Black Flag I (Bandera Negra)

Capítulo I

El sol brillaba con fuerza sobre la ciudad de Atwik, la presencia de los navíos comerciales que se hospedaban en el muelle, eran un claro indicador de que el invierno se acababa y daba paso a una calurosa primavera, cargada de nuevos productos del resto del mundo. Cientos de barcos llegaban a todos los puntos de Inglaterra durante esos meses a comercializar con nuevas especias y telas traídas de todos los rincones del mapa. Los mercaderes montaban sus tiendas a orillas del mar, donde compraban y vendían los nuevos productos extranjeros. Las calles estaban atestadas de curiosos compradores que observaban todo lo nuevo, con aspecto crítico y desconfiado. Nuevas telas para prendas, nuevas especias de cocina, armamento para buques navales incluso, y un sin fin de cosas interesantes. En medio de todo el mercado se encontraban dos niños observando fascinados todo el despliegue comercial. Un niño y una niña que no contarían con más de diez años. El chico era un joven con un pelo rubio y corto el cual lucía de forma desaliñada, le acompañaban unos ojos azules claros como el océano y una sonrisa de oreja a oreja. La chica era de su misma estatura, con el pelo de un tono rojizo oscuro, ondulado y largo que le caía tras la espalda, sus ojos eran de un color azul claro muy bonito que en ese momento brillaban de emoción. Ambos miraban asombrados el tamaño colosal de los barcos mercantes, apreciando cada movimiento por el oleaje, cada vela hinchada de aire. El niño dirigió la mirada a su acompañante.

-¿Que vamos a hacer entonces?

-Sígueme.- dijo ésta echando a andar hacia el muelle.

-¿Estás segura de que nos saldrá bien?

-Tranquilo Drake, nadie está vigilando.

-¿Y si nos descubren?

-No lo harán.

Se acercaron al segundo muelle, un muelle más apartado con cabida para barcos más pequeños que los grandes buques comerciales y fragatas de guerra, y se dirigieron al último amarre de todos donde descansaba un barco pequeño, sin vigilancia y con una pequeña vela de corriente. Drake miró a su al rededor, y al no ver a nadie cerca, subió el primero. La embarcación no estaba nada mal, si bien parecía de un tamaño muy inferior al del resto de navíos, lo compensaba de gran forma con su comodidad y su encanto, contaba incluso con un pequeño camarote en la quilla.

-Alexa, si esto no sale bien, te prometo que no voy a ser más tu amigo.-le amenazó el niño.

La chica subió con él.

-Corre levanta el ancla.

Drake corrió hasta la polea que activaba el ancla, tiró fuerte hacia abajo y lo levantó lentamente de la profundidad. Le costaba mucho hacer la suficiente fuerza como para subirlo, pero aún así tiraba como podía.

-Esto está muy fuerte, ayúdame.

La chica se acercó a él y le ayudó a tirar. Juntos notaron cómo el peso del ancla cada vez era menor.

-¿Ves como no era tan difícil? En cuanto saquemos el barco...

-¡Seremos los mayores piratas de la historia!- dijo Drake adelantándose a su amiga.

-Exacto.- asintió ésta.

Estaban a punto de subir el ancla hasta el pequeño barco, cuando de pronto fueron interrumpidos por una voz.

-¡Vosotros dos! ¿¡Qué estáis haciendo!?

Drake y Alexa soltaron la polea al mismo tiempo y miraron asustados al hombre que ahora se encaraba a ellos con una espada en la mano. Ninguno de los dos sabía que hacer. El hombre, al ver que no iban armados, envainó su espada y cogió a ambos muchachos del brazo.

-Vais a venir conmigo a ver que opina la guardia de esto.

Atravesaron las callejuelas de la ciudad escoltados por el hombre durante quince minutos hasta que llegaron a las puertas de la avanzada de protección de Atwik. Una pequeña fortaleza de piedra en pleno centro de la ciudad donde se encarcelaba a los delincuentes del lugar. Drake observaba con miedo, al igual que Alexa, cómo las puertas se abrían y les daban paso. Fueron de nuevo arrastrados por el hombre hasta dentro, donde otro hombre vestido con ropajes azules de milicia, esperaba.