CAPÍTULO II

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Cuando llegué a California ya estaba cayendo la noche.

Viajé a Santa Bárbara desde New Jersey sola y sin avisarle a ninguno de mis conocidos, y en mi look más sencillo para no ser reconocida. Algo que considero toda una hazaña, puesto que debido a mi carrera de actriz y modelo no lo puedo hacer siempre. Unos jeans desgastados, una sudadera de equipo de football, unos sencillos sneakers, gorra con el cabello recogido y gafas para que la gente no se fije demasiado en mi rostro. Por suerte lo conseguí con éxito y a mi madre, la persona más cercana a mí, solo la contacté una vez que estuve llegando al rancho de Neverland en uno de los vehículos de Michael junto con algunos de sus guardaespaldas, a quienes Elizabeth (no pudiendo ella debido a sus compromisos estar presente) se encargó de solicitarles con anticipación que me fuesen a recoger a la salida del aeropuerto.

 Por suerte lo conseguí con éxito y a mi madre, la persona más cercana a mí, solo la contacté una vez que estuve llegando al rancho de Neverland en uno de los vehículos de Michael junto con algunos de sus guardaespaldas, a quienes Elizabeth (no pu...

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Tal como lo esperaba, mi madre no tardó en poner el grito en el cielo. Primero, debido a mi poca consideración respecto a mi seguridad y también a mi imagen pública, y segundo a causa de que no le agradaba pensar en Michael como pareja mía, así yo le hubiese explicado mil veces que sólo éramos buenos amigos, creyendo que había mejores partidos para mí en cuanto a lo físico se trataba.

En definitiva el hecho de que Mike y yo saliéramos años antes y el estar consciente de que aparte él todavía me pretendiera, eran cuestiones que tenía presentes y que no dejaba pasar.

Con todo, para mí sus razones eran lo que menos me importaba, no fijándome en la apariencia de él (aunque no podía negar lo atractivo y bien parecido que se había puesto con los años) sino en lo maravilloso de su corazón, que es de oro. Detalle que le vuelve tan encantador como esos príncipes de los cuentos.

Quien me abrió la puerta de la mansión al llegar fue Alana, la jefa del servicio de limpieza, quien después de saludarme ya con familiaridad, se encargó por petición mía de contarme bien lo que había sucedido y sobre el estado de salud de su patrón

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Quien me abrió la puerta de la mansión al llegar fue Alana, la jefa del servicio de limpieza, quien después de saludarme ya con familiaridad, se encargó por petición mía de contarme bien lo que había sucedido y sobre el estado de salud de su patrón. Todo mientras nos dirigíamos apresuradas hacia la parte de arriba, a dejar mis cosas en la alcoba de huéspedes y luego hacia la habitación de Michael.

-Pasamos unas horas muy difíciles Srta. Brooke, llegamos hasta a pensar que el señor se nos iba... pero gracias al cielo pudo superarlo y ahora que usted está aquí estamos seguros de que va a lograr recuperarse pronto- la buena mujer me compartió y me enteré de tal forma también que Michael con comportamiento maleducado y medio infantil, no quería hacer mucho caso al cuidado que le brindaban los enfermeros.

Yo, conociendo su carácter desde jovencito y su forma de actuar cuando algo no le agrada, confié en poder valerme de ello para controlarle.

Alana llamó a la puerta entreabierta del cuarto cuando llegamos y al no encontrar objeción para ingresar me hizo un amable ademán con la mano para que la siguiera.

Entonces lo vi a Michael.

Se encontraba guardando cama pero sentado con la espalda apoyada en el respaldar, junto a un vaporizador y medicina intravenosa, mientras observaba el vacío absorto en sus pensamientos.

-¿Qué sucede Alana? Pedí que nadie me molestara- noté por unos instantes su semblante de incomodidad por la intromisión antes de fijar bien su mirada sobre nosotras y anclarla asombrado de lleno en mí.

-Lo siento mi señor, es que su amiga la Srta. Brooke, alguien muy importante para usted, vino a verle- Alana de inmediato un tanto nerviosa se dio a la tarea de explicarle aunque ya no hacía falta.

-Ya veo...- fue lo único que Mike sin retirarme su enigmático y severo contacto visual, respondió, y enseguida percibí en sus palabras un dejo de resentimiento, lo que me provocó un escalofrío subiéndome por la espina dorsal, recordándome a la vez mis propias faltas... como el rechazar amablemente su (última) propuesta de matrimonio y aceptar ser la novia de otro en cuestión de pocos meses.

 como el rechazar amablemente su (última) propuesta de matrimonio y aceptar ser la novia de otro en cuestión de pocos meses

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Continuará...

WILL YOU BE THERE (Estarás allí?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora