CAPÍTULO 1

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Día 49

Cicatrización.

Mi paradero sigue siendo un misterio para la LEGU y espero que siga así.

No he encontrado supervivientes y mis esperanzas de que alguien haya esquivado la catástrofe son cada vez menores.

La herida esta cada vez mejor, el ácido ha corroído parte de mi epidermis y quedará una horrible cicatriz pero gracias a una disolución básica sigo neutralizando la herida y el dolor. Al menos el de la herida.

En la cabaña hay suficientes recursos para poder hospedarme durante más tiempo pero no creo que sea del todo seguro permanecer en el mismo sitio. Seguramente sigan buscándome.

Dejo de escribir por la acumulación de agua salada en mis ojos que me dificulta la visión. Sigo sin superar todo el dolor que me causaron de un día para otro.

Ha pasado mes y medio desde la catástrofe pero siento que estoy estancada en ese último instante.

-Sabes, siempre supe que eras una genia en el cuerpo de una simple mujer, tuve miedo de que te dieses cuenta de mis planes, pero no resultaste tan astuta.

Lágrimas inundaban mi rostro mientras me obligaban a ver hacia afuera, hacia la extinción.

-Venga deja de llorar, esos miserables no tenían nada en especial. Ahora, enciérrenla y traten amablemente, la necesitaremos.

Conseguí escapar esa misma noche cuando la lluvia paró. Mi misión era coger muestras para comprobar el pH del agua, debía ser lo suficientemente ácido para destruir cualquier tipo de vida.

Desde siempre existieron las lluvias ácidas, pero su único efecto negativo era la contaminación de la atmósfera, pero ellos lo quisieron llevar a otro nivel.

Suspiro, debo dejar de llorar y atormentarme.

Me levanto del viejo escritorio y me permito desconectar mirando por la ventana. El ambiente silencioso que reina ahora mismo me causa escalofríos.

Me pregunto a cada momento cómo no me di cuenta de lo que tramaban, ¿no decían los malditos psicólogos que mi coeficiente intelectual estaba enormemente por encima de la media?

Estoy en un punto en el que subestimo todo.

Incluso a mi misma.

Estuve a punto de crear la mayor de las curas, y en cambio, sin quererlo, creé un arma.

Me paseo por la pequeña cabaña que lleva al menos una década abandonada. Estoy bien abrigada, aunque preferiría tener la opción de encender la chimenea que ocupa gran parte del salón, pero no es posible ya que me localizarían a causa del humo.

¿Acaso tiene sentido vivir así? ¿O mejor dicho sobrevivir?

Porque este modo de vida es de mera supervivencia.

Estoy sola en medio de la muerte, destrozada mentalmente y con una herida externa que aún no cicatriza.

Me he planteado varias veces convertirme en un cuerpo más al lado de todos los que yacen inertes y deformados a lo largo de las calles.

Lo único que me mantiene con vida es el sentimiento de odio hacia lo que un día fue mi hogar.

Pagarán por la destrucción, aunque yo misma me desgaste para conseguirlo.

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