Parte 5

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–Tengo que irme mañana – anunció Jongin mientras cerraba el libro de tapas rojas.


“Tengo que irme” y no “me voy”. Era curioso que Jongin siempre pareciera hacer todo por obligación. Todo excepto cuando se trataba de ellos dos y su rutina diaria en Donaldsonville.

–¿Ya?

Realmente Kyungsoo no quería sonar desesperado, pero la semana en la pequeña ciudad había pasado volando. De pronto se sentía como un niño que tiene que volver a la escuela tras un verano maravilloso y divertido. No quería volver y enfrentarse a la realidad. La realidad cansaba mucho y no se veía con fuerzas. Quería quedarse en su pequeño nido, porque lo habían vuelto a conseguir pese a la tensión inicial entre ellos y realmente necesitaba que esta vez durara más.

–Sí.

Ambos se quedaron callado. Kyungsoo miró a Jongin y maldijo al sol por iluminar perfectamente su figura, haciendo que el cuerpo brillara con luz propia. Se mordió los labios. Otra vez le dolía la garganta, como si tuviera algo que no era capaz de tragarse.

–El lunes mi familia celebra una reunión y debo estar allí.

“Debo estar”.

–¿Entonces volverás a desaparecer de mi vida? – preguntó Kyungsoo al mismo tiempo que llevaba las rodillas a su pecho, tratando de protegerse de la mirada de Jongin.

Los largos dedos acariciaron las tapas rojas.

–Yo no desaparecí de tu vida. Tú decidiste dejarme marchar.

–Eso no es verdad, Jongin. Te fuiste.

–Me fui, sí – admitió –. Pero volví el verano siguiente, y el siguiente, y el siguiente y así durante tres años más hasta que me di por vencido. Si hubieras venido a despedirme, habrías sabido que iba a volver. Podríamos habernos intercambiado direcciones y mandarnos cartas. Podríamos haber hecho muchas cosas, pero tú no quisiste.

Los ojos de Kyungsoo se humedecieron.

–Eso no es verdad, Jongin. Te mandé el libro. Quería mantener el contacto.

–Oh, venga ya, Kyungsoo. Escribiste una despedida sin vida en tinta tan negra como tu corazón.

Era el rencor el que hablaba, Kyungsoo lo sabía. Casi podía escuchar el veneno mezclándose con la saliva en la boca de Jongin.

–Jongin...

–Jongin nada, Kyungsoo. Jongin nada. Tú sí que te fuiste. Me diste el mejor verano de mis diecinueve años de vida. Me hiciste sentirme vivo, y luego me dejaste a un lado y te olvidaste de mí – la voz cada vez se alzaba más –. ¿Te das cuenta de que tal vez yo no quería sonreírte en el futuro, en tu “nueva vida”? ¿Te das cuenta de que tal vez yo quería que tú formaras parte de esa tal “nueva vida? ¿Te das cuenta de que yo tal vez quería seguir en contacto, a través de cartas? – y recordó los relatos que seguían guardados celosamente en lo más fondo de su armario.

Jongin tenía el ceño fruncido. La expresión de su cara era de pura rabia. Tal vez había estado años pensando en esas palabras. Tal vez Kyungsoo no era el único que no había podido olvidar. 

–Imagina que nada ha cambiado, Kyungsoo. Yo estoy aquí. Tú estás aquí. Dime: ¿qué quieres hacer?

Era una segunda oportunidad. Un medio para solucionar todo lo que había quedado pendiente en el pasado, pero no para el futuro. Sin embargo, no iba a dejarla pasar esta vez.

Kyungsoo estiró las piernas y se giró, mirando hacia Jongin. Se acercó lentamente, frunciendo el ceño y compartiendo una mirada de dolor. Cerró los ojos a unos centímetros de la cara de Jongin.

The Diary (EXO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora