Capítulo 5

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Hay oportunidades cortas que se te dan. La felicidad la vives en cada segundo, en cada sonrisa. El amor es una fuerza increíble: te protege, te destruye, te calma, te enloquece, te mantiene, y luego.... Simplemente se queda para siempre en ti

-No estoy segura de querer seguir sin ti

-No digas eso. Estoy segura qué te quedan muchos años y no sabes lo feliz que seré en el momento que tengas el cabello más blanco que estas sábanas y tu hijo te diga que tendrás un par de nietos gemelos y tú sonreirás y sentirás que ha llegado el momento de reunirnos de nuevo. Lo he visto

-Yo quería compartir eso contigo

-Yo estaré todo el tiempo, cuidándote y lo sentirás, me sentirás

Martina la miro sin saber que hacer. Su interior era una tormenta, miles de palabras, de besos y recuerdos revoloteaban en su mente

Era Lourdes, la persona que más había amado, la persona que le ayudo de manera increíble a superar sus miedos y las limitaciones que antes había en su mundo; la persona con la que soñó en algún momento que podía formar una familia, que podían viajar a cientos de lugares, la que la iba a escribir un libro una vez hubieran vivido eso y más. Buscó dentro del bolsillo de su pantalón mientras sacaba el anillo desde su interior. La hacía sentir cercana a la promesa que la castaña le había hecho y que no había tenido la oportunidad de hacerle

-Te amo, Lourdes González. Te ame desde que hiciste que mi mundo estuviera en paz, desde que me temblaron las piernas. Amé cada pieza de ti, tu mente era un lugar tan grande que a veces me sorprendía hasta donde podías llevarme. Tu enorme corazón, me hizo ver toda la humanidad que hay en ti. Fuiste, eres, y serás el amor de mi vida. Quiero llevarte siempre en mí. Esta es mi promesa de amor, que siempre te pertenecerá

El pequeño diamante del anillo deslumbró en la habitación con la tenue luz de la Luna. Las dos chicas en la habitación permanecieron en silencio mientras no apartaban sus miradas. De repente sus sonrisas afloraron en sus labios

-Me hiciste muy feliz, Martina

Martina tomó la mano de Lourdes mientras ponía el anillo en su dedo anular. Las lágrimas de felicidad ahora cubrían el rostro de la rubia

No se necesitaron más palabras aquella noche. Las dos chicas se dedicaban miradas entre sí mientras mantenían sus manos unidas, de vez en cuando se dedicaban sonrisas. Hubo un momento que los sucesos de la noche y la paz recién descubierta obligaron a Martina a cerrar los ojos mientras se sumía en el sueño. Lourdes miró en su mano el pequeño anillo

-Te amo- hubo un pequeño susurro de Martina

** ** **

-Te lo juro, esa chica no dejaba de hablar sobre las vacaciones de verano. La playa, el mar y no sé qué cosas más. Es un poco parlanchina, pero debes me agradó, debes conocerla- Brisa le contaba a la rubia mientras esperaba que la rubia sacara sus libros de su casillero y salir mas pronto de la escuela

Martina sonrió

- ¿Así que ahora te agrada otra persona aparte de mí y tú misma?

Brisa rodó los ojos

-No esta mal ser un poco sociable, Benza, ¿eh? – Brisa dijo en un tono de broma mientras se recargaba en el casillero a lado de Martina

-Sabes que no soy ese tipo de personas. Ni siquiera puedo tener una conversación normal cuando tengo un compañero de trabajo. Sabes cómo termina

estaré bien - martuli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora