No sé usar aún muy bien la aplicación, pero espero les guste; me harían feliz si leen y comentan.
***
Enma terminó ese día su libro de Romeo y Julieta; otro final trágico para su colección. Iría esa misma tarde por un libro nuevo. Su maestra, después de clases, trabajaba medio tiempo en la biblioteca del pueblo; un pequeño sitio viejo, abandonado, que casi nadie visitaba. Ella, la mayoría de veces, le recomendaba qué leer. Cuando fue a devolver el libro de Shakespeare, su maestra la recibió con amabilidad. La señora reconocía el fuerte potencial en aquella pequeña de ojos cafés saltones y el pelo liso de un color tan negro como el azabache.
—Hola, Enma —le saludó, mientras recibía el libro—. ¿Qué tal estuvo esta aventura?
—Increíble —respondió, emocionada—. No paraba de leerlo. Demoré un poco porque mi hermana me asignó muchas labores dentro de la casa.
—Haces bien en ayudarla, eso te hace una buena niña.
—Sabía usted que... —se quedó callada, no podía revelar el secreto de su hermana, pero quería decírselo a su maestra; se mordió el labio y pensó—: la hermana de una amiga, mantiene una relación secreta con.... Eh... un joven que trabaja con su padre, y bueno, a veces les he visto juntos, son algo empalagosos. No es lo mismo lo que leo a lo que veo. No sé si me entienda, señorita Sevilla. Me gustan las historias de amor que leo en los libros, pero nunca he pensado en enamorarme. Los chicos son tontos e inmaduros. Usted recuerda a Mateo, el que va a clases. Bueno, él me dijo un día que gustaba de mí. Pero, ¿cómo un niño de 12 años va a saber si gusta de alguien?, entiende. ¡Yo lo rechacé automáticamente! Le dije que mejor debía ponerse a estudiar más, para que aprenda la diferencia entre v y b. Yo no pienso enamorarme, señorita Sevilla, he decidido que pasaré estudiando porque hay mucho que aprender en este mundo. Disculpe si la aburro con mis testimonios, mis hermanas no me entenderían.
La maestra se limitó a escuchar todo con atención. No le interrumpió en ningún momento, solo sonreía afablemente. Sin duda, Enma era diferente a sus hermanas. En ella veía potencial. Era una pena que se desperdiciara en aquel pueblo aburrido y sin esperanzas de progreso.
—Entiendo, Enma, pero el tiempo te dirá si te vas a enamorar o no. Ahorita haces bien en pensar solo en los estudios, pero recuerda que todas esas historias que lees, tuvieron que haber estado inspiradas en algún hecho real. Y hablando de tus hermanas... —se giró un poco, buscó entre unos libros que estaban sobre el escritorio, y sacó uno en particular de tapa dura, con una hermosa portada—. Éste será el próximo que leerás. Sé que te va a encantar, se llama Mujercitas de Louisa May Alcott. La historia trata de cuatro hermanas que conviven bajo el manto de la Guerra Civil en los Estados Unidos en los años 1861.
—Nosotras somos cinco —mencionó Enma, inocentemente.
—Lo sé, y también sé que te va a gustar.
Enma agarró el libro entre sus manos. Sí, definitivamente la portada era bonita. Quiso preguntarle a su maestra sí habría otra historia de amor, pero prefirió descubrirlo ella misma, porque ese mismo día lo empezaría a leer.
Salió de la biblioteca, observando a lo lejos la panadería. Se preguntó si ahí estaría su hermana en esos momentos. Los encuentros entre los amantes se volvían cada vez más notorios. No les importaba estar al descubierto dentro del local. Lo irónico del asunto es que Jenny llegaba con las manos vacías a la casa. Decidida, y sin perder más tiempo, entró a la panadería. Una pequeña adolescente, pecosa, del otro lado del mostrador, le saludó, esperando la orden. Enma sintió la presión, titubeó un poco, y finalmente dijo:
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Las Oridiosas
Teen FictionEn un pequeño pueblo, a lo lejos de la ciudad, viven las hermanas Oridiosas; Enma, Teresa, María, Jenny y Juliana, quiénes, a pesar de sus distintas personalidades, conviven para sobrellevar la muerte de su padre, la ausencia de su madre, el machism...