La sabiduría espontánea

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Finalmente llegamos a nuestra  casa en Brooklyn, si hablo con honestidad tenía la ilusión de vivir en un edificio moderno donde saludaríamos al portero cada vez que se saliera a la calle, a pesar de eso me gustó la casa, tiene un aspecto rústico y moderno que se ganaba mi aprecio a comparación de nuestra anterior casa del terror. Al entrar noté que tiene muchas ventanas, la cocina es muy moderna, tiene puertas francesas que dirigían a un patio extenso, el espacio de la sala de estar parecía estar a la medida con nuestros muebles y adornos, al subir observé las resbalosas escaleras rústicas y al final conocí mi nueva habitación.

Con solo verla me encantó, es una habitación mediana con paredes blancas, con muchas ventanas y un armario café, cumplió mucho con mis expectativas más de lo que pensé. Empezamos a instalarnos con nuestras cosas, podía ver la emoción de mi madre al decorar la casa de la forma que siempre lo deseó mientras que papá y Ben se encargaban de las cosas pesadas, en cuento a mí, estuve sacudiendo el polvo y barriendo. Después de largos días de limpieza, pude descansar en mi habitación y la estuve contemplando un buen rato, en especial la pared que dejé en blanco para pegar fotografías que me voy a tomar con mis amigos, de cierta forma siento que es una buena forma de resaltar mi estilo que lo estuve reprimiendo.

Quise hablar con Ben pero lo escuche discutiendo con su ex novia por teléfono, me entristecía que Ben no hubiera tomado las cosas bien, pero creo que después de una relación de dos años ninguno lo haría, compartimos mucho con ella como si fuera parte de la familia e incluso recuerdo la primera vez que ella fue a nuestra casa. Era verano de hace dos años cuando estuvimos en una reunión familiar jugando cartas, Ben entró tan nervioso como ella lo estuvo y al verla todos estuvimos sorprendidos porque a pesar de sus miles de amores pasados era poco probable que nos presentara a una chica, de todas formas enamorarse es tan inesperado como tropezarse en la calle, puede ser en cualquier momento, a cualquier hora y en cualquier lugar.

Ben se sentía culpable por no haberle dicho antes la noticia de la mudanza, tuve el valor de abrir la puerta y le dije: - ¿Quieres una pizza?-  ¿Si, por qué? - Quiero apoyarte- Asentó la cabeza y salimos. Es la primera vez que hacíamos este tipo de cosas así que lo considero algo muy especial. Cuando llegamos a la pizzería notaba que Ben seguía preocupado y un poco triste, es un poco alarmador porque es el más optimista de toda la casa, ya no pude contener mi angustia y le pregunté - ¿Qué ocurre?- Suspiró y me respondió-  No lo sé, siento que hice las cosas mal- ¿Por qué? Si fueron muy felices los últimos 2 años- Lo fuimos, pero al darle la noticia que me iba cayeron sus lágrimas con facilidad y le dije que la puedo visitar los fines de semana pero no quiere mirarme a los ojos- Tranquilo te escucho- Pude haberle dicho con tiempo las cosas pero lo único que conseguí fue alejarla totalmente de mi, ya no se qué hacer. 

En la otra mesa estaba una mujer adulta con una mirada dulce y sabia, con una forma delicada de comer, era notorio que era feliz viviendo. Nos observó desde que entramos al restaurante con Ben, al parecer estuvo atenta a nuestra conversación y se nos acercó- ¿Puedo sentarme con ustedes?- Por supuesto- le dije con emoción pero a Ben no le agradó la idea en lo absoluto- Disculpen mi atrevimiento pero estuve escuchando su conversación y me llamó mucho la atención sobre lo que estás pasando con esta chica- Ben un poco confundido dijo- Pues si amo mucho a esa chica pero al parecer no quiere ni intentarlo por la distancia- La mujer lo observó con empatía y le aconsejó- Amigo mío la vida es muy corta, esa mujer está dolida pero de seguro te sigue amando, no quiere verte porque eres su debilidad y eso le molesta. Si tú la amas vuelve al pueblo un fin de semana si es necesario, discúlpate si lo deseas, pero hazla sentir especial hasta el último minuto, de pronto si no aceptó verte estando ahí recuerda que lo diste todo hasta el final y empieza a disfrutar porque vivir no se trata estarlo sino de sentirlo.

Me sorprendió la sabiduría que pudimos adquirir de una persona desconocida pero la vida tiene sus momentos clave que la hace diferente de un momento a otro, la agradecimos por sus consejos y le pedí la dirección de donde trabaja para visitarla, siento que sería una excelente consejera. No pude parar de pensar en aquella enseñanza, mirando al techo de mi habitación y me di cuenta que nunca me había enamorado de la forma loca que lo hizo mi hermano o cualquiera que viera haciendo detalles simples, lo más raro es que amo escribir cartas, leer libros de romance  y todo lo que conlleva a la época tradicional del amor porque para ser sincera hay algunos aspectos que no me agradan de esta época de conquista. Darme cuenta que nunca he experimentado amar, tiene su explicación y me asusta mucho su efecto secundario cuando das tu mejor versión y todo termina siento un recuerdo naufragando en la memoria. Los pensamientos no me dejaban dormir así que escribí en mi cuaderno de letras:

"Amar es el sentimiento que más anhelo pero el que más me aterra, es la fuerza que mueve el mundo, la fuerza que nos hace tiernos y vulnerables ante una persona, lo que provoca risas y llantos, lo que nos mantiene vivos o muertos. Pensar sobre amor me eriza la piel, me hace creer sobre mis futuras posibilidades de sentir a una persona tan clavada en mi vida que podría lastimarme a su antojo y el hecho de amar es como apostarle a la vida una parte de uno que no regresa."




Amor en una fotografíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora