Y ahí estábamos. En un basurero temporal. Mirando todo lo que había, objetos de casi todas las épocas en las que puedas pensar.
Desde katanas hasta armas láseres de aspecto incómodo, pasando por cuadernos y lápices, comunicadores dimensionales, jetpacks y otros aparatos que sería incapaz de nombrar (tanto porque no conozco sus nombres como porque... Bueno... Línea temporal)
Pero sin duda, lo que más abundaba era chatarra y Ratkents.
Habían algunas cosas brillantes y llamativas que podrían ser interesantes y muchos pensarían en tocarlas. Eso me incluye, pero no tenía ganas de tocar algo y descubrir que acababa de ser infectado con un patógeno de otra época que posiblemente me convertiría en un arma biológica con patas y escamas.
Y no quería ser eso. Pero parece que era el único al que le importaba, porque los otros dramonigianos estaban buscando cosas interesantes. Algunos encontraban cosas que les llamaban la atención y les serían útiles para sus clases o proyectos futuros. Otros agarraban meros recuerdos o souvenirs y un grupo más reducido buscaba cosas dedicadas al ocio, como implementos y manuales de juegos o deportes antiguos, libros o cosas por el estilo.
Yo era el único que estaba con la espalda apoyada en una nevera esperando a que acabarán. Me molestaba un poco que ellos parecían divertirse y yo tuviera que actuar como el adulto responsable (y aburrido en algunos casos). Cerré los ojos pensando en eso y agité la cabeza para alejar esos pensamientos de mi mente. En el momento de hacer eso, dí un respingo abriendo los ojos y alejándome de una pila de chatarra cercana. Mientras cerré los ojos ví una especie de destello rojo con amarillo. Bonito y llamativo, pero no es normal que veas esa clase de cosas en una dirección específica mientras tienes los ojos cerrados. Considere con seriedad y calma mis opciones tras ver ese destello.
Podía salir corriendo al centro médico más cercano, reportar que había tenido alucinaciones y ser acusado de loco o charlatán.
Podía ir a mi casa y olvidar el tema.
Podía solo quedarme ahí sin cerrar los ojos o quedarme ahí y cerrarlos para comprobar que no lo había imaginado.
O podía seguir ese destello.
La decisión era bastante obvia.
Cerré los ojos y gire mi cabeza en dirección a una pila de desechos. Camine hacia el destello, el cual conforme me acercaba, más se intensificaba su brillo. Tenía miedo, después de todo, eso no es normal, incluso si estás afectado por una droga o algo así. Pero no es como si tuviera algo mejor que hacer. Por si acaso le mandé un mensaje a mis padres, diciéndoles que estaba en el cine con Klart, que no se preocuparan a menos que no volviera a casa antes de las 11 de la noche.
Eso debía bastar para asegurar que quedaría un rastro de mi existencia. Mientras me acercaba a la pila de desechos pude notar algo raro. Sentía como si todo mi cuerpo estuviera "alejándose" de todo lo demás. Como si simplemente todo desapareciera, excepto ese resplandor y yo. No era como si sintiera que no hubiera nada, porque eso hubiera implicado que "sintiera" algo. Simplemente era como si hubiera una nada a mi alrededor, como si no quedará mucho en este mundo. Conforme me acercaba, la sensación parecía jugar con mi mente, ya que se intensificaba y disminuía de forma casi aleatoria. Hasta que toque esa montaña de chatarra y recuperé mi estadía en el mundo. En efecto me había movido, y ahora estaba tocando algo. Era una especie de piedra. Era brillante y de varios colores, como un arcoiris diminuto y con la forma de un rubí (de los que se ven en las joyerías) cuando lo mire por todas partes pude notar pequeñas inscripciones en el, las cuales parecían brillar conforme le daba vueltas, iluminandose más por algunos ángulos. Después de verla por un rato me pareció distinguir algunas palabras, aunque estás estuvieran en unos carácteres desconocidos.
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El futuro de la magia (libro uno) (Ver 1)
Science Fiction(Trama finalizada, en edición) Zack. Un nombre normal para alguien normal. Pero... Incluso los más normales pueden resultar ser únicos o raros. ¿Un ejemplo? Zack Whexler. El Dramonigiano promedio. Que de repente, descubre que la magia... ¡Si existe...