P r ó l o g o

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❛ Cuando ya estés en la cima del Iceberg, ¿Qué más deseas hacer? ¿Qué será de tu vida después de llegar ahí? ❜

   Aquellas eran las preguntas que atormentaban a George todos los días con demasía, ¿Qué haría cuando consiguiese el éxito? Aunque tenía ya una parte del mismo, sabía que no estaba en la punta, cercano, pero aún no. ¿Quizás finalmente se centraría en su vida personal y no laboral? ¿Dedicaría sus días a buscar a alguien con quién compartir su legado?

   Dejó escapar un par de suspiros mientras observaba las pinturas colgadas en las paredes del museo, sus pinturas y su museo. Un sitio dedicado a su arte, el cual había sido adorado y aclamado desde que su amigo le convenció en postearlo en internet. Era ridículo el cómo había llegado hasta aquel punto, pero lo agradecía.

   George no era ególatra ni mucho menos avaricioso, era amable, varios le describían como un Sol debido a la alegría y calidez que siempre parecía transmitir. Siempre buscaba la equidad, el respeto y era demasiado empático, más de lo que debería ser. 

   Él nunca habría pensado en dedicarse a la pintura, siempre creyó que terminaría trabajando en puestos de comida rápida o desperdiciando sus horas frente a una computadora, viviendo bajo el techo de sus padres. Pintar era sólo un hobby para él, aún si se le consideró como un genio a temprana edad, sus progenitores se habían centrado en marcarle con dureza: Uno no vive del arte.

   Pero ahí estaba, con su propio hogar, taller, museo, pagando sus propias cuentas sin ayuda de nadie y sobretodo, dedicándose a algo que sí sabía hacer y que también amaba. No había podido elegir una mejor vida. Y es que la misma era perfecta.

— Miren a quién tenemos aquí. — La voz inconfundible de Alex se hizo sonar en la habitación, resonando entre todas las huecas paredes del lugar. — Al artista que hizo todas estas obras y no me paga ni un centavo por haberle convencido de publicarlas.

— Oh, calla. — Le respondió, dejando escapar varias risas al escucharlo, sabía con claridad que era una broma. — Mejor tu dime, ¿Qué haces aquí? Creí que hoy trabajarías.

— Mmmh sí. — Divagó, dirigiendo su mirada hasta los cuadros colgados, suspirando. — Me escapé, últimamente mis jefes se están volviendo pesados y me exigen más de lo que estoy capacitado, ¡Yo entré por finanzas, no para servir café! — Se quejó prontamente.

— ¿Sabes hacer café? — Jugueteó, riendo aún más cuando el hombre le miró con falsa indignación. — Deberías pedirles un sueldo más alto al menos, si te van a traer de sirviente, que te paguen más.

   La conversación murió con un "Debería" por parte del pelinegro, teniendo que despedirse después por una llamada de su jefe, exigiéndole que volviera al trabajo. De nuevo, George se quedó solo, admirando su arte.

˗ˏˋ El Arte de Amar ˊˎ˗ | DreamNotFoundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora