C'mon Love Me!!

-4-

"Ugh"

-Aaagh! Que horror!- grito cansado el chico de cresta sobre su cama.
Después de despedirse de aquel ruso que había captado su atención desde hace un tiempo, salió corriendo disimuladamente de allí.
Después de aquella escena no quería verle a la cara, más que nada por vergüenza que por otra cosa.

Tomo una última vez las mantas de su cama con fuerza y se sentó, empezó a despojarse de su ropa para ponerse una más cómoda. -Ya tuve suficiente por hoy- comentó, tomo con fuerza una vez más la manta de su cama y se sentó frente a su tocador.
Se miró detalladamente y sonrió.
Aunque le avergonzara la situación por la qué pasó, no pudo evitar sonrojarse ante el recuerdo.

Era la primera vez que le veía más de cerca, era la primera vez que establecían una conversación, y no pareció verle raro al ser descubierto con una falda en mano, aunque el de cresta sabía que aquello puede que fuera por la estupida excusa que se inventó en ese momento.

Animado, empezó a tomar su escaso maquillaje que guardaba en uno de los cajones de llave de aquel simple tocador; tomo su pequeño estuche de sombras oscuras junto a unas brochas y empezó a realizarse un maquillaje simple pero lindo, a su estilo. Tomo un brillo labial con brillos y se lo aplico en sus labios.
Una vez terminó su maquillaje, se levantó y caminó a su puerta para ponerle seguro a este, para nada su padre debía verlo de esa manera, o lo castigaría.

Se quitó su pijama y de unos de los cajones de su closet saco un short corto Adidas negro y una playera blanca que se ajustaba a su cuerpo.
Tomo unos pompones debajo de su cama y volvió a ponerse frente al espejo de cuerpo completo que colgaba detrás de su puerta.

Feliz y tratando de hacer el menor ruido posible, empezó a realzar las rutinas que el equipo de porristas realizaba.
Esa era la razón de porque le gustaba verlas después de clases, le gustaba aprender todos esos pasos, esos pequeños brincos y rutinas rítmicas que realizaban.

Se miraba en el espejo y su sonrisa se ampliaba más y más, amaba aquello, más que el fútbol americano.
Se sentía libre, se sentía el mismo.

Dejo su imaginación correr, y de a poco paso de estar en su cuarto al enorme campus de la universidad, con todos gritando alegres y emocionados ante su presencia en el equipo de porristas.
Y lo miro a el, dando ritmo a sus movimientos con el instrumento que colgaba de su cadera, mirándole feliz y orgulloso de él.

Y sin más, salió de su sueño, encontrándose una vez más ante su triste realidad, se quedó quieto y mirándose en su espejo.

-Que mierda me detiene?- se preguntó, dio unos pasos hasta quedar cerca de su reflejo y lo toco.

-Que mierda me detiene de ser yo mismo? A quien trato de engañar?- volvió a cuestionarse sin darse cuenta de las lágrimas que salían de sus ojos y acariciaban sus mejillas.

Se dejó caer de rodillas y empezó a limpiarse su rostro, soltó los pompones amarillos que compró meses atrás y las lanzó lejos.
Con el torso de sus manos empezó a desmaquillarse, cosa que su lágrimas yacieron la tarea más fácil y volvió a mirarse.

Tenía miedo.
“Que tal si me odian?, Qué tal si les doy asco?, qué tal si... qué tal...”

Entre más lo pensaba más se daba cuenta de los absurdo de sus miedos.
Así como le miro Volkov, sin una pizca de asco ni rareza, así debían de hacerlo todos.
No había nada de malo con sus gustos, no dañaba a nadie ni mucho menos, entonces... ¿Por qué no se atrevía?

Sin querer pensar más por ese día, se levantó y camino a su cama.
Se cubrió con las mantas de este hasta la cabeza y tomó su celular para distraerse con algún video o algo... hasta caer dormido.