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—¿Qué miras, mamá?— YoonGi preguntó totalmente curioso al ver que su progenitora observaba su celular con algo de terror y miedo. La fémina viajó su mirada del celular hasta su hijo, preguntándose si era correcto decirle lo que miraba, no quería alterar a su dulce hijo. —¿Pasa algo?— Aquel Min YoonGi de ahora quince años de edad detonaba una expresión de confusión. El chico dejó su comida de lado algo preocupado ante la falta de respuesta inmediata de su madre.

—Perdóname, mi amor.— YoonHee dejo el celular sobre la mesa. Ambos estaba compartiendo la cena entre pequeñas platicas hasta que a la mujer le llegó una notificación al celular. El pequeño Min podía notar que algo iba mal, por lo que espero pacientemente a que su madre siguiera hablando. —Se ha sumado otro desaparecido en la ciudad.— La mayor frotó un poco su frente y recordó a aquel pobre amiguito de su hijo y todas las veces que había ido a su hogar a jugar con YoonGi.

—Cada vez pasa con más frecuencia eso. Prometo que no saldré de casa por las noches, madre. No te preocupes, no pongas esa expresión asustada.— YoonGi agarro el vaso de refresco que tenía frente a él para darle un gran trago, sintiendo su garganta seca de un momento a otro. Su madre estiró su mano hasta él tratando de tomarla, el joven al ver eso extendió su mano libre y recibió aquel apretón de su progenitora.

—Amor, no encuentran a Hoseok.— Soltó pesadamente. —Tu amigo de la escuela. Es ese nuevo chico desaparecido.—Aquella información YoonGi no la pudo procesar de inmediato, se quedó mirando los ojos de su madre intensamente creyendo en su inocente mente que aquello era una de las tantas bromas de mal gusto que ella regularmente hacía, al ver que realmente era cierto aquello sintió su pecho apretarse y no supo que más hacer en ese momento que soltarse a llorar. Llorar al recordar la dulce y gran sonrisa que su chico Jung normalmente mantenía en ese impecable rostro, ya no habría más de él, ya no podría observarlo más, ya no podría tocarlo o escuchar lo mucho que Hoseok expresaba el amor que le tenía. Todo por su culpa.

Su madre quiso enseguida levantarse de la silla para rodear la mesa y abrazar a su hijo en ese momento de tristeza, pero antes de poder alcanzar a llegar hasta él, YoonGi salió corriendo del comer yendo directamente escaleras arriba para ir a su habitación. No espero a escuchar por el llamado de su madre, solo se encerró en alcoba mirando su cama con algo de desprecio. A pesar de la adrenalina que comenzó a surgir en su interior medito en sus acciones cuando estuvo ahí. —Sal y dime porqué lo hiciste.— Susurro entre un pequeño gimoteo sintiendo sus lagrimas resbalar por sus rojas mejillas, teñidas gracias al enojo que comenzaba a experimentar ante la pérdida de su mejor amigo y posiblemente su primer amor. El silencio fue su respuesta ante sus palabras, apretó sus manos en puños queriendo tranquilizarse para no llamar la atención de su madre, la cuál se había quedado en el primer piso pensando que darle espacio y privacidad a su hijo en ese momento duro era lo mejor. —Aparece y responde, monstruo.— Las luces se apagaron de pronto dejándolo a oscuras, el joven ante aquello apego su espalda a la puerta y cerró sus ojos con fuerza, sintiendo después casi al instante un aliento caliente sobre su frente.

—¿De qué se me acusa?— Nuevamente aquella voz que tantas veces le había causado pesadillas desde niño, aquella voz que lo hizo orinar en la cama y que había sido producto de sus múltiples ataques de pánico. Esa voz que había tenido que lidiar con ella año tras año y que increíblemente había logrado hacer un trato con él.

Regla número uno; nunca abras tus ojos ante mi presencia.

—Mataste a Jung Hoseok... lo hiciste. Fuiste tú.— Soltó respirando con dificultad, podía sentir que en cualquier momento se podía desplomar en el suelo. Pudo sentir perfectamente cómo algo semi afilado acariciaba su mejilla, amenazando casi el hacerle daño. —¿Cómo pudiste...?, yo.— La voz de YoonGi se quebró haciendo sonreír a aquel ser que tenía delante de él.

Regla número dos; nunca rompas un pacto que hagas con un demonio.

—Hubieras escuchado cómo sus huesos tronaban.— El cuerpo de YoonGi tembló en demasía sintiendo ganas de vomitar de solo pensar en lo que pudo haber sufrido Hoseok. Internamente gritó sintiendo su cabeza doler. —Hace años que tuve que haberte matado a ti y preferiste entregarme a otras personas a cambio de dejarte vivir.— YoonGi negó sin evitar soltar unos sollozos, su espalda se resbaló por la madera de la puerca dejando que su trasero llegara hasta el piso, se hizo pequeño en su lugar y repitió unos cuantos "no" por lo bajo.

Dato número uno; siempre los seres de oscuridad jugarán de manera sucia en tu contra, a pesar de la conexión que establezca el humano.

—Yo nunca quise que le hicieras nada a Hoseok. Te entregue a su hermano, no a él.— Muy apenas su voz salía con algo de coherencia. Escuchó la madera de su habitación crujir dándole a entender que aquella cosa que gustaba llamarse belial se movía por su habitación libremente.

—Cállate y agradece que sigas con vida. Solo por haberme impresionado por tu propuesta fue tu salvación hace años.— YoonGi escuchó la voz sonar más grave y enojada. Apretó aún más sus ojos asustando, recordando vagamente lo que había sucedido hace unos siete años atrás. Todo fue gracias a que había cubierto su rostro con la manta que fue que detuvo al demonio al expresarle que haría lo que él quisiese. "Te entrego a otros por mi, pero por favor no me hagas nada". Lo único que supo en ese entonces fue que los ojos de aquel demonio eran tan rojos que helaba su sangre y que brillaban con una gran intensidad cómo para que el resplandor pudiera verse a través de su manta de ese entonces, y que además de ello belial amaba los tratos justos.

"Acepto el trato si a cambio tú me das de tu sangre. No te matare, al menos no por ahora."

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hola.<3

pues al fin se pudo subir la siguiente parte. juro que ya no me tardaré tanto.</3

recuerda que siempre se agradece que dejes tu estrellita y un comentario, así me animas a seguir con mis proyectos.<3

amor en la oscuridad ; JSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora