― Por favor, cálmate, dijo Kaigaku con firmeza mientras sujetaba los brazos de su interlocutor. Ahora, explícanos por qué estás tan agitado, continuó, ocultando su rostro avergonzado entre las manos.
― Es que..., comenzó a decir, pero las palabras parecían atascarse en su garganta. El anciano me besó, logró articular finalmente, mientras Daki, Hatengu y Gyutaro observaban con asombro.
― ¿Qué? ¿Kokushibou te besó? exclamó Hatengu, sacudiéndolo con brusquedad. Responde, por favor, añadió con un tono más calmado, aunque firme, antes de propinarle una cachetada.
― ¿Por qué me golpeas? protestó Kaigaku. Yo soy el afectado aquí, no tú, cobarde, agregó, con su voz temblando de emoción contenida.
― ¿Me llamaste cobarde? Hatengu lo miró con ceño fruncido.
― Cobarde de clóset, respondió Kaigaku, recibiendo un golpe en la cara. Estás acabado, exclamó antes de lanzarse sobre Hatengu y comenzar una pelea frenética.
― ¿Otra pelea, Kaigaku? exclamó Kokushibou, visiblemente exasperado. Estoy harto de tus problemas. Me arrepiento de haberte sacado de ese maldito basurero, dijo con un tono de voz que denotaba cansancio, mientras observaba a Kaigaku, quien sollozaba en silencio.
....
― Kaigaku se encontraba sentado en la cama de su amigo Zenitsu, su único confidente después de que los demás descubrieran su relación con Kokushibou.
― Tranquilo, Kaigaku, dijo Jigoro ofreciéndole una taza de té verde. Las lágrimas seguían cayendo. Dijo eso, lo amaba, Kaigaku abrazó con fuerza a Jigoro. Ya no quiero verlo, dijo entre sollozos. Jigoro suspiró.
― ¿Por qué no vienes a vivir conmigo y Zenitsu? sugirió Jigoro. Podremos recuperar los años que mi hermano te ha