Capítulo 19

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—¿Cómo es eso... te vi en la plaza del pueblo y decidí enmendar mis modos malvados?

Ya que estamos en el baile, bailemos.

—Eso parece... razonable.

Esa ceja negra se enarcó una vez más.

—¿Sí? ¿Crees que las personas lo creerán cuando la verdad es que te arruiné en una finca abandonada antes de que tu padre tomara por asalto la casa con un rifle?

Ella vaciló.

—Yo no lo llamaría tomar por asalto.

—Él disparó varias veces contra mi casa. Si eso no es tomar por asalto, no sé lo que es.

Era un punto saliente.

—Aceptable. Él la tomó por asalto. Pero esa no es la historia que vamos a contar. —Ella abrigaba la esperanza de que las palabras salieran con énfasis, aun cuando ella imploraba en silencio, Por favor, acepta—. Si ellas van a tener una oportunidad de verdaderos matrimonios, necesitan esto. Me diste tu palabra. Tu amuleto de la buena suerte.

Él se quedó en silencio durante un buen rato, y ella pensó que él podría negarse, ofrecer su matrimonio a sus hermanas o absolutamente nada. ¿Y qué haría ella? ¿Qué podría hacer ella ahora que se debía a él y a su voluntad... su poder... como su marido?

Por último, él se recostó otra vez, todo burla cuando dijo:

—Ciertamente. Inventa nuestro cuento mágico. Soy todo atención. —Él cerró los ojos, excluyéndola.

En ese momento, habría dado todo lo que apreciaba por una sola réplica mordaz... por algo que le hubiera punzado de manera tan rápida y hábil como las palabras de él. Por supuesto, nada vino a su mente. En cambio, ella lo ignoró y siguió adelante construyendo la historia.

—Dado que nos hemos conocido toda la vida, nosotros podríamos habernos vuelto a rencontrar en el día de St. Stephen.

Los ojos de él se abrieron, apenas.

—¿En el día de St. Stephen?

—Lo mejor sería si nuestra historia comenzara antes del anuncio de que Platinum era... parte de mi dote. —Noriaki fingió examinar una mota sobre su capa de viaje, odiando por completo las palabras en su garganta, el recordatorio de su verdadero valor—. Siempre me ha gustado la Navidad y la fiesta de St. Stephen en Coldharbour es muy... alegre.

—¿Pudín de Navidad flambeado y todo eso, supongo? —La pregunta no era una pregunta en absoluto.

—Sí. Y cantando villancicos —agregó.

—¿Con niños pequeños?

—Muchos de ellos, sí.

—Suena exactamente como la clase de cosa a la que asistiría.

Ella no pasó por alto su comentario sarcástico, pero se negó a dejarse intimidar por él. Le dio una firme mirada y no pudo resistirse a decir.

—Si alguna vez estuvieras en Platinum durante la Navidad, imagino que lo disfrutarías muchísimo.

Él pareció considerar responder, pero refrenó las palabras y Noriaki sintió una oleada de triunfo atravesarla ante la grieta en su frío comportamiento... una victoria menor. Él cerró los ojos y se volvió a reclinar.

—Entonces, allí estaba, festejando el día de St. Stephen, y allí estabas tú, mi novia de la infancia.

—No éramos novios en nuestra niñez.

—La verdad es irrelevante. Lo relevante es si ellos lo creen o no.

La lógica de las palabras rechinaba los dientes.

Un Canalla Siempre Es Un Canalla [Jotakak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora