Wattpad⁰

719 51 13
                                    

La luz del sol se filtraba por el balcón del cuarto, cada rincón iluminado por la tenue luz del amanecer despertaron a Marie, quien lo primero que hizo fue revisar que su bebé estuviera en la cuna, suspirando al verlo bien; aunque eso no evitó que colocara de forma suave su mano sobre el pecho del niño para comprobar que respire de forma correcta.

Tres golpes suaves en la puerta la obligaron a separarse de su primogénito y, secando de forma brusca sus lágrimas, abrió las puertas para ver al Señor Tumnus detrás, quien con una mirada de lastima le comunicó que debía de dar las órdenes al ejercito para la búsqueda de los reyes.

–Les informaré que bajará en un momento, mi reina–dijo el fauno una vez que recibió una respuesta.

–¿Tumnus?–llamó Marie.

–¿Sí, mi señora?

–Por favor no vuelvas a mirarme así, esa lastima en tus ojos al verme no me agrada–le regaló una débil sonrisa, solo para dejarle en claro que no era algo dicho de forma amenazante.

Cerró las puertas cuando el fiel amigo de Lucy se fue, y suspiró una última vez, se bañó de forma rápida, con su bebé en un catre junto a la bañera durmiendo plácidamente, tan tranquilo mientras todo el castillo estaba conmocionado por la desaparición de cuatro de sus reyes.

Una vez limpia y vestida, tomó a su bebé en sus brazos, despertandolo con suaves besitos en sus gordos cachetes y caricias en sus manitos.

–¿Sabes qué es lo gracioso de todo esto?–preguntó la castaña mientras le daba de comer a su bebé.

–¿Qué?–la mirada de Edmund sobre ella mientras su hijo tomaba su pecho la hacia sonrojar, más allá de que no haya nada que el rey no conociera ya.

–Tarde casi doce horas en sacarlo, y él es exactamente una copia tuyo–río suavemente.

–Como ya sabrán los reyes no fueron encontrados en las búsquedas nocturnas, lo que nos lleva a pensar que quizá hayan regresado al mundo del que vinimos la primera vez–comenzó a hablar, siendo interrumpida por un enano, uno de los parientes de Ginarrbrik.

–¡SON TRAIDORE, NOS ABANDONARON!–exclamó con furia.

Rápidamente la reina se levantó de su trono de forma brusca y dio la orden para que dos soldados apunten hacia él con sus espadas.

–No quiero que nadie vuelva a decir algo similar de los reyes. Cualquier persona que diga, escuche o siquiera piense este tipo de cosas será ejecutada y recordada como traidora y enemiga de Narnia, ¿está claro para todos?–preguntó en plural, pero clavando su filosa mirada en el enano.

–Sí, mi señora–respondió mientras dejaba escapar un suspiro al sentir las espadas lejos de su cuerpo.

–Un grupo pequeño irá a revisar el lugar hasta el atardecer, pero necesito más personas en las fronteras y el castillo, no podemos permitir que vean esto como una oportunidad para atacar–comunicó al general del ejército.

Una de las trabajadoras del castillo se acercó a su reina una vez que la reunión había terminado, dejando en sus brazos al fruto de su amor con Edmund.

–Gracias por cuidarlo–agradeció con una sonrisa mientras sentía sus ojos picar por las lágrimas.

–No es problema majestad, es un honor para mi–sonrío mientras se acercaba un poco más–no se preocupe, tengo fé en que Aslan sabe lo que hace. Y estoy segura de que usted será la mejor reina para nosotros.

–Eso espero, solo quiero poder hacerlo bien. Asegurarme de que nada de lo que siento por la pérdida de mis cuñados y mi esposo interrumpa mi obligación con el pueblo–decirlo se sentía bien, como si me hubieran sacado un peso de encima.

Y aunque no le gustaba la idea de dejar Narnia y su gente, si le dieran la oportunidad de elegir, mentiría si dijera que no consideraría volver el tiempo atrás e ir con los Pevensie.

¿Tú también vendrás, Marie?–preguntó la valiente con una gran sonrisa, la idea de una nueva aventura le resultaba emocionante.

–No, Lu. Magnus acaba de dormirse y no quiero dejarlo solo por tanto tiempo, solo vine a despedirme–mencionó la chica de ojos verdes mientras abrazaba a su cuñada.

Será mejor irnos, a menos que quieran ver como Edmund y Marie se manoseanrío Peter yendo por su caballo seguido por Susan y Lucy, quienes reían del sonrojo de su hermano.

–Vuelve pronto–pidió Marie.

–Claro que lo haré, mi reina–prometió mientras dejaba un beso en el dorso de su mano para después pegarla a su cuerpo y dejar un gran beso en sus labios, como una forma de sellar lo dicho.

–¡SI VAN A HACERLO AVISEN PARA ADELANTARNOS!–gritó el magnífico desde la distancia.

–¡TE ESTÁS PASANDO, PETER!–respondió su hermano mientras se subía a su caballo, el mismo que lo había acompañado desde el inicio.

Marie los vio irse con una sonrisa, dando por hecho que los volvería a ver en la noche, o tal vez el día siguiente por la tarde. Que gran error.

[...]

–¡MI SEÑORA, SON LOS TELMARINOS!–gritó el soldado entrando a la sala del trono.

Todo Cair Paravel era un desastre, todos los civiles estaban siendo evacuados, con claras ordenes de esconderse en el bosque. Un lugar que Marie había podido hechizar para cuando la guerra ya no pudiera retrasarse más.

Una vez dado el plan, cada quien tomo el lugar que le correspondía. Una pequeña parte de los narnianos se quedaría para darles tiempo a los demás para salir de la ciudadela, esto lastimando a Marie, quien rechazó la propuesta dada por Oreius, pero al ver como la mayoría de soldados estaba de acuerdo no tenía otra opción más que aceptar.

–¡Tumnus!–llamó a su fiel acompañante–vete con él, asegúrate de que este a salvo–le suplicó mientras dejaba a Magnus en sus brazos.

–Majestad, ¿está segura?–cuestionó.

–Confío en ti más que en nadie para esta tarea, sé que lo harás bien. Ahora por favor salgan de aquí.

Al verlos marcharse, Marie suspiró una última vez, yendo a tomar lugar con sus soldados con un objetivo claro. Matar a Caspian.

Edmund Pevensie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora