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04 de febrero de 2021.

Emilia.

— ¡Correte que me hago pis! — le grito a Julián, que está cerca de la puerta con dos valijas. Mi hermano, riendo, se hace a un costado para que yo pueda entrar corriendo a casa, más precisamente al baño. — ¡Hola chicos! — saludo a los que estaban en el living mientras sigo mi camino al baño.

Cuando llego a mi destino, hago pis de campeonato, como dirían en Los Sims, y siento mi cuerpo relajarse. Mientras me lavo las manos caigo en cuenta de que habían más de veinte monos en el living de mi casa, lo cual es extraño porque Julián y yo recién llegamos desde Córdoba.

Salgo del baño con mi mejor cara de confusión, llego hasta el living y los chicos, al verme, se ríen, supongo, que por mi maratón hasta el baño y también por mi cara de no entender nada.

— Feliz cumple atrasado, Memi. — es Lit el que habla haciendo sonar luego unas maracas que tiene en las manos.

— ¡Sorpresa! — grita el resto.

Los miro incrédula, miro la casa decorada incrédula, y miro a mi hermano más que incrédula. Él me sonríe y todo lo que se ve en sus ojos era amor y felicidad. Me acerco corriendo a abrazarlo fuerte, bien fuerte. Le agradezco en un murmuro para después repartir abrazos entre los chicos, ¿y el covid? En este momento ni lo tuve en cuenta.

— Feliz cumple, eu. — Gonza me sonríe antes de abrazarme. Me sorprende un poco verlo ahí ya que desde hace unos meses se ha alejado un poco de mí, o bueno, no sé si podemos llamarlo así ya que nunca fuimos realmente unidos, pero luego de su session con Cazzu ya no me hablaba más que cuando era una charla de grupo.

— Gracias, eu. — le copio antes de separarme sonriente.

Saludo a Lomba y a Santi, que están junto a Gonzalo, y busco con mi mirada a Alejo pero no hay rastros de él. Suspiro. Él también está un poco raro últimamente. Decido no darle importancia a su ausencia y disfrutar con los que sí pudieron y quisieron venir.

Es un grupo muy variado, desde traperos hasta futbolistas y maestras jardineras, ¿quién lo pensaría?

— Bueno, anda a bañarte y cambiarte que en un rato más hay joda. — me anuncia Sol.

La miro ofendida. — ¿Me estás diciendo sucia, acaso?

— Sí, te estoy diciendo rubia inmunda. Ahora dejá de alargarla y subí a arreglarte, dale, dale. — me apura empujándome hasta las escaleras.

Subo, voy hasta mi cuarto y luego al baño que tengo ahí. Abro la llave del agua caliente y, mientras se calienta, me voy sacando la ropa. Tengo una sonrisa estúpida en el rostro. Siempre fui una persona de pocos amigos, en especial cuando mi hermano comenzó a hacerse conocido. Siempre tuve miedo de confiar y que me apuñalen por la espalda, porque pasé por situaciones así y no quiero que se repitan, así que me mantuve cerrada en mi círculo con Sol, Fiore y Coni. Me llevo bien con mucha gente, como por ejemplo los amigos de mis exs, pero de ahí a que confíe en ellos ya es distinto.

Pero estos chicos se han ganado mi corazón y mi confianza, y encima lo hicieron en poco tiempo. Desde Santi, el compañero de River de mi hermano, hasta el grupo de traperos, en especial María, Duki, Tiago y Mateo, con quienes hablo casi a diario y he formado una hermosa amistad. También está Alejo, a quien le estaba empezando a abrir mi corazón pero de repente se alejó, y me temo que, al parecer, lo hizo demasiado tarde, pues me importa muchísimo y me duele el hecho de que se marchara sin decirme nada.

Cuando estoy terminando de bañarme la música comienza a hacerse escuchar por toda la casa.

Después de envolverme el pelo en la toalla, abro el armario y es cuando agradezco tener tanta ropa, ya que sino tendría que pedirle a mi hermano que suba mis valijas y revolver ahí hasta encontrar algo limpio y que combine.

Es una noche calurosa pero linda, no sé, es rara para ser febrero en Argentina, porque suelen ser muuuuuuy calurosas. Agarro unos shorts de jean claritos y muy cortos, me pongo un top que más parece el corpiño de una bikini, es negro y tiene cruzadas un par de tiras por el estómago y la espalda, y en los pies me decido por mis texanas blancas. Me miro al espejo y siento que le falta algo al look, estoy unos segundos analizando hasta que se me ocurre agregar un cinto negro. Y sí, definitivamente eso lo completa.

Me secó el pelo rápido y me maquillo un poco, no mucho pero tampoco apenas, ya que tengo cara de muerta después del viaje. Una vez lista bajo a la planta baja y me sorprendo al ver muchas luces de colores, más gente y hasta un DJ. ¿En qué momento instaló todo su equipo?

— ¡Ahí 'ta la cumpleañers más linda! — me giro hacia la derecha, por donde Duki se acerca a mí sonriente. Me abraza después de entregarme una botella de birra.

— Te extrañaba mucho, negrito.

— Y yo a vos, rubia. — me revuelve un poco el pelo y yo lo empujo jodiendo.

— Che, ¿y...? — estoy por preguntar por Alejo pero él me interrumpe.

— Mañana hablamos de eso, hoy se perrea, se toma y se festeja la vida. ¡Salud! — levantamos las botellas y las chocamos antes de tomar.

Miro a mi alrededor a mis amigos tomando, bailando, riendo y disfrutando, y sonrío. Mauro tiene razón. Esa noche tengo que festejar la vida, mi vida, junto a esa gente hermosa que me llena el alma y el corazón.

Mi mirada llega hacia uno de los sillones, desde donde Gonzalo me mira con un semblante sereno. Cuando hacemos contacto visual una media sonrisa aparece en su rostro, levanta su vaso en el aire y yo hago lo mismo con mi botella. Un chinchín a la distancia.

PERDIDAMENTE • Bizarrap.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora