ETHEREAL ━━ klaus mikaelson ✓

chapter seventeen

▬▬▬▬ PARTE DOS,
CAPÍTULO DIECISIETE

DESPUÉS DE DOS DÍAS AGOTADORES de ayudar a Rebekah a averiguar dónde estaba el último roble blanco, descubrir que los Salvatore habían sido dueños de los registros de talado durante ese tiempo, y luego, después de un incidente con Damon, quemar el último roble blanco roble, Violet finalmente pudo pasar un tiempo con su alma gemela.

Aunque no duró mucho, porque poco después, tuvieron que ir a cazar a Finn para que los hermanos pudieran desvincularse el uno del otro.

—Hola, Finn —Klaus habló con una sonrisa, sus manos entrelazadas con las de Violet mientras caminaban. 

Finn los miró. —Hola, Niklaus. No tengo nada que decirte.

—Bueno, no estoy aquí para charlar. Te preguntaré una vez, ¿dónde está mamá?

Finn no se molestó en mirar a las almas gemelas mientras caminaba, visiblemente caminando un poco más rápido como si estuviera tratando de escapar. —Buscando la manera de terminar con nuestras vidas —Luego volvió la cabeza para mirar a su hermano—. Y cuando lo haga, me sacrificaré de nuevo.

Klaus sonrió. —Qué bueno que te encontré. Necesito tu ayuda.

Finn sonrió con incredulidad. —No quiero ayudarte. Solo verte muerto.

—Bien, bueno, esa es la cosa. Verás, no podrás verme muerto, porque si yo muero, entonces tú igual, así que deseo incumplido —Violet se rió disimuladamente ante el comentario, mirando al híbrido con una sonrisa que él le devolvió.

—Oh, ve a molestar a alguien más con tus encantos, Niklaus. ¿Quizás a tu pequeña alma gemela de allí? —Comentó el mayor de los hermanos.

—¿Por qué? Quiero molestar a mi hermano. Necesito que me acompañes a Mystic Falls. Tengo una bruja que deshará nuestro vinculo y ese tonto hechizo —Klaus explicó.

Finn levantó la voz, harto por completo de su hermano. —¡Yo quiero ese vinculo!

Klaus puso una mano sobre el pecho de Finn para detenerlo. —Sigues diciendo quiero. Déjame reformular: volverás conmigo o te pondré de nuevo en ese ataúd en el que te pudriste durante 900 años.

—Lo que le pasa a uno, le pasa a todos —Finn recordó—. Puede que no sientas los efectos de la daga, pero perderías a tu preciosa Rebekah —Se burló.

Finn se burló, sacudiendo la cabeza y alejándose unos metros antes de apresurarse hacia un callejón. Pero, desafortunadamente para Finn, Rebekah ya estaba allí esperando.

—No hagamos esto más difícil, mi querido hermano —Rebekah habló.

Finn la miró con incredulidad. —¿Estás de su lado? —Cuestionó—. Rebekah, nos tenía en féretros.