- Cuéntame tu historia - El hombre rompió el silencio - La de tu hija, nunca me dijiste por qué la crias tú sólo
- Yo... - Suspiró su compañero - Creo que te refieres a Erika, ¿No es así?
- Sí, así es - Sorbió un poco se café
- Está bien...Nos conocimos un 14 de febrero hace ya casi 8 años, en un baile escolar tú sabes a lo que me refiero, el ambiente de un montón de parejas bailando tan cercanos entre sí, y no hablo de sus cuerpos, quiero decir, incluso siendo así de jóvenes podías inquirir solo por sus muecas de felicidad el cariño que se tenían, mucho habrá tenido que ver la música o eso creo yo. Pero de cualquier forma, paseando entre los pasillos solitarios del instituto, pues todo estudiante ya se encontraba en el auditorio, me encontré de frente a una chica de cabello azabache corto, piel canela, llevaba puesto un precioso vestido azul con cisnes blancos adornándolo. Sus preciosos rasgos faciales tan finos le daban un aspecto tierno, una nariz respinganda y labios delgados provocaban sonreír. Fue la mejor decisión de mi vida, y lo digo sin duda alguna, haberla saludado.
- Hola - La salude extendiendo mi mano, algo nervioso.
- Hola - Respondió al gesto apretando mi mano, sonriendo - Mi nombre es Erika.
- Soy Mike, creo que te vi en el club de literatura.Más temprano que tarde nuestra platica se extendió por un largo rato, su rostro era iluminado por una sonrisa especial, quizá por su belleza, pero apostaría más el significado que tenía, solo apareciendo mientras hablaba de temas apasionantes para ella.
Si tuviera que elegir una cosa, solo una cosa, por la cual me enamoré de esa chica, seria lo paso al que es, y todo lo que ello engloba; desde una sonrisa perfectamente dibujada en sus delgados labios, hasta el brillo de sus ojos que iluminaban algo más que su rostro y el ambiente. Fueron esas pasiones lo que más no unieron, la pasión por la literatura, por el arte, compartir ratos con ella solo hablando de todo lo que en nosotros provoca una canción es de los mejores recuerdos en mi pertenencia. Y como esperas escuchar, eventualmente sucumbimos antes un grito silencioso del corazón que clamaba nuestros nombres, la unificación de esa cariño, que finalmente se consolidó en una tarde soleada debajo de un árbol. Fue mágico, recuerdo todos esos pequeños detalles como las incipientes hojas amarillentas cayendo al fondo y su respiración agitada que se aceleraba conforme me iba acercando a sus labios. Sí, tan tan suaves y cálidos como lo parecían, el tacto de su piel también lo era, tenía una forma muy tímida y reconfortante de repartir caricias alrededor de mi rostro.
Me gustaría sin duda regresar a esa época, porque han sido los momentos más maravillosos de mi vida. Como te dije antes, me enamoré de los pequeños detalles, del tipo bailar juntos una canción romántica y dejando un beso junto al cierre de la canción, o quizá solo escuchar música de amor recostados en la cama, tomando nuestras manos y cerrando los ojos para sentir verdaderamente el mensaje de la canción. Cosas como preparar una rutina que jamás se volvía pesada, ir a comer con su familia los viernes, ver una película esa misma noche, pasear por el parque los sábados, los domingos comería en mi casa, incluso entre semana se planeaban pequeñas salidas sobre todo para ayudarnos con las tareas
- Estás sonriendo - Interrumpio el hombre - Hace tiempo no sonríes así
- ¿Tú no harías lo mismo? No son recuerdos trágicos en lo absoluto - Aclaro antes de seguir la historiaPero los finales felices solo existen en las películas que con regularidad veía en casa de Erika. Alguna vez escuché sobre su depresión, diría que es el tipo de persona depresiva a la que no se le nota, carcajeaba mucho y rara vez estaba triste, supongo que cuando realmente se derrumbaba el daño era más grande de lo pensando, ahora sé que ese comportamiento no es para nada extraño en pacientes con ese padecimiento. Viví muchos episodios y recaídas a su lado, alguna vez intentó acabar con su vida, y eso creó en mí un cuadro depresivo severo. Me acostumbré tanto a su presencia que imaginar su ausencia solo me revolvía el estómago y me postraba en la cama, me dejaba inerte. El cariño se convirtió en dependencia, es lo peor que puede pasar, me volví dependiente a su cariño, y no digo que la siguiera a todas partes, que controlara cada aspecto de su vida, pero se notaba un cambio de actitud en mí cada que algo parecía no estar bajo mi control, más nunca dije nada al respecto, ni ella dijo nada respecto a sus verdaderos sentimientos, por lo menos no los negativos.
Tuvimos buenos momentos, perdimos juntos la virginidad, realmente me gustaría decir que lo disfrute y que eso nos regresó el cariño mutuo, pero no fue así, ni siquiera sé por qué lo hicimos. Eventualmente pasó lo que debía pasar, ella me mandó por un tuvo. Me repetía a mí mismo que solamente era un colapso, que pronto todo volvería a la normalidad y se daría cuenta de que me extrañaba; pero no puedes extrañar a lo que te hace daño, nunca pude ayudarla a prosperar con su condición, la estancaba con mis acciones y decisiones. Siempre estuve para ella, y siempre estuve dispuesto a ayudarla, porque al final quería verla siempre feliz, pero, ¿Qué hay de mi felicidad?
Dejé de saber de ella al menos un año, pero regresó, en forma de una llamada. Su madre me notificaba algo que a día de hoy no entiendo, encontró a su hija colgada en su cuarto. Es decir, me animaba a mí mismo convenciéndome de que la depresión no tenía como fin uktimo el suicidio, y aún así, el corazón se me resquebrajaba mientras un nudo en la garganta me cortaba el aliento. Colgué de inmediato el teléfono, corriendo hasta su casa, encontrándome a su familia destrozada que ya esperaba mi llegada, aunque fue más un presentimiento que una deducción. El evento tuvo lugar hacia ya varios días, pero no se animaban a cumplir su voluntad de notificármelo.
Creo que tú como yo, en mi lugar, en algún punto la habrías maldecido por irrumpir de esa forma en mi paz interior. No había una razón fuerte para que yo me enterase, al menos no cuando apenas lograba reconstruir lo que yo mismo destruí tiempo atrás, mi estabilidad. Pero ahí me encontraba, en un sillón escuchando a mi ex suegra tratando de deducir todo lo que había hecho mal, culpándome, ocasionalmente, de forma indirecta por lo sucedido, y mi cabeza solo podía aceptar los reclamos.
No fui a su sepultura, porque mi corazón no soportaría ver a quien llamé como el amor de mi vida siendo cubierta con tierra, inerte y apenas asimilando que jamás la volvería a ver. Varias noches tuve ganas de llamar a su teléfono o mandar un mensaje para crearme un falsa ilusión de que ella contestaría, que calmaría mis penurias y me diría que todo estaba bien. Escuchaba todas esas canciones que alguna vez nos unieron, las lágrimas me nublaban la vista al instante que la primer nota sonaba a través de los audífonos. En verdad esperaba su regreso, que mágicamente cruzara la puerta y me sonriera regresando la vitalidad de mi alma que consigo se llegó. Pero nada de eso iba a pasar, y nunca más podría disfrutar otra vez de su sonrisa.
Para este entonces vivía solo mientras estudiaba una carrera, y una noche en vela, una de las tantas madrugadas en que el insomnio me obligó a luchar con mi propia mente, alguien tocó la puerta de mi departamento. Al abrir, con muchas ganas de insultarlo por molestar a altas horas de la noche, me topé con una cesta al frente, y unas pequeñas manos extendiéndose fuera de la cobija que la cubría. La levanté en brazos, descubriendo su rostro, y juro que vi el rostro de Erika en ese bebé que me sonreía a pesar de ser un total desconocido para ella. Evité llorar tanto como pude hasta que su pequeña mano sostuvo mi dedo con fuerza, obligándome a ser un mar de llanto.
Esperé al amanecer para preguntar al personal de seguridad para revisar las cámaras, que solo captaron una figura encaprichada dejando al infante en mi puerta. Busqué por mucho tiempo a su madre, pero jamás di con ella. No tenía el corazón para abandonarla, yo cuidaría de ella, de alguna manera eso sonaba bien.Encargarme de su cuidado ha sido toda una desventura, sobrellevar, además, mi vida de estudiante, representa para mí la mayor prueba de que soy capaz de hacer milagros. Sin darme cuenta fui volviéndome capaz de sonreír nuevamente, supongo que la generación espontánea tan grande como es la manutención de un hijo te obliga a centrarte, aún a día de hoy sigo sin saber qué habría hecho sin la ayuda de mis padres.
Pero conforme va ido creciendo, adquiere más parecido físico e incluso conductual con Erika, ocasionalmente viene a mi memoria por ver fijamente a mí hija.
- ¿Qué te impide conseguir pareja? Ha pasado mucho tiempo desde...
- Es cierto que llevo un buen tiempo sin conseguir pareja, pero creo que ha sido un proceso de reconciliación con mis sentimientos y la aceptación de mi temor al abandono, a la partida de quien ama. Me estoy dando la oportunidad de recuperar la confianza de amar, creo que lo lograré
- ¡Papá!Una pequeña niña interrumpió el diálogo mientras entraba al establecimiento con su impermeable aún puesto, corriendo hasta uno de los dos hombre abrazándolo, detrás suyo la seguía un mujer joven, castaña, de piel clara y con una sonrisa encantadora que se dibujaba al ver a padre e hija juntos
- Y creo que poco a poco lo lograré - Retomó el tema antes de pararse de la silla con la niña en brazos
- Yo creo que lo harás - Afirmó su acompañante haciendo lo mismo para retirarse del establecimiento
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Historias Cortas
Short StoryPublicaré algunas historias o textos cortos mientras puedo concluir los capítulos de "Un romance sabor cereza" ¿Me echarías una mano compartiendolo? ;)