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Llegaron a la entrada de la finca e Irena admiraba toda la casa con sus verdes campos

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Llegaron a la entrada de la finca e Irena admiraba toda la casa con sus verdes campos.

Y eso que sólo estaban afuera.

Se despidieron de Tendou y Semi con la promesa de volverlos a ver otro día, posiblemente el día siguiente de navidad o quizá pasarán el día juntos en Año Nuevo.

La casa sigue siendo tal cuál como la vio por primera vez cuando Wakatoshi lo presentó como su pareja frente a su madre y abuela, la anciana de broma no se desmayó ese día mientras que su madre sin tener una reacción en específico asintió.

Todo sigue siendo demasiado tradicional y en la actualidad esa casa es gigantesca para que sólo vivan dos personas, ahora el silencio debe reinar en esa casa más de lo normal.

El silencio era un poco ensordecedor para alguien que estaba acostumbrado a una guerra en casa donde los gritos aumentaban conforme los años; todavía le aturdía un poco el silencio de dicha casa.

Aunque supone que debe ser por el hecho de que prácticamente es una finca bastante apartada de carreteras y el sin fin de terrenos es para los campos de cosecha o los animales.

Se ha quedado muy pocas veces en esa casa, incluso podría contarlas con las manos sin ningún problema.

Lo que en verdad le sorprendía era que Irena no estuviese llorando en los brazos de alguno de los dos en ese momento, es cierto que se mostraba bastante precavida como siempre, pero en sus grandes ojos se veía mucha emoción.

—Irena... —le llamó la atención Shirabu cuando la niña quiso alejarse un poco de la entrada para ver qué había más allá.

—Iremos a ver los animales si te quedas cerca —dijo Wakatoshi.

Apenas escuchó eso, la niña volvió a acercarse a Shirabu y tomó su mano.

Justo antes de que Wakatoshi pudiese tocar la puerta alguien más la abrió.

Esa persona era la madre de Wakatoshi, Ushijima Kata.

La señora todavía llevaba el cabello corto, con algunas canas y, por supuesto, su típico semblante serio.

No ha cambiado casi nada desde que la conoció.

—Wakatoshi, bienvenido a casa. —Luego se giró hacia Shirabu—. Tiempo sin verte, Kenjiro-san.

—Madre —fue todo lo que dijo Wakatoshi aparte de hacer una pequeña reverencia que Shirabu imitó.

Every little thing we doDonde viven las historias. Descúbrelo ahora