Los árboles inmóviles, la vegetación del bosque opaca y el ambiente lúgubre del lugar hacía que Marie se decepcionará de si misma, ¿y si su plan no funcionó?
Tomó una manzana de su bolso y la frotó contra su ropa para poder comerla, o ese era el plan hasta que lo escucho.
El cuerno de Susan sonó por el bosque, no parecia estar tan lejos, solo un par de minutos al norte. Rápidamente corrió en dirección al ruido, que duró relativamente poco. Al llegar, vio como entre un enano y un tejón metían a un hombre a una pequeña cabaña.
–¿Hola?–llamó su atención.
El tejón al verla abrió sus pequeños ojos todo lo que pudo en señal de asombro, claro que sabía quién era. Por su parte el enano, soltó bruscamente la cabeza del joven telmarino y apuntó a la chica con su espada.
–¡Nikabrik no!–lo detuvo el animal.
–¿Qué es hoy, el día de protejer telmarinos?–contraatacó mirando con asco a Marie.
–¡No es una telmarina enano bobo, es la reina Marie!–aclaró Buscatrufas mientras hacia una reverencia hacia la castaña.
–¿Entonces el plan funcionó?–les preguntó–¿el bosque los protegió?
–Los telmarinos jamás pudieron entrar al bosque hasta el día de hoy su majestad, no solo por el miedo, sino por la barrera que cubría las fronteras–explicó el tejón. Quien parecía ser el único de los dos alegre por el regreso de su reina.
Marie pasó la noche con ellos. La exquisita sopa de Buscatrufas fue más que suficiente para saciar su hambre y calentar su cuerpo, aunque seguía sin poder dormir. Tenían miedo de preguntar por Magnus, tenía miedo de que le dijeran que estaba muerto. Por lo que sabía, en Narnia ya habían pasado miles de años.
Miro al telmarino dormido frente a ella, recién había cambiado la tela de su frente. El enano sí que le había dado un buen golpe.
¿Sería solo un súbdito? Tal vez un militar o...descendiente de Caspian. La última opción solo hacía hervir su sangre.
Salió del pequeño cuarto había el pequeño comedor, dónde tomó su bolso y sacó su celular. La carga se mantenía, aún tenía un setenta por ciento y de cualquier manera tenía un cargador portátil.
–¿Qué es eso?–preguntó Nikabrik–...su majestad–agregó sin ganas.
–Es un celular, muy común en mi mundo–respondió mientras cerraba su mochila y se volteaba para regresar con el telmarino, sin contar que este se encontraba detrás de ella.
–¡Diablos no hagas eso!–exclamó poniendo una mano en su pecho.
Nikabrik al verlo tomó rápidamente una espada y comenzó a atacarlo, y aunque Marie estaba de acuerdo consideró que lo mejor sería escucharlo primero.
–Detente ya–exclamó, se sentía mal al dar órdenes así, después de todo ella también los había abandonado.
–La reina tiene razón, basta ya. No me obligues a sentarme en tu cabeza otra vez–amenazó Buscatrufas–¡y tú mira lo que me hiciste hacer! Pase todo la mañana cocinandola–le reprocho al telmarino mientras juntaba los restos de su sopa del suelo.
–¿Cuál es tu nombre, telmarino?–preguntó Marie.
–Caspian, Caspian X–respondió encantado con la belleza de la joven.
–Bueno...Caspian. Yo soy Marie, la-
–La reina de Narnia, todos los narnianos te amaban...bueno aún lo hacen creo–dijo mirando al enano y al tejón–yo crei que los narnianos estaban extintos.
–Lamentamos decepcionarte–murmuró Nikabrik
La noche pasó entre platicas, tratando de conocer más al príncipe de los telmarinos. Aunque Marie sólo buscaba en sus ojos alguna muestra de sinceridad, algo que le diga que valía la pena confiar en él. Y la encontró.
[...]
–¿Me culpas por los crímenes de mi pueblo?–preguntó Caspian, llevaban caminando un tiempo, la idea era buscar al resto de los narnianos y con algo de fé quizá encontrar a los reyes de antaño. Si es que Aslan los había traído esta vez.
–Sé que eres diferente a Caspian I, pero en mi cabeza solo puedo verte como un telmarino. Tu pueblo me arrebató más que solo un reino, me obligó a separarme de mi hijo, de mi gente–explicó.
–Siempre me pareció asombrosa tu historia. En Telmar la reina es solo la esposa del rey, pero para ellos eres como su señor feudal. Eres a quien que juran lealtad, Marie.
–Huelo humanos–mencionó Buscatrufas interrumpiendo la conversación.
–¿Ellos?–señaló Nikabrik a Marie y Caspian
–No, ellos–respondió el tejón señalando a unos telmarinos con ballestas.
Rápidamente empezaron a correr esquivando las flechas, o así era hasta que una de ellas le dio al tejón.
–¡Yo iré por él, váyanse!–dijo Caspian.
Arrodillado junto al animal el telmarino vio como los soldados caían uno por uno, mientras los que quedaban apuntaban sus espadas al suelo. Marie se acercó hasta ellos con intención de llevarse a su peludo amigo, pero algo la golpeó muy fuerte en la cabeza para después ir por el príncipe de Telmar.
–Di tus últimas palabras, telmarino–mencionó el ratón.
–No eres humano...
Reepicheep suspiró ante esa frase, realmente esperaba un poco más de...originalidad.
–Levanta tu espada, no voy a pelear contra alguien desarmado–mencionó mientras acercaba la punta de espada un poco más a la cara de Caspian
–Supongo que salvare mi vida si decido no chocar espadas con usted, noble amigo
–Dije que no te atacaría, no que no te mataría–amenazó el ratón
–¡Reepicheep!–llamó el tejón.
–¿Buscatrufas? Espero tengas una buena excusa para tu interrupción–dijo Reepicheep.
–No la tiene, continúa–le respondió el enano.
–¡Él fue quién soplo el cuerno!
–Que lo muestre entonces, esa fue la razón por la que nos reunimos–pidió Glenstorm, quien había llegado hace poco junto a sus hijos.
Caspian mostró el cuerno, y se levantó para tomar en sus brazos a Marie, quien seguía inconsciente.
–¿Ella es...–preguntó Reepicheep asustado, ¿había confundido a su reina con una telmarina?
–Marie, la gran reina de Narnia–respondió el tejón.
[...]
Espero les haya gustado este cap, le dieron mucho amor al libro hasta ahora, eso me hace sentir feliz. Pronto subiré la parte tres <3 <3
¿Quieren que cuando encuentre a Edmund lo abrace o lo cague a puteadas por haberse ido?
