realmente crees que puedo ser la próxima Enoshima Junko?— No era la primera vez que Monaka le exteriorizaba ese pensamiento a Komaeda, en un día normal, este le prestaría su total atención y le soltaría un montón de disparates sobre la esperanza y desesperación que ella traería al mundo; No solo le subía el ego, sino que también lograba que el chico dejara de poner esa cara tan... molesta. Sin embargo, esta vez no surtió ningún efecto, su mente estaba atrapada en ese medio año en la academia, antes de que lo suspendieran indefinidamente, antes de volverse desesperación, antes de... él.

Y otra vez su mente le arrojaba esa pregunta: ¿Quién era él? Creyó ingenuamente que como ya estaba tan adentro de sus recuerdos, podría saber la respuesta, pero, de nuevo, se encontró deteniéndose a sí mismo con un clásico e insoportable dolor de cabeza, volviendo a la fuerza al presente, volviendo al salón frente a Monaka y Kurokuma, volviendo a los incesantes gritos que se filtraban por las ventanas, de vuelta a la pesadilla de la que no podía despertar, o el sueño interminable que quería arreglar: Su realidad.

No feels, no hope [komahina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora