N. Génesis Segundo.

29 7 5
                                    

La humanidad siempre ha buscado la figura de un creador o una divinidad para poner en sus brazos una fé que solo era para ocultar sus más grandes miedos y dudas, al menos eso era mejor que vivir con la consciencia de que la vida no tiene ningún sentido, y en el caso de que un Dios existiera la vida seguiría sin sentido alguno, despues de todo el hombre es quién le da el sentido a su mera existencia.

La cabeza decapitada del Dios creador se encontraba en los campos verdosos de Midgar, uno de los 9 reinos humanos. Lo que se supone que fue carne se había vuelto piedra por completo, su mirada perdida solo demostraba el vacío que quedaba en el corazón del padre de todos; sus piernas, torso y las partes de su cuerpo marchito estaban repartidas por todo el mundo aunque no cualquiera podía ver al cadáver divino, ya que el ser humano sin fé no tiene diferencia alguna con un demonio, sin las leyes sagradas y el principio de la culpa sería imposible un mundo pacífico, porque no hay ninguna carcel que acabé con el mal natural del ser humano. Y asi el viento veraniego soplaba para dar los buenos días en aquél deprimente lugar, aquél viento tocaba las melodias de la mas oscura sinfonía escuchada por el ser humano, una sinfonía negra que daba cuenta del agujero en el que había llegado el hombre. Jehova es mi pastor; nada me faltará; en lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Reconfortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré mal alguno porque tu estarás conmigo. Amén.

El primer año del nuevo milenio habia llegado. El sol veraniego cubría todo el cielo mídgarense, en especial en la zona llamada Jormungander que se constituía de los pueblos mas antiguos de la región, no había mucho mas que poblados con menos de cinco mil personas y estructuras tan viejas que se mantenían en pie milagrosamente.
Lo más destacable de ese pueblo era la presencia de una decena de hombres enmascarados y posiblemente un par de mujeres entre ellos, la sola presencia de esas personas vestidas de manera uniformal hacia que la multitud que los esperaba se abriera según daban sus pasos para dejarlos caminar al destino que los esperaba.
La noche anterior ocurrió la desaparición de dos personas en el pueblo principal de la región de Jormungander, esa era la razón por la cual los enmascarados con capas se encontraban ahí, la llamada "Orden de Arkham", una orden de caballería militarizada con el fin de proteger el país de Asgard, un país aliado de Midgard, donde se encontraban en ese instante.
Los pasos de ellos llegaron hasta una casa destruída a medias, lo único que se encontraba ahí aparte de escombros era una mujer con sus rodillas en el suelo esperando la llegada de los caballeros, cuando porfin llegaron solo pudo poner su rostro en el suelo para luego hablar:
-Mi marido y mi hija desaparecieron hace dos días ¡Les ruego que me ayuden a encontrarlos!- Rogaba la mujer entre lágrimas.
-Levante la cabeza, señora. Le ayudaremos.- Dijo el caballero que se encontraba más atrás, conocido como Jesús.

La mayoría de caballeros entraron al interior de lo que quedaba del hogar de la madre, aparte de destrucción había un fluido verdoso y corrosivo parecido a un tipo de ácido, la casa fue destruida por ese ácido que se encontraba por todas partes, luego de buscar por todos lados terminaron en lo que quedaba de la habitación de la niña, y encontraron un camino de sangre que aparecía en la cama e iba hasta la ventana, esa era la primera pista que podía llevarlos hasta lo que buscaban.

Los caballeros iban saliendo uno por uno por la ventana y así dejando salir a los diez para que su caminar siguiera la sangre que manchaba el pasto, ellos eran conscientes de que los pueblerinos sabían dónde ir solo que eran demasiado cobardes y por eso ellos se encontraban ahí haciendo el trabajo sucio.

La sangre había desaparecido luego de un tiempo y no había ningún camino que pudiera guiarlos, a excepción de una pequeña figura que salía de la hierba alta, un enano, una especie parecida a los humanos pero de baja estatura y más esperanza de vida, tenía un enorme bolso lleno de objetos raros para los viajeros que se encontrara.

Black Symphonia: Scary Monsters.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora