Irse con estilo

2 0 0
                                    

Kathya abrió los ojos con las últimas fuerzas que le quedaban. El inmutable sonido de las máquinas a su lado eran prueba de que no le quedaba mucha vida. Mejor dicho, su vida se había casi acabo, de no ser por sus hijos que ibana  verla. Eso no era vivir. Respirar mediante tubos, estar conectada a cáteteres y depender de morfina para no agonizar no es vida. Sus niños eran lo único que le recordaban los buenos tiempos. Y odiaba tener que dejarlos. Cierra los ojos y recuerda ese día que renunció a la quimio. El tumor era terminal de cualquier forma, ¿para que sufrir más de la cuenta?

Recuerda haber dejado a los cuatro pequeños con Olga, su hermana, para ir a ver al doctor. Estaba preocupada por los niños, se aseguraría también de dejar un testamento específicando todo. Y así lo hizo. Cuando entró al consultorio el médico le dijo "Si no quieres hacerlo, no tienes que hacerlo, la verdad es que terminarás igual de cualquier forma". Ella sabía a que se refería con eso.

La muerte era un poco más dulce sabiendo que dejó buenos niños en el mundo.

Recuerda que al siguiente día los efectos secundarios de estarse muriendo aparecerían. Esa amargura en la garganta. La divagación sobre las cosas que nunca vería. El primer novio de Nikolay. El casamiento de Irina. El primer día de escuela de Anna. La adolescencia de Masha. 

Recuerda haberse levantado aquella mañana. Los niños estaban en silencio en sus camas. Alcanzó el telefóno y llamó a una empresa de limousinas. Una limo salía casi igual que una quimio. Y ella se iría con estilo. Busca en su armario hasta dar con el vestido que usó en el funeral de su madre. Era triste de recordar, pero era justo para la ocasión. Fue a la habitación de cada uno de los niños, los despertó y los vistió lo mejor que pudo para que el frío de Rusia no les afecte.

No pasó mucho tiempo hasta que un largo automóvil negro se estacionó frente a la casa. Nikolay no podía creerlo. Entraron a la limousina y en chfer empezó a conducir sin rumbo.

Se dirigían al Norte, en donde estaba el consultorio de su médico. Eso traía malos recuerdos. Kathya entonces ordenó al chofer amablemente que vaya al Oeste y el obedeció. 

Irina sólo quería que escucharan la radio. Nikolay se sentó en las rodillas de Kathya y le susurró todo sobre los chicos crueles de la escuela. Anna estaba actuando como una niña grande, con una taza de té en sus manos mirando por la ventana hacia la ciudad. Y Masha. Ah. Masha se veía igual que su abuela. Oh, Masha.

Kathya abrió los ojos por última vez en la cama de ese hospital. Se iría con estilo.

Almas suciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora