08 𝔭𝔯𝔬𝔟𝔩𝔢𝔪𝔞𝔰 𝔣𝔞𝔪𝔦𝔩𝔦𝔞𝔯𝔢𝔰

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♡Deborah ♡↷

El olor a salitre en esta parte de la cuidad es intenso, pero no por eso hace menos encantador a Old Harbor, el pequeño pueblo donde el tiempo parecía haberse detenido desde la época de los corsarios y piratas.

Aquí las calles y las casas son de piedra, todo construido hace algunos siglos, cuando las personas se paseaban por ella con vestidos de faldas enormes y donde la electricidad ni siquiera era un sueño. Este pequeño pueblo es donde nació el Ocean Harbor actual, donde los primeros habitantes vieron su futuro. Pero como toda la ciudad y en especial este pueblo, tienen una conexión especial por el mar.

Aquí la mayoría de los habitantes se dedican a la pesca, claro, sin medios tan actualizados como al otro lado de la ciudad. Aquí, las personas no andan en ostentosos coches, ni usan diamantes o tienen yates caros. Creo que por eso es mi parte favorita, porque es lo único que se mantiene fiel al espíritu original de la ciudad. Porque la fiebre del petróleo no ha llegado ha esta zona.

Los niños corren por las calles con sus mascotas, cada cual vende su pesca en sus propios puestos, las tiendas de antigüedades no faltan y siempre está el señor que cuenta la leyenda de "La primera sirena que caminó"

Por eso es el lugar perfecto para una cita. Y es justo lo que estamos haciendo Tyler y yo, aunque bueno... es una cita de amigos.

Me trajo a almorzar a un pequeño restaurante en un antiguo faro, desde donde se ve todo el horizonte, el mar llenándolo todo y uniéndose en la distancia con el cielo. Azul vs Azul.

Pruebo el sabor del helado de chocolate que he pedido, y sé que si la gloria tuviera sabor sería este. Puedo probar miles de sabores, que nada nunca será como el chocolate. Soy una adicta a él. Si estoy triste un bombón me alegra el día, un batido me quita el enojo y un brownie me hace tu mejor amiga.

—Creo que te odio —Tyler se sienta en frente de mi con su coca cola lite —Puedes comer todo el chocolate del mundo que no en gordas, y si yo me soy ese gusto el entrenador me cuelga en medio del campo. —resopla —Que injusta la vida.

Me encojo de hombros. La verdad es que desde pequeña por mucho que coma comida basura, no engordo nada, sin necesidad de hacer ningún tipo de ejercicios físicos. De hecho, hubo unas vacaciones donde lo único que hice fue comer y leer encerrada en mi cuarto y no aumenté ni una talla. Mi cuerpo definitivamente ama, a diferencia de mi cabello.

La brisa marina marina que llega constantemente a nostros hace que mi pelo sea un auténtico desastre.

—Piensa en que si engordo me crecen las tetas —sonrío de medio lado mientras le doy una mordida a mi hamburguesa con extraqueso—Tendrás más con qué jugar.

Ahora son sus labios los que se curvan ligeramente hacia arriba mientras atrapa una de mis manos y comienza a jugar con nuestros dedos. Es algo que siempre hace, provocando que la criatura que vive en mi estómago, sea cual sea, se despierte.

—Creo que me gusta con lo que juego, no quiero más.

—Eso ha sido dulce —le guiño un ojo con coquetería y retiro mi mano, de lo contrario mi pobre corazón abandonará mi pecho y se irá a vivir con él— Pensé que estarías hoy con Dylan.

Sus ojos marrones me observan con confusión. Como si no entendiera mis palabras, consiguiendo que se me contagie el gesto ya que yo no dije nada fuera de lo normal. El debería estar con Dylan, entrenando para el partido que se acerca, después de todo es el capitán del equipo.

Canción de Mar ©✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora