Capítulo 1

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La llave fue introducida y la cerradura fue cediendo. Un sonido sordo inundó todo el departamento. Martina fue empujando la puerta suavemente. Todo se encontraba en total oscuridad. Alargó su mano derecha deslizándola por la pared y presionándolo una vez lo halló, la luz se encendió. Martina observo todo a su alrededor y con una fuerte inhalación, trató de contener el sollozo incontrolable que luchaba por salir de ella mucho antes de abrir la puerta. Todo parecía muy distinto a lo que hubiera sido 4 meses aproximadamente....

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- ¡Lu, amor, he llegado! - Martina gritó al abrir la puerta

- ¡Benza Salomone! - El gritó resonó en todo el departamento

"¡Oh, oh!, eso nunca es bueno" Pensó Martina quedando estática a unos pasos de la puerta

- ¿Podrías explicarme por qué no contestaste ninguna llamada en todo el día? - Apareció una Lourdes acelerada por el pasillo en dirección a Martina, deteniéndose a un metro de distancia

Martina soltó una ligera risita y con pasos apresurados llego a la posición de Lourdes, la rodeó con sus brazos por la cintura abrazándola y elevándola unos cuantos centímetros del suelo

-Amor, he llegado- dijo Martina observando cariñosamente a Lourdes

-Sí, ya sé, Mar- Lourdes tenía una sonrisa en su cara

Martina correspondió la sonrisa y mirándola fijamente se inclinó besando los labios que tanto había extrañado

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Martina se quitó su chaqueta colocándola en el perchero. Camino unos cuantos pasos más, todas las cosas seguían en su lugar. Todo en su respectivo sitio, todo en orden. Irónicamente para Martina

Llegó a la sala de estar. Todos los sillones, la pequeña chimenea, los retratos, la TV, la mesa, los discos, las películas estaban debidamente ordenados, aunque con una ligera capa de polvo debido al abandono en estos cuatro meses. Se sentó en el sofá más grande dejando caer todo su peso, exhalo fuerte y fijo su mirada en un punto cualquiera de la habitación

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-No quiero ver palomitas en el sofá, Martina- advirtió Lourdes señalando a la rubia, que se encontraba al otro lado del sofá, con el control remoto

- ¿Qué hay de divertido en ello? – Martina la retó con un brillo en los ojos y una sonrisa extendida por sus labios

-Hablo en serio- Lourdes le devolvía la sonrisa mientras bajaba el control remoto

-Ya lo veo- Martina se fue acercando a Lourdes- ¿Sabes?, de un momento a otro se me quitaron las ganas de ver la película- Martina cada vez extendía más su sonrisa mirando fijamente a Lourdes

- ¡Ah, no! - negó Lourdes moviendo su cabeza de un lado a otro exageradamente- Me prometiste una tarde de películas. Además, he puesto Frozen

Martina quedó a una distancia corta, apoyándose de sus manos, pasó su nariz levemente por el cuello de Lourdes, oliendo su suave olor natural

-Martina, por favor- Suspiró Lourdes

-Unas horas más, unas horas menos, ¿Cuál es la diferencia? - susurro Martina dejando un beso fugaz en el cuello de Lourdes

Lourdes cogió un lado de la cara de Martina elevándola para así mirarla fijamente, con la otra mano cogió su otra mejilla, teniendo así, las dos mejillas de Martina en sus manos, desvío su mirada a los labios de Martina quien ahora sonreía más amplio. Se besaron inmediatamente como si hubieran llegado a un acuerdo táctico

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Saltó del sofá como si fuera fuego. Rápidamente salio de la sala y se dirigió a la cocina

Ese, al parecer, era el único lugar de la casa que no estaba ordenado: Unos cuantos platos sucios sobre el lavabo, un par de gabinetes abiertos, la tetera todavía sobre uno de los fogones. Automáticamente Martina se puso a limpiar y a organizar de inmediato, dejando toda la cocina a la altura del resto de los lugares que ya había visto. Puso nuevamente agua en la tetera y mientras esperaba se sentó en una de las sillas del comedor en el centro de la cocina

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- ¿Solo vas a desayunar eso? – Interrogó Martina apenas entrando a la cocina

-Es té y galletas, Mar- Respondió Lourdes sin levantar la vista del periódico que estaba leyendo

-Exacto, ¿Soló eso? – recalco Martina

-Escucha, el hecho de que tú comas como si no hubiera un mañana, no significa que yo sea igual- respondió una vez más sin levantar la vista del periódico

-Te ves tan sexy con esos anteojos y esa actitud indiferente- dijo Martina con un tono surgente

-A veces pienso que eres tan hormonal- suspiró Lourdes levantando la vista del periódico, encontrándose con una amplia sonrisa en la cara de la rubia

- ¿De quien crees que es la culpa?

-De tus hormonas, claramente- obvió Lourdes

-Yo creo que las persona que las alborota también tiene parte de la responsabilidad- dijo Martina cruzándose de brazos

Lourdes soltó una carcajada fuerte al escuchar lo que la rubia acababa de decir

-Creo que ya puedes parar- dijo Martina seriamente al ver que Lourdes no dejaba de reír después de dos minutos

-Lo siento, lo siento- dijo Lourdes, levantando las manos y poniéndose sobre sus pies mientras se dirigía hacia la rubia- Amor, tienes que aceptar que eso fue gracioso

-Ese no era el objetivo- dijo la rubia amargamente

- ¿Ah no? Entonces, ¿Cuál era? – Interrogo Lourdes mientras se sentaba en el regazo de Martina y alzaba una ceja- ¿Seducirme? – dijo Lourdes mientras le susurraba a Martina al oído

Martina no contestó. Trató de darle un beso a Lourdes, pero ella alejo sus labios mirando a Martina con una sonrisa pícara

-Tienes que mejorar tus tácticas, Benza- sugirió Lourdes con una gran sonrisa

- ¿Tú crees? Que yo recuerde siempre me han funcionado- contrarrestó Martina

-Pues, hasta hoy. Me tengo que ir- Dijo Lourdes levantándose del regazo de la rubia para dirigirse a la puerta

Martina le agarro de la cintura haciendo que Lourdes vuelva a sentarse donde estaba anteriormente, trató de darle un beso apasionado, lo cual falló porque las dos rieron en medio del beso

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El fuerte sonido que emitía la tetera sacó a Martina de su breve trancé. Se levantó y camino hasta la tetera retirándola del fuego

Una persona ingresaba en ese momento al departamento haciendo el menor ruido posible, caminando sigilosamente en busca de una rubia. Revisó en la sala y entro a la cocina soltando un gran suspiro

-Martina- la persona saco un gran suspiro de alivio

La rubia apretó levemente la manija de la tetera mientras la dejaba nuevamente sobre el fogón. Al ver que Martina no reacciono, agregó:

-Sabes que no puedes estar aquí

estaré bien - martuli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora