Tus ojos son pétalos marchitos

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Yuri Yuri Yuri Yuri Yuri.

El nombre de Yuri se expandió como un eco en sus oídos, Victor sentía como su corazón palpitaba con fuerza aumentando su pulso, el susto lo invadió y domino cada parte de su cuerpo provocándole escalofríos. 

Yakov estaba a su lado, llamándolo por su nombre y clamando por su atención, explicándole en pocas palabras y contándole al mismo tiempo como evitaron que la prensa supiera en que hospital estaba Yuri. Victor no tuvo tiempo para agradecerle, su atención estaba posada en su totalidad sobre el ascensor que cerraba sus puertas lentamente. 

Trató de adivinar el numero de piso en el que paraban pues en esos momentos no le importaba en lo mas mínimo infringir las reglas, si es que eso fuera necesario, para ver a Yuri, y porque un presentimiento le decía que no podrían verlo pronto. 

No estaba entrando en pánico, no estaba lo suficientemente asustado como para que enloqueciera en ese momento, pero si que la impaciencia le estaba provocando malos sentimientos. 

Juntó sus palmas y por única vez en su vida rezo sinceramente. 

Yuri no es una persona creyente

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Yuri no es una persona creyente. 

En el momento en el que le cubrieron la boca para evitar que gritara e intentaron cargarlo por encima del hombro el no le rogó a ninguna deidad ni espero a que una fuerza divina lo ayudase. Yuri no espero un milagro. 

Siendo sincero, no tuvo tiempo para pensar en algo que terminara de tener algún tipo de sentido, estaba demasiado cansado y aunque a pesar de que intento defenderse, como cualquiera hubiera hecho en su lugar, la resistencia que opuso hacia su captor se termino volcando en contra suya y el único pensamiento que se le venia a la mente era la interrogante de saber lo que le pasaría. 

Todo paso tan inesperadamente rápido que ni siquiera termino de procesar que se encontraba en un muy grave peligro. 

No supo cuando simplemente dejo de percibir la realidad, pero en algún momento sus ojos se cerraron, se quedo dormido y ya, tan simple como aquello. No se sentía como un sueño ni como una pesadilla, solamente todo su cuerpo parecía desvanecer como si fuera simple liquido entre las manos de alguien; el sentimiento de estar alejado de la realidad tampoco parecía haberle durado mucho. Cuando volvió en si, la intranquilidad volvió a alojarse en su pecho. 

Sentía el frio sobre su piel carcomiéndole hasta los huesos, se movió un poco acurrucándose para encontrar algo de calor, pero no pudo moverse demasiado debido a un curioso adormecimiento, en algún momento incluso llego a pensar, de forma ilógica, que lo habían dejado totalmente ciego e inmovilizado con quien sabe que sustancia extraña, pero en realidad estaba atado, de manos y piernas, con un retazo de tela sobre sus parpados.

Sus ojos estaban siempre cubiertos por esa tela, gruesa pero suave, que no le dejaba siquiera adivinar por la luz en sus parpados algún punto por donde entrara luz, el comprendió que la negrura que lo acompañaba era su única compañera. 

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⏰ Última actualización: Aug 15, 2022 ⏰

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