11. Vamos al metro y nunca me sueltes.

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Capítulo: XI

Zia

—Se me olvidó por completo, hoy tenía que entregar el proyecto de la clase de literatura. — Bufó Farah mientras se dejaba caer en mi cama.

Me encontraba en mi computadora viendo cortos de los capítulos de Malcom, definitivamente Peter tenía buen gusto.

—¿Por qué?

—Este último mes me la he pasado en la casa de Alex, Por fin ayer me pidió que fuera su novia. —Dio pequeños aplausos mostrando su felicidad.

—Me alegro por ambos - me acerque para darle un abrazo—, sabes... Mejor olvídalo.

—Anda suéltalo.

Dudé unos cuantos segundos.

—Yo creí que solo era algo casual.

—También lo creí. —Suspiró— Estar con él es algo que nunca había experimentado.

—Supongo que es algo que buscabas inconscientemente.

—Nunca lo había pensado así. ¿Crees que tenga oportunidad de entregar el trabajo?

—Es algo difícil de decir. ¿Por qué te preocupa ?, es solo un trabajo. —Pregunté confundida— No creí estar viva para ver qué te preocupas por la escuela.

—Lo sé, ni yo me creó esto. —Volcó sus ojos —Ya es momento de tomarme en serio mis estudios.

—Buscaremos otra alternativa para reponer esos puntos que te faltan.

—¿Has hablado con Nate?, no lo he visto por la escuela.

—Si, hace unos días me dijo que se iría a la casa del campo de sus abuelos.

—¿Todo está bien con él? —Inquirió preocupada Farah

—Tiene problemas en casa, pero está bien. En una semana lo tendremos de vuelta.

—¿Segura?

Le eche un vistazo a mi computadora, pensativa. Quizás debería de llamarlo otra vez, pero había dejado claro que solo necesitaba un tiempo a solas, sin mencionar que la conexión de internet y teléfono eran casi inexistentes.

No quise ahondar en el tema, ya que ni yo sabía a cien a ciertas lo que estaba ocurriendo con Nate.

Nuevamente Farah me había convencido a ir al departamento de Alex, al abrirse las puertas del elevador, vi a Peter que se encontraba recargado en el barandal de cristal.

—¿Qué tal sus clases del día de hoy?. —Nos preguntó Alex

—Muy mal. —Declaró mi acompañante- Se me olvidó por completo un proyecto y hoy era el último día de entrega.

El chico la atrajo a él con un fácil movimiento. Sabía que estaban por ponerse melosos así que decidí ir al balcón.

—Hace mucho frío para que estés aquí - me coloque a su lado.

—No sabía que tú también vendrías.

—La verdad es que ni yo, pero heme aquí.

—Mmm —Murmuro, mirando hacía a la ciudad. — ¿Quieres? -Me ofreció el cigarro que tenía entre sus dedos.

—Paso.

Dio una calada enorme, dejando escapar de sus labios un gran humo con formas peculiares. Parecía estar disfrutando del clima y del lugar en donde nos encontrábamos.

—¿Qué te pareció la serie? —Enarcó sus cejas.

—No sé cómo me he perdido de tanto, —Me quejé— definitivamente es una obra de arte. No me imagino a una madre tener que lidiar con las diferentes personalidades de sus hijos. Algo que es poco usual, pero me encanto como lo utilizaron, es cuando Malcom rompe la cuarta pared y tiene ese pequeño espacio para que interactúe con su público.

Blanco Y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora