Capítulo 5

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Estoy a instantes de abandonar lo que fue mi escondite durante 59 días y 6 horas. El sol apenas se está haciendo visible tras la montaña.
Un día de sol entre tanta miseria. Aunque no descarto que llueva en cualquier momento. Debo estar preparada para esconderme.
He encontrado unas botas militares que casi llegan hasta mis rodillas, parecen de buena calidad pero no creo que resistan un baño de ácido.

Observo mi cara en un espejo, o más bien lo que queda de él. Los huesos de mis pómulos están más pronunciados que nunca, he perdido peso durante este tiempo, eso me hace sentir más débil. Mi pelo rubio carente de brillo se mantiene en una coleta alta que me hago todas las mañanas. Mis ojos de un color avellana se notan cansados y apagados.

Exhaló fuertemente empañando la superficie del espejo.

Es el momento, debo enfrentarme al exterior.

Camino despacio, con pasos inseguros hacia la puerta. Solo me tengo a mi y una vieja mochila con algunos artilugios básicos que he encontrado.

Abro despacio la puerta y el aire me golpea en la cara. Por unos instantes me refresca, hasta que un olor desagradable inunda todo mi cuerpo.

Así es como huele la muerte.

He perdido la noción del tiempo, creo que llevo caminando dos horas, quizás tres. Por ahora en el camino no he encontrado nada, y eso me aterra.
No he visto ningún cadaver, ni de personas, ni de animales solo restos de plantas que no han podido con los altos niveles de contaminación que supuso la lluvia.
Según mis cálculos, los cuerpos tardarían menos de lo normal en degradarse por los efectos de óxidos de nitrógeno y azufre de la lluvia, aún así tardarían unos meses en deshacerse casi por completo. Pero no hay nada.
¿Han conseguido limpiar todo en tan poco tiempo?
Mi mente está maquinando mil dudas en este momento y me obligo a parar. La cabeza me duele, masajeo mis sienes más fuerte de lo que haría normalmente.
¿Cuántas personas éramos en el laboratorio, unas 150 como máximo?
Y de esas personas solo 3 éramos científicos. 12 eran pacientes. El resto ayudantes e intermediarios.

Esto fue algo mucho más grande de lo que creía en primer lugar.

Renuevo mi marcha, estoy cada vez más cerca de la ciudad vecina, a estas alturas ni si quiera sé si tiene nombre ya que apenas queda algo en ella que no sean edificios y casas.

Camino por callejones y calles estrechas, parezco estar sola en el mundo pero no debo dejar de ser precavida, no sé qué puede haber aquí fuera. Mi próxima parada es un pequeño mercado de comida.

Trato de abrir la puerta pero fallo. Está cerrada.

Rebusco en lo alto de mi coleta una horquilla y con algo de maña abro el candado que mantenía las puertas cerradas. Esta noche acamparé aquí.

Rebusco en las estanterías algo que no haya pasado la fecha de caducidad y aprovecho para satisfacer el hambre y darme algún capricho de chocolate. Casi puedo sentir a mis neuronas gritar de felicidad por abastecerlas con carbohidratos simples.

El azúcar me hace sentir más lúcida, me ayuda a pensar con claridad.

Echo una última ojeada al exterior, son cerca de las cuatro de la tarde y está comenzado a nublarse. Es probable que llueva. Solo el pensar en la lluvia manda descargas a mi herida de la pierna, no quiero volver a sentir un dolor como ese.

Me siento al otro lado del mostrador en una vieja y desgastada silla con ruedas y saco mi libreta de la mochila.
Ha llegado el momento de tomarme un tiempo para idear planes sólidos.

Muerdo el lápiz.

Estoy sola.

Aunque siempre lo estuve.

No tengo nada que perder.

Aunque nunca lo tuve.

Vamos Lowena, no puedes revocar los efectos de la lluvia, no puedes pararla así como así.

Debe de haber algo. Solo necesito tiempo.
Mi mano viaja por el papel, miles de fórmulas, dibujos, palabras empiezan a aparecer sobre el papel. No sé cuanto tiempo paso escribiendo, pensando, estoy agotada.
Una sonrisa se dibuja en mi cara, lo tengo, creo que sé cómo conseguirlo, puedo hacerlo.
Tengo una razón para seguir intentando sobrevivir, quiero intentarlo y quiero hacerlo bien esta vez. Sí, yo sola.

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⏰ Última actualización: Jul 11, 2022 ⏰

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