Una luz de esperanza

270 28 2
                                    

Jungkook jamás se imaginó que se convertiría en un empleado de oficina, porque a decir verdad, los trajes no iban con él, pero ahí estaba, en un traje adecuado a su cuerpo, con zapatos bien lustrados, y una asfixiante corbata rodeando su cuello, mientras se ponía en cuquillas para dejar un ramo de orquídeas frente a aquella lapida que había sido colocada en aquel bosque hace algunos meses

—Hola, Tae. Llego un poco tarde por lo visto —suspiró, observando un ramo de girasoles en el mismo lugar—, tal parece que tus padres siguen sin entender que las orquídeas eran tus favoritas. O solo parece no importarles ni un poco.

Acomodando ambos ramos sobre la tierra para no despreciar el detalle, que aunque forzado, por lo menos se tomaban la molestia de hacerlo; soltó aire de manera pesada mientras tomaba asiento en su lugar, sin importarle arruinar ese caro traje.

—Sabes, estuve pensando seriamente sobre toda esta situación... Ya han pasado cinco años desde que te fuiste, y aún no deja de doler... Fui con un psicólogo no hace mucho, hablamos, y me dijo algo que estuve considerando por varios meses. Pero creo que tiene razón.

Jugueteando con el aro de plata sobre la tierra, relamió sus labios buscando las palabras correctas.

—Voy a dejar de venir, Tae, todo este tiempo estuve pensando que sería egoísta de mi parte no venir a verte, que estaba dejando de lado todo lo bonito que vivimos si lo hacía. Pero entendí que venir a verte solo me recuerda lo infeliz que soy sin ti —aseguró— no puedo seguir viniendo si siempre voy a salir deseando que todo esto sea una horrible pesadilla de la cual anhelo despertar.

Con pesar, enterró definitivamente el aro de plata en la tierra, dejando los ramos previamente acomodados sobre él.

—Por favor no me odies por esto. Solo recuerda donde sea que estés, que siempre serás mi primer amor. Que te amé como nunca había amado a nadie antes. Debo salir adelante sin ti bebé, y espero que puedas perdonarme.

Dicho esto último, se puso de pie con dificultad por el entumecimiento por estar demasiado tiempo en esa posición.

Asegurándose antes de irse, de hablar y negociar con quien ha estado cuidando de ese lugar todo este tiempo, comunicándole su decisión, y pidiéndole que lo siguiera haciendo mientras se le fuera posible; ansiando con todas sus fuerzas, que sus restos y su alma descansaran en paz eternamente. Libres de prejuicios y acusaciones sin sentido.

Libre de todo el dolor que le causaron.

Mientras iba saliendo de ese lugar que con el tiempo empezó a ser usado como una especie de cementerio, con sus manos secando las lágrimas sobre sus ojos, no se percató que una persona igual de distraída que él venia en sentido contrario, provocando que ambos cuerpos colisionaran, y el ramo de azafrán cayera al suelo por el impacto.

— Oh, lo siento mucho, no fue mi...

— No se preocupe, fue mi culpa por venir distraído también —explicó aquella persona, mientras trataba de evadir incómodamente la mirada atenta del otro sobre él— Hum... debo irme, con permiso —tomó el ramo entre sus manos otra vez para intentar retirarse del lugar.

Claro, intentarlo.

— Espera... yo... ¿Cuál es tu nombre?

— ¿Perdón?

—Es que, te pareces mucho a alguien, y yo... ¿te gustaría tomar un café conmigo?

— No le estoy entendiendo nada, creo que me está confundiendo, debo irme, con permiso.

— ¡No! —Tomó de su brazo para retenerlo, pero lo soltó de inmediato en cuanto notó la mirada asustada del otro—Lo siento es que... sabes que, olvídalo, tienes razón me equivoque; es solo que acabo de salir de visitar a alguien y, tú te pareces mucho a él.

Siempre te elegiré a ti - Three Shot KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora