PRÓLOGO

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Medelyn no sabía en qué momento todo se había ido por la borda, no comprendía cómo había terminado sentada en suelo de su viejo apartamento con los ojos llorosos, hojas de bocetos esparcidas por todo el lugar y música triste de fondo

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Medelyn no sabía en qué momento todo se había ido por la borda, no comprendía cómo había terminado sentada en suelo de su viejo apartamento con los ojos llorosos, hojas de bocetos esparcidas por todo el lugar y música triste de fondo. Si no sintiera que su corazón se estaba despedazando seguramente se reiría de lo irónico que era escuchar canciones tristes llorando a mares en vez de intentar subirse el ánimo. Pero parecía ser lo más sencillo, en vez de evitar esos desgarradores momentos los abrazaba, sabía que no la abandonarían ni aunque ella quisiera.

Suponía que eso era lo que se sentía al terminar una relación con alguien a quien amabas, una persona con la que imaginabas un futuro, era lo que se sentía cuando le entregabas tu corazón a Dick Grayson y este simplemente jugaba con el y finalmente lo tiraba cuando se cansaba, como un juguete.

¿Por qué había hecho eso? ¿Acaso ella no era suficiente y tuvo que irse con otra mujer en busca de la emoción y consuelo que aparentemente no conseguía? Miles de pensamientos pasaban por su cabeza, y una vocecilla suave le decía que no era culpa suya, pero era opacada por las inseguridades y culpa que llevaba en su interior. ¿Y sus compañeros de equipo? ¿Aquellos que se convirtieron en parte de su familia sin tener la misma sangre? No dudaron en irse sin mirar atrás, evitando ser heridos en el campo de batalla que fue la pelea verbal entre la pareja de justicieros.

Su teléfono móvil había sido puesto en modo vibración sin sonido noches atrás ante la (ahora) gran insistencia de sus ex-compañeros arrepentidos, mensajes de arrepentimiento que no se atrevía a responder al notar la impotencia recorrer sus venas, innumerables llamadas perdidas del que fue su todo y que la había dejado vacía.

La única persona con la que habló fue su querida madre, la única persona que estuvo siempre para ella, en las buenas y en las malas, preocupada en cuanto escuchó las noticias de la disolución de los Titanes. Como miembro del equipo Flash y conocedora de los problemas por los que pasan los justicieros, cuando escuchó el llanto de su hija lo supo. 

Había perdido a su segunda familia y se encontraba perdida, sin saber qué hacer o cómo afrontar lo que se le venía encima. No sabía en qué momento pensó que salir en mitad de la noche con una lluvia torrencial sin paraguas sería buena idea.

Pero necesitaba escapar de su mente, huir de los melancólicos recuerdos que atormentaban cada segundo de su vida. Quería dejar de sentir, que cada gota de lluvia se llevara el dolor de ella, deseaba convertirse en una piedra para que nada le afectara.

Totalmente calada de pies a cabeza y con la sensación de estar ahogándose en su garganta, paseó a paso lento observando la media luna opacada por las nubes y se prometió a si misma que todo tenía que terminar, se acabó llorar día y noche por algo que no podía cambiar. Esa Medelyn debía irse, sanar y mirar por ella misma, armarse y protegerse. No volvería a sentirse así, iba a ser más fuerte, no volvería a caer tan bajo.

Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta de las sigilosas sombras que la seguían hasta que fue demasiado tarde. Cuando quiso darse cuenta la habían empujado con fuerza haciendo que cayera con fuerza contra el resbaladizo suelo.

Con el corazón acelerado se incorporó un poco y observó sus alrededores de manera rápida en busca de su agresor. Pero no había nadie, había visto algo moverse, como una sombra, y por su mente pasó la posibilidad de que fuera un metahumano. Aunque la idea se esfumó cuando de un callejón apareció un par de figuras que se acercaban alarmantemente rápido a ella, pero no de manera sobrenatural.

Pudo levantarse completamente y todos los sentidos de la justiciera se centraron en la inevitable pelea que se venía. Iban armadas con dagas pero no tenían la típica vestimenta de la Liga de Asesinos por lo que no sabía muy bien quiénes podrían ser.

Medelyn llevaba las de perder, era ella contra dos mujeres, aparentemente bien entrenadas. Además, ellas iban armadas y la joven no. Con los puños sería.

Recordando todas las lecciones que había recibido a lo largo de los años de varios miembros de la Liga de la Justicia y sus compañeros de los Titanes, comenzó a esquivar golpes mientras trataba de quitarles las dagas y cuchillos.

Pero no atacaban con intención de matarla, eso lo notó desde su primer movimiento, atacaban con intención de herir medianamente, no aniquilarla. Y no sabía si eso era una buena o mala señal.

De un par de golpes fuertes en la cabeza logró dejar a una inconsciente y agarrando uno de sus cuchillos sintió que sus posibilidades iban mejorando. Si conseguía salir de ahí con vida podría esconderse y pedir ayuda.

Entre gruñidos y sonidos de golpes resonó una vibración en el bolsillo de Medelyn indicando que la estaban llamando, esa era su oportunidad de pedir auxilio, no le importaba quien fuera.

Sacó el móvil pero un golpe hizo que cayera de nuevo sobre el suelo, un charco de agua hizo que se mojara aún más. Su teléfono se deslizó a medio metro de ella y extendió su brazo para tratar de aceptar la llamada. Un cuerpo se puso sobre el suyo inmobilizándola y el pánico la inundó.

Estiraba sus dedos con esperanza de tocar el aparato electrónico que seguía sonando sin éxito mientras la trataban de asfixiar. Hasta que la justiciera logró propinarle un rodillazo en su estómago dejando sin aire a su agresora. Se abalanzó sobre el móvil aceptando la llamada antes de que desapareciera.

Desde el otro lado de la línea la persona escuchó una respiración agitada y quejidos, no el contestador que lo había recibido durante días.

―¿Meds? ¡Gracias a...!

No sabía cuanto tiempo tenía y reconocería esa voz en cualquier parte.

―Dick, ayu... ¡Ah!

Una tercera persona la apartó de su salvación con fuerza y aplastó de un pisotón el teléfono. La agarró por los pelos y la lanzó contra la pared de un edificio. Su vista se nubló ante el golpe y el cansancio se apoderaba de ella. Sintió un pinchazo en su cuello y todo empezó a oscurecerse, escuchó una voz femenina desconocida y todo desapareció para ella.

―No te preocupes, todo está a punto de cambiar señorita Grahams.

Y así fue, a partir de esa noche su vida cambió, nunca volvió a ser la misma. Esa misma noche desapareció de la faz de la tierra sin dejar rastro alguno. Los Titanes habían sido su pasado, un pasado que fue borrado de su ser cuando las Damas de Cristal se hicieron con ella en contra de su voluntad, y su presente era la Casa de los Espejos. Y elegir su futuro solamente dependía de ella.







 Y elegir su futuro solamente dependía de ella

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ALWAYS YOU - TITANS (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora