XXXIII

0 0 0
                                    

Nunca pinto con acuarelas por qué la hoja termina en dos.

Me paso de lo bueno el papel acaba bañado en agua con café. ¿Para que le pongo café?

No tengo paciencia para que el arte se seque, quiero pegarlo en pared, admirarlo por días hasta odiarlo, hasta encontrarle malos detalles inexistentes, entonces lo arranco, lo rompo, lo lanzó, a veces lo regalo y me arrepiento, lo quiero de nuevo.

Quiero las imperfecciones de este arte por qué es único pero ya no está así que lo intento replicar, jamás va a ser igual.

Y, terminando un dibujo recién se me cruzó por la cabeza la pregunta del millón:

¿Y si trato mí arte como me trató a mí?

EpifaniasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora