C I N C O

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Inhalo profundamente, el sonido de mi respiración siendo lo único que escucho

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Inhalo profundamente, el sonido de mi respiración siendo lo único que escucho. Exhaló, siento el aire que abandona mis pulmones rozar sutilmente mis labios.

Sentada sobre el piso con los ojos cerrados pienso sobre lo duros que han sido estos últimos días, sobre lo mucho que han cambiado las cosas en mi vida, pienso en mamá, en Hugo, incluso en Sebastian.

Es como si la vida se hubiese empeñado en hacer que muchos aspectos negativos se acumulacen a mi alrededor.

¿Por qué?

¿Para qué?

Siento mi cuerpo tensarse un poco, pero no lo permito. Inhalo y exhalo nuevamente.

Abro mis ojos y observo mi reflejo en el espejo, frente a mi una larga pared cubierta totalmente por espejos enormes.

Me levanto lentamente y camino hacia un costado de la habitación. Sobre una pequeña butaca hay un reproductor de sonido, pulso uno de sus botones y se reproduce la música. Comienza una melodía calmada y serena.

Muevo mis brazos para envolverme con ellos como abrazándome a mi misma, doy unos cuantos pasos, lentos y pesados, como si no pudiera con mi propio peso, como si cargara con algo más. Poco a poco la música incrementa la velocidad del ritmo y mi cuerpo se mueve al song del mismo, siento que rompo cadenas, que mi cuerpo de a poco se libera y esa liberación es lo que más anhela.

El ritmo se vuelve aún más rápido que antes y me encuentro en un punto donde mis movimientos son una danza que sale desde lo más profundo de mi ser. Uso esa danza como medio para liberarme de ese cúmulo de prospectos negativos con los que he estado cargando. Dejo salir mi fuerza, como un brillo que ilumina y disipa la oscuridad que he imaginado a mi alrededor.

Siento que vuelo.

Bailar es un arte, uno en el que expresamos sentimientos por medio de la música y por medio del movimiento. Aquí en éste lugar, en mi lugar, soy libre de expresar todo lo que siento sin necesidad de usar siquiera una sola palabra. Al contrario que cuando escribo sobre las hojas en blanco de mi libreta y parecen no ser suficientes las letras, los signos y palabras. Ambas formas de expresión se convierten en mis fieles cómplices cuando quiero decir algo sin usar mi propia voz.

La música ha acabado y me quedo tranquila, de pie en el mismo sitio donde comencé. Mi pecho subiendo y bajando pero un gran sentimiento de satisfacción que recorre mi cuerpo entero.

—¡Bravo! —escucho a alguien aplaudir detrás de mi—, si sigues así estoy segura que ganarás las nacionales nuevamente, Camila.

Las nacionales. Faltan aún falta mucho para estar allí de nuevo.

—Gracias, la verdad siento que no es mucho lo que hago.

—¿Lo dices en serio? —puedo ver como pone una mano sobre su pecho como simulando estar indignada— ¡Pero cuanta humildad!

Sueños RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora