La lluvia caía gentilmente en el pavimento, ella se llevaba todo el pesar y sufrimiento que hubo, era arrastrado por el agua que se deslizaba por la sucia y destrozada calle de lo que alguna vez fue. Todos los hogares ya no estaban y solo quedaban escombros sobre otros escombros mientras los Asgardianos buscaban refugio de la fría lluvia, ya llevaban un tiempo así. Cada rincón olía a muerte y a heces, lo único que les quedaba a esas pobres almas eran ellos mismos y sus oraciones dedicadas a un Dios que nisiquiera existe.
Aparte del caos y los lamentos se pudo alzar la presencia de un hombre que cubría su rostro con una máscara metálica que le dibujaba una expresión de dolor mientras tapaba lo que quedaba de su cabeza con la capucha de su larga capa. Sus pasos dejaban un rastro de sangre detrás suyo al estar arrastrando el cadáver de un hombre cualquiera, pero con una piel rojiza y un par de pequeños cuernos en su cabeza, un demonio.Ese rastro de sangre se detuvo en el único lugar que aún se encontraba en pie, una enorme catedral, la fortaleza de los caballeros anteriormente llamada "La orden de Arkham", pero actualmente nombrada como "La hermandad de sangre". Aquél cadaver fue abandonado en las puertas de la iglesia y el enmascarado se fue como si nada, después de todo tenía mucho trabajo que hacer.
Nadie se le ocurría acercarsele y mucho menos seguirlo, solo observaban como aquella silueta desaparecía en medio de una nube de polvo creada por los escombros.Lo único que quedaba era destrucción y dolor, pero la raza humana aún conservaba el deseo de continuar con su existencia y prosperar, aunque la vida no paraba de patearlos una y otra vez, hasta el ser humano más pequeño en el planeta no era feliz, toda esa infelicidad perseguía a cada persona, incluso los miembros de la hermandad, y también a ese jinete sin corcel, a ese noble sin nombre, a "El Caballero sin Rostro".
La noche caía sobre los pies de los Asgardianos, las lunas Eldric y Sirris eran lo único que iluminaba el ir de los caminantes nocturnos. Como costumbre para todos un grupo de demonios atacó un pueblo, asesinaron, violaron y no pararon hasta el amanecer, pero el sol jamás salió porque antes de eso apareció frente a ellos el caballero Publio Virgilio, acompañado del Caballero sin rostro, esos dos no dejaron ni un solo demonio respirando, pero tampoco se encontraron con un solo humano vivo a excepción de cinco personas, empaladas y con sus tripas adornando el tierroso suelo, solo una de ellas aún podía hablar mientras que las otras se ahogaban en su dolor.
-Antes de morir deseo pedirles que se dirijan a la vieja catedral, allá se encuentra otra viajera y les ayudará a impedir que nadie más sufra.- Habló una de las personas empaladas, ninguno de ellos tardó demasiado en cerrar sus ojos para siempre.
La vieja catedral era un sitio lleno de demonios, así que era bastante común que fueran viajeros para no volver de allí, aquellos dos enmascarados cuando quedaron en soledad absoluta rodeados de cadáveres decidieron emprender su camino hacia la catedral, pero el cansancio tanto corporal como mental los obligó a detenerse a pies de su destino para poder tomar un descanso con una fogata en medio de ambos para ignorar el mortal frío.
-¿En verdad crees poder con todo esto? Desde que regresaste de ese puente cuando te intoxicaste con White Wolf no has hablado casi.- Susurraba Virgilio mientras se retiraba su mascara, dejando así ver el cansado rostro de Benjamin Lionheart.
-Así es, lo creo.- Fue la única respuesta del Caballero sin Rostro.La respuesta de su compañero lo dejó con un vacío en el estómago, sin embargo solo decidió recostarse un poco en el frío suelo hasta lograr tener la energía suficiente para poder ponerse de pie una vez más, lo cual no tardó demasiado. El fuego entre ambos fue apagado por ellos y sus pasos continuaron directamente hacia la entrada de la antigua construcción.
Una fogata apagada fue encontrada por ambos a veinte metros de la entrada de la vieja catedral, una prueba de que alguien más ya había estado antes de ellos, pero de todos modos empujaron la pesada puerta metálica para entrar en su interior. Lo menos destacable eran las tripas demoníacas y todo el suelo inundado de sangre oscura como la noche que estaba sobre ellos, tenían un sentimiento agridulce al encontrar todo el trabajo hecho.
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Black Symphonia: Scary Monsters.
Fiksi IlmiahAño 200X Luego de la muerte de Dios los humanos siguieron adelante en lo que ellos anteriormente llamaron el Edén, creando así los 9 Reinos. Según los años pasaban y pasaban los humanos generaron poderes llamados "Tracks", también algunos mutaron pa...