--Qué tal noche la de ayer, ¿eh, Masamune?
--Ni que lo digas-- tomó una pequeña toalla y secó su frente cubierta de sudor. --Tres emergencias en una noche más una cirugía a primera hora desgastan a cualquiera.
--Totalmente de acuerdo. Aunque hoy tienes el día libre, ¿verdad?
--Aparentemente-- suspiró cansado dejándose caer en una silla.
Takano Masamune llevaba cinco años trabajando como médico cirujano en el hospital central de Tokio. En todo ese tiempo, además de su etapa de internado, tuvo la posibilidad de ver todo tipo de situaciones complejas y muchas veces, sin solución. No había nada peor para un médico que no poder salvar la vida de sus pacientes; sin embargo, la experiencia le enseñó que la medicina también tiene sus límites y que no debía adjudicarse una responsabilidad extra por algo que escapaba totalmente de sus manos. Aún así, él siempre daba todo de sí, intentando ayudar a todas las personas que pudiera; por esa razón, muchas veces solía excederse hasta el agotamiento extremo.
--Buenos días, Takano-san-- ingresó saludando una de las enfermeras --El director del hospital lo manda llamar.
--Gracias, Erika. Iré en un momento.
--Claro-- La mujer asintió sonriente al escuchar su respuesta. --Oh, cierto, buen día, Yokozawa-san-- dijo al percatarse de la presencia del otro médico.
--Hn-- respondió haciendo un ligero movimiento de cabeza mientras la enfermera se retiraba del lugar. --Esa mujer quiere algo contigo. Ichinose Erika creo que se llama, ¿no?-- agregó de pronto.
--Que una mujer sea cortés no quiere decir que esté interesada.
--Já, cortés dices. Parece que no notas que siempre se derrite delante de ti. Ni siquiera se dio cuenta de que yo estaba aquí, ¿no viste?
--Igual. ¿Qué con eso? No es como que esté interesado en salir con alguien-- intentó restarle importancia al asunto.
--Tú nunca estás interesado en nadie, Masamune...-- suspiró con resignación.
--Exactamente. A mí solo me importa mi trabajo.
--Bueno, entonces debes estar feliz, pues parece que hoy no será tu día de descanso después de todo.
*
--Buen día, Isaka-san. ¿Puedo pasar?
--¡Takano! Adelante, adelante. Te estaba esperando-- el director lo recibió con una sonrisa en el rostro y le ofreció el asiento frente a él.
--Dígame, qué puedo hacer por usted.
--¿Por mí? Nada por el momento, pero podrías hacer algo por ti-- cambió su semblante a uno más serio.
--No comprendo-- respondió confuso.
--Takano, ¿cuántas horas has dormido esta última semana?
--Bueno... yo...
--¡Eh! Si mentir-- lo apuntó con su dedo índice.
--...No lo recuerdo.
--Eso me temía-- suspiró relajando sus hombros. --Takano, sé que eres uno de mis mejores médicos, pero de nada me sirve explotar a mis trabajadores si sé que al final terminarán siendo mis propios pacientes-- dijo con sorna.
--Pero usted no me explota.
--¡Lo sé! ¡Y eso es lo peor! Tú mismo te estás explotando-- exclamó.
--Isaka-san, yo realmente amo mi trabajo. Me hace feliz saber que puedo ayudar a las personas.
--Eso lo entiendo, pero tú estás sobrepasando tus propios límites. Haces guardia casi todas las noches, atiendes emergencias, recibes consultas todos los días, realizas cirugías, monitoreas a tus pacientes. ¡Nunca paras!-- expresó con preocupación --sinceramente ya no recuerdo la última vez en que te vi irte a casa.
Takano meditó por primera vez su situación. Era cierto que amaba lo que hacía, pero se dio cuenta de que cada vez dependía más de su trabajo y descuidaba otros aspectos de su vida. Su vida privada había sido completamente olvidada en algún recóndito punto de su ser, que a esas alturas se veía a sí mismo como parte de equipamiento del hospital. En realidad, nunca pensó que podría volverse una persona tan dependiente de su trabajo como lo era actualmente. Quizás se debía a que fuera del hospital, poco a poco, su vida personal se había ido desmoronando. Sus padres peleaban todo el tiempo hasta que finalmente se divorciaron cuando era aún un adolescente. Ese hecho causó que se sumiera tanto en sus problemas familiares que evitaba socializar con los demás. Posteriormente, descubrió que el despertar de su sexualidad no se dio de la misma manera que en sus compañeros. A él nunca le atrajeron las mujeres. Aún cuando muchas jovencitas se le acercaban para declararle su amor, él nunca sintió siquiera una pizca de interés por ninguna de ellas. Al saber que sus gustos eran diferentes, se volvió mucho más solitario, ensimismado en sus propios pensamientos. Al asistir a la universidad conoció otro tipo de gente y salió con un par de chicos. Salidas casuales sin apego emocional, relaciones fugaces y vacías que lo ayudaban a satisfacer sus necesidades momentáneas pero nada realmente significativo. Intentaba ser positivo y pensar que en algún momento podría encontrar a una persona con la que pudiera compartir buenos y malos momentos; alguien con quien conversar sin temor acerca de sus problemas o celebrar sus logros; sin embargo, pasaron los años y su corazón se fue endureciendo. Aquel anhelo de un amor verdadero quedó olvidado y se encerró en su burbuja segura: su trabajo. Él no iba a casa y disfrutaba de sus momentos libres no porque no quisiera, lo hacía porque simplemente no tenía nada más. Mientras pudiera disponer de unas cuantas horas de sueño para reponer energías, habría sido feliz dedicando su vida a la medicina.
--Antes que mi subordinado, sabes que somos amigos, así que sinceramente te digo: enfermarás si sigues así. Por esa razón, he decidido sacarte de emergencias-- Takano se sobresaltó al escucharlo --Y antes de que te quejes, piensa que es por tu bien. Dejaré que sigas cuidando de tus pacientes con normalidad y que atiendas consultas externas, pero por ahora nada de amanecidas consecutivas.
Takano respiró hondo sabiendo que nada de lo que dijera haría que el director cambiara de opinión. En el fondo, sabía que se merecía un descanso, así que de mala gana aceptó. Se puso a pensar brevemente en lo que haría en su tiempo libre; además de dormir, por supuesto.
--Sé que tu carga horaria disminuirá en considerable medida, así que quería pedirte un favor.
--Claro, lo que quiera.
--Hay un paciente de nuevo ingreso del que me gustaría que te encargaras.
--Por supuesto. ¿Qué es lo que tiene?
--Sufrió un accidente automovilístico. Aparentemente sus piernas no están reaccionando con normalidad-- respondió extendiéndole el expediente que sacó de uno de los cajones de su escritorio.
Takano leyó con detenimiento la información recopilada en el documento.
--Al parecer a él no le interesa ser curado, así que no la tendrás nada fácil. Dicen que es un cabeza dura-- el director sonrió cruzándose de brazos.
--¿En serio?-- alzó las cejas con cierta incredulidad --Pues veremos quién es más cabeza dura, Onodera Ritsu-- expresó leyendo el encabezado con el nombre y la foto del problemático paciente.
28/07/21
¿Hola? ¿Hay alguien por ahí? 🚪✊UchihaCecilia nuevamente por aquí pero esta vez trayéndoles algo diferente 😀.
Siempre me ha gustado el yaoi así que me animé por empezar este nuevo proyecto. Mi intención es que no sea tan largo, pero veremos cómo va jiji (porque siempre me digo eso y luego no sé cuándo terminar 😅).
Nos leemos pronto,
Los quiero💌

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GRACIAS A TI -yaoi-
FanfictionTakano Masamune y Onodera Ritsu tenían claros sus objetivos: - Uno vivía para salvar vidas. - El otro ya no le encontraba sentido a la suya. Un hombre solitario entregado a su trabajo y un joven cuyas desdichadas experiencias lo iban consumiendo cad...