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Algo desorientada y con un fuerte dolor en la cabeza Marie se levantó del lugar donde se encontraba recortada. Un par de mantas funcionaban como colchón, mientras que la capa de Caspian cubría su cuerpo del frío. Se levantó lentamente, y puso la prenda del príncipe sobre sus hombros.

–¡¿POR QUÉ QUERRÍAMOS A UN TELMARINO COMO REY?!–escuchó el grito de ese fastidioso enano.

–Porque yo confío en él–le respondió apoyada en uno de los árboles, mantenerse derecha mucho tiempo hacia que comenzara a marearse.

–Su majestad–exclamaron al unísono los narnianos. Todos inclinándose ante su reina, aunque debido a varias leyendas y rumores más de uno pensó que ella había sido asesinada por Caspian I.

–Sé que quizá ya no tengo autoridad aquí, después de todo yo también fui enviada de regreso a mi mundo mucho antes de lo que me hubiera gustado, pero si me lo permiten...junto con Caspian podríamos crear una alianza. Él aún es un príncipe y yo aún puedo ser su reina. Le devolveremos la paz a Narnia...juntos–concluyó mirando a los centauros.

–La misión de los centauros es vigilar los cielos, así como la de los tejones es no olvidar. Tarvin, el señor de la victoria y Alambil, la señora de la paz se han unido en los cielos devolviendonos a nuestra reina, y presentándonos a un hijo de Adán, ambos ofreciéndonos la libertad–las palabras de Glenstorm intimidaron un poco a Marie, quien aún mantenía contacto visual con él.

–Su Majestad–escuchó a su derecha, donde el pequeño ratón que la golpeó estaba con su pueblo ofreciéndole a la castaña sus espadas–hemos esperado tanto, tanto tiempo para que nos guíe–sentenció con una reverencia.

Por otra parte, los centauros habían imitado la acción de los roedores, y empuñaban sus armas hacía Marie, quien sonreía con los ojos acuosos.

–Mis hijos y yo, te ofrecemos nuestras vidas.

Mientras tanto, Caspian miraba maravillado las acciones de los narnianos. Todos ellos se mostraban dispuestos a morir por su reina, y le preocupaba no poder ser tan buen líder como Marie.

[...]

Yo...estuve evitando esta pregunta pero siento que voy a explotar si no la hago–suspiró mirando a unos faunos, quienes le proporcionaban a su reina una espada y un cambio de ropa–¿saben qué pasó con el príncipe Magnus?

Ambas criaturas se miraron entre sí, para después pedirle a su reina que los acompañe. El bosque ya no era tan seguro ahora, menos por la noche, pero aún así Marie tomó la decisión de ir en ese mismo momento con los faunos.

Caminaron un par de minutos, el lugar no estaba tan lejos de la mesa de piedra, por lo que no tardaron en llegar. Al ver la cabaña la reina no pudo evitar pensar en el Señor Tumnus. Sabía que no estaba vivo, así como también sabía que había cuidado de Magnus hasta el final, por las historias que los demás faunos le contaron.

Al entrar, el olor a bebé invadió las fosas nasales de la ojiverde, quien sintió un nudo en su pecho. Su pobre bebé, ¿había pasado hambre? ¿Tal vez frío?

–Majestad...

Al salir de sus pensamientos Marie vio como en los brazos del fauno había un bebé de casi la misma edad que Magnus.

–¿Él es...? ¿Cómo?–preguntó mientras se acercaba al niño y lo acurrucaba en sus brazos. Era Magnus, definitivamente era él. Sus ojos iguales a los de Edmund, todo de él era igual a Edmund en realidad.

–Nadie lo sabe, cuando Tumnus notó que el príncipe no crecía a un ritmo normal creyó que podría ser debido al vínculo que formó con usted y con el Rey Edmund, según nos explicó el tiempo en su mundo funciona diferente–explicó uno de los faunos.

–¿Tumnus les...explicó?

–Así es majestad, él dejó especificaciones claras de cómo cuidar al príncipe. El fue quien escogió a la persona que cuidaría del bebé cuando muriera. El príncipe estuvo sano y salvo todos estos años–le dijo el fauno que cuidaba a Magnus.

–Yo...les agradezco mucho esto. El devolverme a mi hijo, el haber cuidado de él–Marie sollozo ligeramente y precedió a abrazar a ambos soldado, quienes se sorprendieron mucho con tal muestra de afecto.

–La dejaremos para que se ponga al corriente con Mags...el príncipe

–Esta bien, me gusta Mags–les sonrío y se sentó en una especia de sofá mientras veía salir a los soldados.

Marie tenía a su hijo con ella otra vez, y así tenga que enfrentar a Aslan no dejaría que nada los separe otra vez.

[...]

Che que malas que son, pobre Edmund para él también debe de haber sido difícil...pero como ustedes dicen y yo obedezco, Edmund...me veo en la obligación de hacer que Marie te golpee

Edmund Pevensie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora