10.04
Silencio. Ojalá hubiese silencio. Haaken Agnarsson se mueve en su cama en busca de alguna posible fuente de calor. Hace frío. Seguro que la calefacción no funciona. Vuelve a escuchar ruidos, pero está demasiado adormilado como para diferenciarlos. Automóviles, y quizá también motocicletas, bocinas. Demasiadas. Seguro hay un embotellamiento. Música y voces desde la parte inferior de la casa, que parecen provenir de una radio. Ladridos, cada vez más cerca. Abre los ojos al sentir peso sobre él y baba en su cara.
El chico se queja sin muchos ánimos intentando tranquilizar al Lundehund noruego que tiene encima. Este es un canino rectangular, pequeño, flexible, casi tanto como un gato, y demasiado enérgico que ahora lo mira con ojos risueños en espera de un gesto de cariño o si quiera alguna señal que indique una caminata por los bosques de Grímsey.
Con la poca voluntad que Haaken tiene en esos momentos, mira el reloj digital. Son poco más de las diez.
— ¡Haaken! —en la oscura habitación retumba el grito de su padre— ¡Visita para ti!
El aludido resopla y se estruja un poco más en su cama. No tiene ánimo para recibir visitas. Sabe quién es e inclusive a qué viene. Y no quiere escuchar.
La puerta de la habitación se abre, empujando los pedazos rotos delo que hasta el día anterior había sido un espejo. A la vez, se asoma una silueta, pero no avanza más allá del marco. Para la sorpresa de Haaken, además de su primo, lentamente se asoman más personas.
—Haaken —dice lastimosamente Bjarni Kjartansson—, amigo, no puedes estar así por siempre.
La vista es miserable. Verlo era igual que ver un cadáver. Sus ojos inyectados en sangre y vacíos, mirando a la nada y con ojeras oscureciéndole el rostro. Lleva la misma ropa que ayer y no parece haberse movido más de lo necesario.
El cachorro abandona a su amo para jugar con los intrusos de la habitación en busca de afecto. A Bjarni le duele más de lo que deja que se note el ver a su primo así. Más de lo que Haaken creería alguna vez. Un poco más allá del marco de la puerta, estaban Rookkvi, Glóey y Agla, compañeros de clases del muchacho, que se asomaban culposos a la habitación. Ninguno de ellos puede creer que Haaken, quién siempre pareció tan fuerte, esté ahora prácticamente abandonándose a morir sobre un cochón. Soportó burlas y desprecios la mayor parte de su vida, pero nunca llegó a este punto, y aunque muchos de ellos no lo admitan, eso los acobardó.
Cuando al fin alguien deja de esperar una respuesta, se escucha:
— Tú… tú aún puedes convencerla de que vuelva. Ya sabes que Audúr no soporta la presión —dice Rookkvi, que se sentía como un niño pequeño caminando sobre hielo fino.
— Ya váyanse, ella no va a volver —Haaken se gira sobre sí mismo en su cama, dándole la espalda a sus visitas y cubriendo su cabeza con los brazos. Justamente eso es lo que no quería escuchar. El nombre de Audúr duele. Todos oyen un carraspeo—. Nunca.
Bjarni entra a la habitación, pero hay muchas cosas tiradas en el piso que no le permiten avanzar. Los demás lo siguen. Se podía sentir una extraña mezcla de tensión y frío en el aire allí, como si no fuera el mismo que el del resto de la casa. Una pequeña chispa parece encenderse en la oscuridad, y es el cachorro que sale jugueteando por el pasillo. Haaken, que aunque no lo vio pudo escucharlo, no puede evitar sentir un tanto de envidia del animal y su falta de interés en el mundo. La oscuridad reafirma su presencia y el frío no cesa.
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Almas sucias
Short Story¡Hola! Soy nueva y estas son mis primeras historias. Cada capítulo es un una historia individual, pero tienen algo en común: todos marcan lo que un alma sucia significa. Capítulo 1 "Almas sucias": Audúr deja la ciudad sin avisar o darle explicacione...