Prompt: Together/ Apart
Sherlock varias veces se iba de viaje debido a las misiones que el gobierno de estados unidos, a través de Billy, le encomendaba. William también debía hacer lo mismo pues desde que su condición de salud había mejorado quería ayudar en todo lo posible para hacer el mundo un lugar mejor. Aunque a veces tenía que cumplir obligaciones en Nueva york, así que se quedaba cuidando la casa que ambos llamaban su hogar, el cual más bien era su pequeño nido de amor. Disfrutaban tanto estar juntos viviendo una vida domestica que a regañadientes tenían que separarse para hacerse cargo de sus deberes, pues sabían que su labor era importante ya que había tantos problemas alrededor del mundo que requerían de que alguien los solucionara.
Ya sea obteniendo información, cumpliendo misiones o charlando con personas influyentes toda acción que realizaban era significativa. Ahora mismo se estaban despidiendo en la sala de estar de su casa pues Sherlock iba a realizar un viaje a Asia y no iba a volver en varios meses, provocando que William se sintiera triste pero aun así su pecho se inflaba de orgullo pues su esposo estaba ayudando a combatir a los demonios que traían infelicidad al mundo.
-Amor, no quiero soltarte- mientras lo estrechaba en sus brazos.
-Tienes que ir querido, Billy debe estar esperándote en el puerto- intento convencerlo el rubio mientras acariciaba los largos cabellos de su esposo.
-Lo sé, pero eres tan encantador que no quiero dejarte nunca.
-Jajaja dices cosas tan lindas- rio suavemente William mirándolo con su bonito ojo lleno de cariño.
-Creo que debo dejarte algo para que me recuerdes- mientras se alejaba levemente.
-¿Qué sería eso...? ¡Ah! Nngh- gimió al sentir como el otro mordía su cuello con algo de fuerza dejando una marca.
Después de eso Sherlock lo miro intensamente y le robo un beso antes de finalmente despedirse diciéndole que esperara por él y que le traería un bonito recuerdo. William solo quedo observando la puerta y tocando su cuello con el pensamiento de que seguramente tendría que usar una bufanda a pesar de que ya no hacía tanto frío.
Estar separados era increíblemente molesto y un poco doloroso, pues se habían acostumbrado tanto a estar juntos que dormir sin la compañía del otro los hacía sentirse absolutamente solitarios. Sherlock se encontraba en algún país de Asia recorriendo un mercado pues se le habían acabado las provisiones y no podía evitar observar la gran cantidad de collares interesantes que se verían muy bien en el cuello de su Liam. En este país las doncellas que se encargaban de entretener al emperador llevaban trajes completamente vistosos adornados con toda clases de gemas y Sherlock solo podía imaginar con deseo como se vería su querido esposo vestido con las mas finas telas y piedras preciosas.
-Liam es un buen bailarín ¿me pregunto si me concedería una presentación especial para mí?- mientras observaba el espectáculo que su hospedador había preparado para él.
Las mujeres tenían una gran habilidad para la danza pero Sherlock no estaba para nada interesado. Sin embargo no lo demostraba, pues no quería arruinar su posibilidad de acceder a información privilegiada. Extrañaba tanto a su esposo que antes de ir a dormir se dedicaba a imaginarlo a su lado besándolo y brindándole caricias, lo que daría por poder abrazarlo en este instante e incluso darle atenciones más intimas. Su Liam era tan irresistible que lo hacía desearlo enormemente aunque estuviese a miles de kilómetros de distancia.
Era lo mismo para William quien al no tener a su esposo a su lado se llenaba de pensamientos negativos con los cuales todavía estaba aprendiendo a lidiar. También tuvo que hacer un viaje, pero solo fue al otro lado del país y por menos de un mes. Sin embargo extrañaba tanto al otro que en las noches solitarias se complacía así mismo pensando en que era su Sherly quien lo tocaba susurrándole dulces palabras de amor. Igualmente cuando estaba en nueva york se encargaba de mantener en buenas condiciones su casa. Mientras pensaba que parecía una esposa que esperaba impaciente el regreso de su marido que se fue de viaje de negocios.
Había algo que lo avergonzaba un poco y aquello era que solía probarse los abrigos de su Sherly para sentirse rodeado por el aroma de este. Aquel era su secreto y se moriría de vergüenza si el otro se diera cuenta en algún momento, lo cual de hecho era así pero Sherlock no se lo mencionaba pues le parecía completamente adorable.
Los días pasaron y una bonita mañana de viernes Sherlock apareció en la puerta lleno de paquetes haciendo que William sonriera y molestara al otro.
-Creo que alguien se emociono con los souvenirs- mientras reía suavemente ayudando al otro con las cajas y bolsas.
-Lo siento, amor. Cada cosa que veía parecía perfecta para que tú la usaras o para nuestra casa.- terminando de poner su carga en la mesa y extendía sus brazos- Ahora recíbeme correctamente.
-Claro, querido- mientras iba y lo abrazaba refugiándose en su pecho- ¿Cómo estuvo tu viaje?
-Fue un éxito, pero te extrañe demasiado- mientras alzaba el mentón del otro y lo besaba dulcemente transformándose pronto en un contacto hambriento, estuvieron varios minutos entre besos hasta que Sherlock recordó algo
-¿Qué sucede?- preguntó con curiosidad el rubio.
-Traje algo que me gustaría que usaras, si quieres claro-dijo Sherlock anhelante.
-mmm está bien- dijo pensativamente aunque no era capaz de negarle algo al otro.
-Cierra los ojos- le pidió y después apareció con un bonito traje parecido a los que usaban las bailarinas que vio en su viaje.
-No sabía que estas cosas eran de tu gusto- dijo William mientras observaba las vestimentas de seda roja pareciéndole divertida esta petición descabellada- espera aquí me lo pondré para ti.
Después de que volvió Sherlock quedo con la boca abierta pues el rubio se veía absolutamente encantador con aquellas ropas.
-¿También quieres que baile para ti, querido?- se burló el rubio quien llevaba un parche sobre su ojo.
-Por favor- dijo con algo de vergüenza el hombre de cabellos oscuros al ver que el otro lo leía a la perfección.
Entonces William comenzó a hacer suaves movimientos dando lo mejor de sí para darle un buen espectáculo a su esposo quien en menos de diez minutos se le lanzó encima llenándolo de besos.