Capitulo IV: Represalias

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La celebración en el bando de la humanidad era más que evidente: habían vencido a un dios en su primera ronda, y no a cualquiera: el dios egipcio más poderoso de todos había sido derrotado por un mero humano. Incluso si sacrificó su vida para ello, la semi-deidad que luchó a su lado hizo que su muerte no sea en vano. Y mientras que los humanos celebraban, los dioses guardaban el más absoluto silencio: uno de sus mayores representantes había sido derrotado, por un humano ni más ni menos. Cualquier humillación que pudieron haber sufrido a lo largo de los milenios palidecieron por aquella degradante derrota, magnificada aún más por ser la pelea de apertura. 

Los dioses egipcios estaban en shock, Izanagi tenía su mandíbula por los suelos al igual que Dagda, y el propio Emperador de Jade se mantenía en silencio por aquel desenlace sorpresivo. Solo Vishnu estaba firme, mientras  su esposa le miraba preocupada pues la idea de participar en un torneo a muerte contra la humanidad ya no le parecía tan atractiva. Gilgamesh solo continuó riéndose a costa de dioses y humanos por igual.

". . ."

Sin embargo, aquella diosa que más impacto le causó la derrota de su bando fue a la mismísima Gaia, el subconsciente de la tierra. Ella había aceptado aquel cruento desafío y ahora la humillación caía sobre ella en forma de una helada verdad: los humanos que tanto odiaba eran capaces de igualar a los dioses e incluso superarlos. Manteniendo la compostura que le quedaba, se volteó lentamente a su contraparte.

"Felicidades por tu victoria, Alaya. Solo has tenido que sacrificar a uno de tus tontos humanos para ganar la primera pelea. Pero te lo advierto, no creas que lo dejaremos pasar. Tomaremos represalias y..."

El sonido de la piedra rompiéndose bajo las manos de Alaya cortó en seco cualquier cosa que Gaia pudiese decir. Con la cabeza baja, la diosa notó como lo que suponía que era dolor era en realidad odio en el rostro de la mujer.

"¿Eres tan estúpida para creer que esto es un juego para nosotros, Gaia? ¿O que siquiera festejaremos esta 'victoria'?". La voz de la humanidad salió en un tono tan repleto de veneno que por un momento la divinidad se preguntó si era el avatar que su contraparte utilizaba quien decía aquellas palabras. "Que unos pocos humanos festejen este desenlace es un sentimiento patético al lado de otro mucho, mucho mayor."

Avalon/Tierra Prometida de las Hadas

En aquel lugar, una torre se levantaba con orgullo sobre una flora y fauna en la cual el significado de lo bello parecía insignificante, pues la única manera de describir aquellas idílicas tierras era como "santas". En dicha torre, en la habitación superior, una amplia mesa de piedra resaltaba no solo por los detallados grabados en ella, sino por los varios guerreros que en ella se apoyaban. Desde el caballero perfecto hasta terminar por el caballero del sol, incluso aquel caballero de la traición estaba sentado en una silla con sus brazos descansando sobre la fría piedra. La expresión de todos era ilegible, especialmente la de cierto caballero con cabellos blancos.

Una figura de pie destacaba por sobre el resto, pues portaba una espada sin funda incrustada en el suelo mientras observaba, gracias a una proyección mágica, el fin de aquella pelea. Otros dos individuos estaban a su lado guardando la distancia: dos inhumanos, uno con sangre demoníaca en sus venas y otra con la magia de las hadas en su poder. Y aún así, mantuvieron silencio cuando el rey ajustó el agarré alrededor de su espada, dando inicio a la liberación del Rey de los vientos.

Todos en esa sala poseían sus diferencias, pero no hizo falta un conceso general para llegar a una conclusión obvia: el rey estaba enojado. Y alguien pagaría por eso.

Recámara del Luchador

Aquella habitación estaba revestida con decoraciones japonesas, pese a que ninguno de los allí presente mantenían esa nacionalidad. Toda la habitación estaba pintada de un impoluto blanco, algo que se hallaba en absoluta sincronía con cinco de sus seis habitantes. Aquellas cinco mujeres tenían rasgos que, a simple vista, las hacía indistinguibles entre si: pieles tan pálidas como la luna, un cabello blanco más puro que la misma nieve y unos inhumanos ojos rojos que recordaban a la sangre. 

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⏰ Última actualización: Apr 07 ⏰

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Regord Of Ragnarok: The Legends Never DieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora