sɪxᴛᴇᴇɴ

197 51 7
                                    

Sabiendo que el alma de Katsuki no podía evitar mirar a Bakugō con los mismos ojos llenos de amor que siempre cargaba cuando veía a su jinete, al conocer a varias partes de él sabía perfectamente que habría alguna variación en él, quizás un poco del carácter, o quizás algo que ver con los valores que le dieron, pero no.

No había nada diferente, ahí sólo existía un chico que veía por todos los demás antes que por él, ahí había un joven que actuaba rudo y gritaba casi todo el tiempo pero siempre se preocupaba por cuidar de otros, incluso si esos otros no le agradaban para nada, como los pueblerinos que fueron atacados por un ogro.

Sus manos seguían sin sanar del todo, Bakugō lo había llevado con un doctor en el pueblo que habían visitado pero el hombre no tuvo respuesta. Un humano normal habría perdido por completo la extremidad, pero él no, él cada día recuperaba más de su piel rosada dejando lo morado solo en sus primeras falanges.

Seguía obligando a su cuerpo a no curarse, debía actuar lo más humano que podía.

ーOye imbécil ー

Y ahí estaba su tan querido llamado.

Sin querer sonrió cuando sujetaba su morral contra su hombro, morral que le fue arrebatado por Bakugō.

ーIremos con una imbécil que conozco, quizás pueda curarte las manos ー

ー¿Podría? ー

ーLo entenderás cuando la conozcas ー

Alzó una ceja pero solo asintió. ¿Qué clase de persona podría conocer su solitario Katsuki que podría ayudarlo?

No, ese no es su Katsuki, no es el pequeño niño que crió desde su nacimiento, no es aquel a quien juró amor eterno, no es aquel que protegió de cada herida que pudo con su cuerpo. No es por quien murió.

Bakugō lo cuidaba demasiado, siempre lo obligaba a ir en su mismo caballo frente a él, siempre le cubría con capas para que no tuviera frío, cosa que agradecía porque su parte reptil le hacía sentir muy somnoliento cuando se enfriaba, siempre le daba de comer, siempre se tomaba un descanso cuando lo veía cansado. Ese Katsuki no necesitaba protección, estaba seguro que no lo necesitaba a él, solo era un juguete para pasar más rápido el tiempo, para hacer más entretenido su viaje sin motivo aparente.

Solo algo desechable.

Literalmente subieron una montaña, el frío que había lo hacía sentirse tonto pero Bakugō en ningún momento lo dejó caer, siempre lo sujetó con sus brazos, siempre le dejó usar su pecho de apoyo, siempre estuvo para cuidarlo, hasta el último momento, hasta que una pequeña luz se atravesaba entre las arboledas.

Hasta que se durmió antes de llegar al lugar.

Pero sabía que estaba seguro, su instinto no le decía que debía huir.

Fueran donde fueran a estar, era un lugar seguro, porque Bakugō confiaba ciegamente en esa persona, y aunque quizás eso antes le hubiera causado angustia, ahora no era así, ahora se sentía feliz que pudiera confiar en otros, porque así podía pedirle que le matara y terminara ese sufrimiento que era verlo morir una y otra vez hasta el fin de los tiempos.

❛Promise❜『Bakushima』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora