trust/promise

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Tadashi despertó sumamente tarde, tuvo que ir al trabajo sin bañarse, con la camisa arrugada y con el cabello enmarañado.

Salió de su departamento corriendo hacia la estación del metro.
En efecto parecía un día malo, pero Yamaguchi intentó ser positivo y pensar que sólo era un mal comienzo, aunque lamentable no fue así.

Al entrar a la empresa en la que trabajaba una chica chocó con el y le vació su café encima.

— Yamaguchi san, ¡lo siento mucho!

— No te preocupes, fue un accidente— respondió intentando mostrar una sonrisa amable, ya que básicamente había sido culpa de ambos.

Con la camisa mojada el pecoso subió a su oficina, donde se sentó en su escritorio dando un suspiro.

Con ayuda de papel higiénico se secó el café lo más que pudo, al menos ahora "solo" era una enorme mancha.

Un par de toques en su puerta lo interrumpieron y su cara se descuadró en una mueca al ver a su jefe.

— ¿Haruno sama?

— Buen día Yamaguchi.

Su jefe no era un rufián afortunadamente, pero por supuesto que el pecoso lo respetaba mucho y siempre procuraba ser totalmente correcto y pulcro frente a él, pero justo ahora parecía un desastre.

— ¿Todo está en orden? Te ves... diferente.

— Honestamente se me hizo tarde.

— Oh, ya veo. Bueno, vengo por las gráficas de las ventas de la última semana.

— Por supuesto.

Tadashi abrió su maletín y sintió que su corazón dio un vuelco cuando el folder en el que venían las gráficas en las que había estado trabajando arduamente la última semana no estaban, eso quería decir que las había olvidado en casa.

— Yo... juro que las puse aquí. No sé qué...

El pecoso se llevó las manos a la cara y avergonzado miró a su jefe.

— Las olvidé en mi casa. Lo lamento muchísimo, yo... yo puedo ir por ellas ahora mismo.

— Yamaguchi tranquilízate, puedes enviarlas a mi mail en la tarde.

— ¿De verdad? ¿No va a despedirme?

— ¡Por supuesto que no! Tu trabajo es excelente siempre, esto es un error que cualquiera puede cometer.

— Muchas gracias, juro que no se repetirá.

— Bien, debo irme. Espero el mail.

El empresario salió de la oficina dejando a Yamaguchi solo, que soltó un suspiro audible y se sentó en la silla de golpe.

— ¡Soy un tonto!

Después de regañarse mentalmente a él mismo un millón de veces comenzó a trabajar. Al parecer el día iba mejorando ¿verdad?

Lo creyó aún más cuando su teléfono vibró mostrando un mensaje de su esposo.

"Hola cariño, buenos días. Regresaré hoy a Sendai, espero llegar en la tarde. Te amo mucho y te extraño, ya quiero verte amor💚"

Tadashi sonrió y contestó el mensaje, deseándole un buen viaje a su marido.

Continuó trabajando con normalidad, esta vez motivado por ver al amor de su vida, que se había ido una semana a Tokio para una exposición del museo en el que trabajaba.

Al terminar su jornada de trabajo el pecoso se dirigió a la estación del metro para poder llegar a su casa. Mientras caminaba hacia la estación se topó con una pastelería, así que compró un pequeño pastel de fresa para recibir a Kei.
Con el pastel en ambas manos y su bolso colgando de su hombro se adentró en la estación del metro, después de esperar unos minutos el metro se estacionó frente a los futuros pasajeros; y al ser la hora pico los andenes estaban atestados de gente ansiosa por subir al vehículo, así que tras empujones Tadashi logró subir al metro, y cómo era de esperarse tuvo que ir de pie.

Sus pies trastabillaron más de una vez por los empujones de los pasajeros, y entonces Yamaguchi temió por la integridad del pastel, pero como este estaba metido en una caja de cartón no podía ver su estado.

Sin embargo ese pensamiento pasó a segundo plano porque el metro se detuvo en una parada, y Yamaguchi sintió que algo se colaba en su bolso, cuando giró a observar fue muy tarde porque un chico se echó a correr con su celular en mano, en ese preciso momento las puertas del metro se cerraron y este comenzó a avanzar.

Quedó en shock, acababan de robarle su celular y ni siquiera pudo gritar, o perseguir al ladrón. Las lágrimas se acumulaban en sus ojos y un nudo de formaba en su garganta, vaya día de mierda. Pero aún le quedaba su dignidad y no quería llorar en el metro frente a decenas de extraños, ¿verdad?

Cuando llegó a su estación se bajó y caminó varias calles hasta el edificio donde vivía. Subió por el elevador y se dirigió a su apartamento, con cuidado sacó sus llaves y al fin pudo entrar a su casa.

Dejó el pastel en el refrigerador, y suspiró.

Ni siquiera podia llamar a Kei porque por supuesto no tenía como comunicarse con el rubio.

Quería llorar, porque se sentía prepotente y tonto, dejó escapar algunas lágrimas mientras se metía a la bañera a tomar un baño.

El agua caliente lo ayudó a relajarse y no tener un ataque de ansiedad en ese momento. Después de bañarse, se vistió con una playera de Tsukkishima y se recostó en su cama.

Y se durmió.

Kei llegó a su departamento y abrió la puerta ansioso de ver a su esposo, siendo realistas jamás habían estado lejos el uno del otro tanto tiempo así que el rubio sintió esos días como el fin del mundo.

Cómo siempre esperaba ver a Yamaguchi cantando en algún lugar de la casa, haciendo yoga o pintando, sin embargo no había señales del pecoso.

Tsukishima se dirigió a la habitación compartida donde un bulto de cobijas refugiaban el cuerpo de Yamaguchi.

— ¿Amor?— preguntó en un susurro el rubio mientras se sentaba en la orilla de la cama.

— Tadashi.

Le movió un poco.

— Estoy en casa cariño, despierta.

Un gruñido escapó del pecoso y se estiró mientras asimilaba la situación.
Abrió los ojos y miró a Kei, este le sonrió socarronamente.

— Buenos días.

— ¡Tsukki!

Tadashi envolvió sus brazos alrededor de Tsukkishima, dejándose envolver por aquel perfume que le tranquilizaba siempre.

— Te extrañé mucho cielo— dijo el rubio mientras acunaba el rostro del más bajo entre sus manos.

— Yo también amor, mucho, mucho.

Y las lágrimas que venía aguantando durante el día salieron involuntariamente.

— ¿Por qué lloras bebé?

— Porque te extrañé y porque hoy fue un día horrible y tú no estabas aquí para consolarme— dijo entre hipidos.

— ¿Qué ocurrió? ¿Quieres contarme?

El pecoso comenzó a relatarle su día, desde que se le hizo tarde hasta el celular robado.

— ¡Y no pude hacer nada por mi teléfono!

— Maldito ladrón. Lamento no haber estado aquí Tadashi.

— No importa, ya estás aquí y me siento mejor.

Kei lo besó mientras acariciaba sus mejillas.

— Mañana será un día mejor.

— ¿Me lo prometes?

— Te lo juro bebé.

— Te amo Kei.

— Y yo a ti cielo.

aaaa, ya sé que tarde mucho en actualizar perdónenme😭😭😭 la siguiente parte es libre, ¿tienen alguna idea? ¿les gustaría que hubiera smut?

Tsukkiyama Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora